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Argentina desenfocada, una vez más

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22 octubre de 2020

Por Sandra Choroszczucha

Llegamos a cumplir 7 meses de vida en modo cuarentena en la República Argentina, un tipo de cuarentena que hasta hace escasas semanas fue extremadamente estricta y siempre se planteó con carácter de obligatoriedad. Hemos transitado por diversos estadios, por momentos se aplicaron ciertas flexibilizaciones puntuales, que con frecuencia sufrieron retrocesos frente a que la cantidad de infectados por coronavirus continuaba escalando y volvíamos así a fases de mayores controles y prohibiciones, especialmente en el Area Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), la zona más afectada desde el comienzo de la pandemia.

Es de conocimiento público (la información se encuentra al alcance de cualquier ciudadano que quiera informarse al respecto), que Argentina hoy se encuentra entre los países con mayor número de infectados y de muertes por coronavirus del mundo. Según el sitio Worldometer, ocupamos el lugar sexto en número de infectados, con 1.002.662 de casos totales, y el lugar número doce de muertes por Covid-19, con 26.716 fallecidos al día 20 de octubre.

Si queremos comunicar con precisión y autenticidad el estado de situación sanitario por coronavirus que hoy atraviesa Argentina, cabe destacar información que no suele ser suministrada. En primer lugar (y también es de público conocimiento), Argentina, si bien aumentó la cantidad de testeos realizados, sigue siendo uno de los países de la región que menos testeos realiza para la detección del coronavirus, por lo tanto, los expertos sanitaristas presumen que el número de infectados es considerablemente mayor al que nos comunican. Por otra parte, también es de público conocimiento (admitido por las autoridades sanitarias y políticas) que la carga de fallecidos tiene importantes retrasos, por tal motivo, la cantidad de muertes por coronavirus también se presume que es mayor a la que nos comunican oficialmente. En tercer lugar, hablar de número de infectados o de muertes, en términos absolutos, nos brinda un dato que no deja de ser relevante y muy triste, pero los datos que nos marcan con exactitud nuestro delicado estado de situación sanitaria (y que nos permite compararnos en rigor con otros países) son las cifras porcentuales, por ejemplo, comparar la cantidad de infectados y fallecidos entre países en relación a la población total de cada país estudiado.

Si realizamos estos cálculos, podemos concluir respecto al número de infectados por Covid-19, al 20 de octubre, que mientras Estados Unidos (el país que ocupa el primer lugar en contagios y muertes por coronavirus en números absolutos) arroja un porcentaje de 2,56% de infectados del total de su población, Argentina alcanzó 2,21% de infectados del total de su población y Brasil 2,16% de infectados del total de su población. Así, Brasil, “el mayor irresponsable” de la región sudamericana (que ignoró y se burló de una pandemia a nivel global), reprochado por su comportamiento intrépido en cada conferencia de prensa brindada por el presidente Alberto Fernández, hoy ya cuenta con un porcentaje menor en número de infectados que Argentina.

Si nos enfocamos en las muertes por Covid-19, Estados Unidos indica que 0,068% es el porcentaje de fallecidos del total de su población. Brasil muestra 0,072% de fallecidos del total de su población. Y Argentina muestra 0,059% de fallecidos del total de su población. Argentina se encuentra aún detrás de “los más irresponsables del Norte y del Sur en la cruzada contra el coronavirus” en porcentaje de fallecidos por Covid-19, pero por una diferencia llamativamente pequeña, que preocupa a muchos de los que miramos con lupa aquello que nos comunican plagado de sesgos.

Con estas cifras, con estos porcentajes de infectados y fallecidos en un ranking que coloca a la Argentina ocupando primeros lugares del mundo, comenzaron a aplicarse infinidad de flexibilizaciones en el país (principalmente en la zona del AMBA), aperturas en todas las actividades comerciales e industriales, educativas, recreativas e incluso en relación al transporte público, donde actualmente el tren de la línea Sarmiento, por ejemplo, transita por el AMBA con gente apilada a diario (esta información también puede chequearse con solo acercarse a las estaciones de esta línea ferroviaria y corroborar lo que afirma esta nota).

¿Esto quiere decir que Estados Unidos y Brasil tuvieron un buen comportamiento respecto al flagelo del coronavirus? En absoluto, ambos países se encuentran entre las naciones con mayor cantidad de infectados y muertes por no haber diseñado una estrategia sanitaria y un buen plan de acción gubernamental, para que el virus no haya escalado y dañado a tanta gente.

¿Esto quiere decir que Argentina no tuvo una buena estrategia para enfrentar al coronavirus y que, peor aún, al recalcular sigue eligiendo malas estrategias? Absolutamente sí.

Hace semanas las flexibilizaciones se ampliaron enormemente, especialmente, como se mencionó, en el AMBA, que presume encontrarse en una mejor situación que la precedente, aunque aún en la ciudad porteña (que goza de una mejor performance sanitaria que la provincia de Buenos Aires), sigue manteniéndose un número muy elevado de personas infectadas que llega a alcanzar a 1.000 contagios diarios. Por su parte, nos comunican nuestros gobernantes que el sistema de salud se encuentra menos estresado en dicha región, aunque profesionales de la salud de centros públicos y privados (especialmente terapistas) relatan a diario a través de medios de comunicación y redes sociales, que la situación sigue siendo preocupante. Respecto al porcentaje de camas ocupadas en unidades de terapia intensiva, el AMBA, al día 20 de octubre, alcanza la cifra para nada desdeñable de 63,2%. Por otro lado, varias provincias del interior de Argentina se encuentran en una situación de extrema vulnerabilidad y emergencia sanitaria, debido a que el sistema de salud colapsó o está próximo a colapsar con un porcentaje de camas ocupadas en unidades de terapia intensiva que supera el 70% y alcanza el 100% en determinadas provincias y localidades.

