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Por un experimento del Conicet, comieron durante tres meses la canasta básica del Indec: los resultados

27 diciembre de 2019

Un grupo de voluntarios elegidos por el Conicet que comieron durante tres meses alimentos de la canasta básica alimentaria que utiliza el Indec para medir la pobreza y la indigencia, tuvieron graves problemas de salud o directamente tuvieron que dejar de hacerlo.

A poco más de 90 días de iniciado el proyecto en el que investigadores cordobeses y un grupo de voluntarios buscan saber qué efectos tiene alimentarse con la canasta que consumen millones de pobres en el país, dos de los participantes abandonaron el experimento, además revelaron que sufrieron un notable aumento del colesterol y de los triglicéridos, baja de las vitaminas y de peso, alteración del ciclo menstrual, trastorno del sueño, cambio en la sudoración, sensación de deshidratación constante y mal humor, entre otros síntomas.

“Bajaron de peso, una de ellas dejó de menstruar, y le dieron mal los estudios de laboratorio comprometiendo la salud”, dijo a Página 12 el investigador de Conicet Martín Maldonado, responsable del proyecto Czekalinski y uno de los que también ponen el cuerpo en la investigación.

Según la estadística oficial del Indec, para no caer en la indigencia, basta con que un varón adulto cuente con $4.886 al mes (o $163 al día) para gastar en la llamada Canasta Básica de Alimentos (CBA), y $124 diarios para una mujer.

En una iniciativa inédita de científicos del Conicet y de la Escuela de Nutrición de la Universidad Nacional de Córdoba, al que bautizaron “Proyecto Czekalinski” en homenaje a una tapa histórica de la revista Times, tres voluntarios pasaron a comer sólo la CBA, otros tres empezaron a comer según las guías de alimentación sana del Ministerio de Salud y un tercer grupo “de control” siguió como antes.

La prueba es por seis meses, con chequeos médicos constantes, y se repetirá en marzo con otras nueve personas. En tres meses ya arrojó resultados claros y alarmantes.

“Yo bajé casi casi 6 kilos. Las otras dos chicas bajaron 5 y 3 kilos. En los análisis, nos dieron altos los colesteroles, los triglicéridos y el azúcar en sangre. El magnesio y la vitamina B12, en cambio, nos bajó. Y tuvimos síntomas de deshidratación: nos sentimos embotados”, contó a Clarín Martín Maldonado (45), el investigador del Conicet experto en Pobreza e Inclusión Social que coordina el proyecto y además “puso el cuerpo”.

“Empecé a sufrir acidez y me dio alta la trigliceridemia: pasó de 152 a 210. Eso no es bueno... si sigue así, tendré que dejar la prueba, porque mi salud empezaría a estar en riesgo”, añadió.

https://www.youtube.com/watch?v=XgvDbF8TrM0

Las que sí debieron bajarse antes de tiempo, este mes y por consejo médico, son Claudia Albrecht (39) y Florencia Demarchi (30), ambas nutricionistas. Fue porque quedaron al borde de tener un peso demasiado bajo, que las pondría en riesgo de empezar a perder masa muscular o sufrir anemia y osteoporosis. A una hasta se le alteró el ciclo menstrual.

La “dieta” llena de harinas, papa y arroz, con pocos vegetales y cortes de carne de los más grasientos, es determinante para el deterioro crónico de la salud.

“Tenés menos de una fruta al día. Casi no hay legumbres. Los casi dos kilos de pollo del mes no son de pechuga ni de pata-muslo, sino alitas y rancho, que casi no tienen carne. No hay asado ni vacío, sino hueso con carne, que es pura grasa. La leche es aguada. Todo así”, contó Maldonado a Clarín.

Matías Scavuzzo, coordinador del grupo de Nutrición del proyecto, define a la CBA como una lista hecha “sólo para ponerle un precio, para sobrevivir en una catástrofe”.

“Sacia el hambre, pero hace mal. Además del problema psicosocial de no poder decidir libremente qué, cómo y cuándo comer, alimentarse así genera a largo plazo malnutrición mixta. Acá los voluntarios perdieron peso porque venían de un estado óptimo. Pero quien lleva años comiendo así lo que empieza a consumir ya no es su masa grasa, sino la magra, los músculos. Y surgen cuadros de desnutrición ocultos en cuerpos obesos”, señaló.

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