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¿Alarmar, o acompañar e informar?

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17 marzo de 2020

Por Santiago A. Levín Presidente de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA)

Esta columna está escrita por un médico psiquiatra. Cabe entonces la pregunta qué tiene que decir un médico psiquiatra a propósito de la crisis epidemiológica originada por la aparición en escena del nuevo coronavirus respiratorio.

Creemos que nuestro aporte es importante en situaciones en las que la opinión pública está inundada por el miedo y la angustia.

Advertimos una serie de factores que, combinados, producen un cóctel sumamente eficaz para generar más temor que conductas informadas, más pánico que decisiones razonables.

Uno de estos factores son los medios masivos de comunicación. Algunos de ellos han reemplazado la ética editorial -desde la que se piensa en el efecto constructivo, educativo, de la información- por una lógica claramente comercial -que eleva el imperativo de vender a prioridad uno, y el pánico es un excelente vehículo para este fin. Por otro lado, la instantaneidad de los medios electrónicos y de las redes sociales, convierten a esta pandemia en la primera de la historia en ser transmitida en vivo y en directo, lo que le otorga un carácter angustiante adicional.

Otro factor lo constituyen las instituciones en general, especialmente las estatales, que mucho han defraudado a la sociedad en los últimos años. Difícil pedirle a la población que vuelva a creer en la autoridad sanitaria de modo instantáneo cuando el propio Ministerio de Salud fue degradado y desfinanciado hace tan poco tiempo. La reconstrucción de la confianza en las instituciones es lenta y trabajosa, y la novedosa epidemia toma a este proceso en una etapa demasiado preliminar.

Por último, una sociedad fragmentada, dividida, con inaceptables diferencias en el acceso a la atención de la salud, impulsada al individualismo como estrategia de supervivencia, es un terreno fértil para que prenda el incendio del pánico y del caos. Las pestes fueron siempre eficaces generadoras de discriminación y de expulsión: huyamos de los apestados, aislémoslos, salvémonos nosotros.

Estar a la altura de las circunstancias es indispensable. Se puede comunicar sin alarmar. Se pueden promover conductas de cuidado sin estimular la segregación y el racismo. Es posible encontrar palabras adecuadas, metáforas potentes, que nos permitan a todos y todas cuidarnos sin descuidar a los demás.

Además de todas las medidas epidemiológicas implementadas, es indispensable un análisis cuidadoso de los modos de comunicación, tanto desde los medios periodísticos como desde el mismo Estado. No solo está en juego la salud respiratoria de la población sino también su salud mental.

En pleno Siglo XXI deberíamos ser capaces de implementar medidas de seguridad y de aislamiento que no generen inseguridad y aislamiento subjetivo en la población.

Aislemos al virus pero no a la solidaridad. El objetivo es cuidarnos entre todos, no huir de los apestados.

La reconstrucción del tejido social y las medidas de técnica epidemiológica son las dos estrategias principales para enfrentar con éxito esta nueva crisis sanitaria.

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