Las cuarentenas estrictas y prolongadas en Argentina afectaron la psiquis de una ciudanía agotada del encierro y aislamiento y reventaron infinidad de economías domésticas, al mismo tiempo que no pudieron evitar que prolifere hasta crecer ostensiblemente el coronavirus, que hoy circula de manera preocupante. Y frente a este estado de situación de emergencia sanitaria, se plantean mayores aperturas en todos los planos y la responsabilidad ciudadana sigue siendo lábil.

Ya están anunciando las autoridades de la PBA que la temporada en las playas se planteará con total normalidad, donde no se harán testeos para el ingreso a diferentes lugares turísticos de la Costa, las clases comenzaron en los últimos grados y años en la CABA y aparentemente el resto de los grados y años se encontrarían prontos a comenzar (a un mes y medio de que termine el ciclo lectivo y ubicándonos en primeros lugares de victimas por coronavirus), y el transporte público ya comenzó a mostrar signos de descontrol y desorden. Se están anunciando aperturas de piletas colectivas en countrys y clubes, se están aprobando que recomiencen los deportes en equipo que reúnen a cantidad de niños o adultos en un espacio común. Se observan bares en las calles atestados de personas sin barbijo y sin guardar la distancia apropiada para protegernos del virus, ¡cuando, el virus ahora sí nos encuentra ocupando los primeros lugares de infectados y fallecidos del mundo!

Uruguay, a pocos kilómetros de distancia, ocupa el lugar número 152 en cantidad de infectados en el mapeo del coronavirus a nivel global, y sufrió 52 muertes totales en números absolutos. Si lo traducimos en porcentaje, Uruguay muestra 0,074% de infectados y 0,0015% de porcentaje de muertes del total de sus habitantes. Uruguay se encuentra entre los países con menor número de infectados y de muertes por coronavirus del mundo. En este momento, producto de la existencia de un rebrote del virus hace escasos días en dos geriátricos de Montevideo y que siguen aumentando exponencialmente los casos en el departamento de Rivera (lindante con Brasil), el panorama cambió repentinamente y admiten las autoridades uruguayas que el país marcó récord de casos nuevos de coronavirus (51 casos nuevos en un solo día y la cantidad de personas infectadas actualmente aumentó a 429).

Frente a tal estado de situación, el Gobierno uruguayo comenzó a reconsiderar con celeridad mayores protocolos y controles en diversos espacios, reevaluaciones respecto al ingreso de personas del extranjero. El presidente Luis Lacalle Pou acaba de anunciar que aún no tomaron la decisión de permitir el ingreso de turistas de cara a la temporada de verano 2021. Así, el presidente uruguayo afirmó durante las últimas horas “lamentablemente, por ahora, las noticias de apertura de fronteras para aquellos que no son nacionales no soy muy buenas”. La situación de Uruguay es “preocupante” ya que “por primera vez sale de la zona verde y entra en la zona amarilla por la incidencia acumulada de casos de Covi-19”, manifestó Carlos Batthyány, director ejecutivo del Instituto Pasteur en Uruguay.

En Argentina, muchos admiramos el accionar de los funcionarios públicos uruguayos y la responsabilidad ciudadana uruguaya, pero en lugar de seguir sus recomendaciones (apelar a la responsabilidad ciudadana una y otra vez, flexibilizar cuando la situación sanitaria mejora y ejercer mayores controles cuando empeora), se flexibilizan casi la totalidad de las actividades y hacemos lo que nos plazca descuidando los más básicos protocolos, cuando el coronavirus nos está ubicando en los primeros lugares de infectados y fallecidos del mundo.

A comienzos de junio de 2020, en Argentina ya nos encontrábamos con un sistema de salud mucho más equipado y fortalecido, testear testeábamos poco porque pensábamos que no era importante ¡y cómo nos equivocamos! y se le dio poca importancia a la situación sanitaria de las provincias del interior ¡y cómo nos equivocamos! Pero y a pesar de lo mal hecho, en el momento que nuestro sistema sanitario había logrado revitalizarse fuertemente en el AMBA, no se nos permitía ver a nuestros padres o abuelos, respetando la distancia adecuada con el uso de barbijos y todos los protocolos indicados. En aquel momento, ocupábamos lugares envidiables en el ranking de victimas por coronavirus, mostrando un número ínfimo de infectados y fallecidos. Actualmente, se nos permite hacer todo lo que se nos ocurra, y nos permitimos hacer todo lo que se nos ocurra, incluso con nuestros padres y abuelos, en el momento que comenzamos a liderar el ranking de victimas por coronavirus.

No logramos enfocarnos, y padecemos una y otra vez.

(*) Politóloga y profesora (UBA) www.sandrach.com.ar

 

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