Hace ya algunos meses, una nueva herramienta digital ha impactado en la vida cotidiana de muchos de nosotros y, consecuentemente, en las organizaciones.
Se trata de un robot conversacional, que utiliza la red neuronal de transformadores para generar respuestas coherentes y contextuales a partir de la entrada de textos, y que además prevé un aprendizaje que debería nutrirse de la retroalimentación de usuarios para lograr un proceso de mejora permanente.
Estamos hablando de inteligencia artificial que, sin duda, ha llegado para quedarse, y de ChatGPT, que ha revolucionado al mundo en lo que respecta a las búsquedas de información en línea y las respuestas que se obtienen.
En muy poco tiempo, esta tecnología está comenzando a ser utilizada de manera habitual por usuarios en su vida diaria, pero también comienza a notarse un alto impacto en el uso de esta herramienta por parte de las empresas y quienes llevan adelante sus funciones en ellas, transformándose en una fuente de información que en algunos casos infiere en la toma de decisiones.
Si bien claramente se trata de un desarrollo que podría generar eficiencias y otros beneficios, es importante estar alerta a los riesgos que pueden estar asociados, situación esta puesta en evidencia incluso por el actual CEO de OpenAI (empresa creadora de ChatGPT), Sam Altman, cuando pocos días atrás afirmó ante el congreso de Estados Unidos que "la regulación de la herramienta por parte de los gobiernos será fundamental para mitigar los riesgos cada vez más potentes".
Uno de los riesgos más importantes, y que está causando alertas en los auditores de las grandes empresas, se relaciona con la confidencialidad de la información. Este tipo de plataformas utiliza un inmenso volumen de datos para generar las respuestas, "capacitarse" y mejorarlas con el transcurso del tiempo, almacenando y procesando la información de todas las conversaciones, consultas y respuestas que se realizaron, aquí se funda una de las principales preocupaciones: en qué medida recibe información que debiera ser confidencial y la divulga luego en la elaboración de posteriores respuestas.
Inteligencia Artifical: el caso de Samsung
- Un ejemplo reciente que alertó al mundo empresarial fue lo sucedido con la empresa Samsung, cuando a mediados del mes pasado se difundió la noticia de que sus empleados habían filtrado información sensible al utilizar ChatGPT, cuando con el fin de eficientizar su tarea utilizaron el robot para crear resúmenes de su trabajo o encontrar errores, sin caer en la idea de que estaban revelando datos confidenciales y códigos de la compañía.
En una encuesta realizada a directivos de empresas, más del 60% de los participantes afirmaron que el uso de herramientas como estas, generan problemas de seguridad de la información de la manera en la que se utilizan en la actualidad, y este pensamiento se centra principalmente en que, como suele suceder en entornos tecnológicos, muchas veces los desarrollos son más rápidos que el tiempo que los usuarios interpretan su mejor utilización, y por este motivo tanto Samsung y otras empresas reconocidas como Goldman Sachs prohibieron el uso de este tipo de robots a sus empleados y se espera que la tendencia de muchas otras empresas, hasta que arroje cierto grado de confianza.
Esto no quiere decir que se trate de una herramienta que pueda ir en desuso, al contrario, sino que es importante que las organizaciones tomen los recaudos necesarios a la hora de su utilización, evaluando puntos a favor y en contra, y quizás entendiendo que debería tratarse de una solución que logre a los equipos sacar el mayor potencial de cada uno de los miembros, permitiendo agregar un mayor valor y de esta manera que las empresas puedan volverse más competitivas.
El tema de la inteligencia artificial ha provocado muchos debates en los últimos tiempos.
Mientras que a algunas personas les preocupa que esta tecnología moderna se apodere del mundo y conduzca a pérdidas masivas de empleos y complicaciones en el manejo de información en las organizaciones, otros la ven como un cambio radical de las reglas juego con muchos beneficios.
Desde el punto de vista de los consultores que asesoran a las empresas y a de los auditores externos, tenemos que comprender que la inteligencia artificial y ChatGPT no es una herramienta pasajera, seguramente vino para seguir cambiando los esquemas y haciendo aún más dinámicos los procesos, y esto nos exige ser precavidos, estar a la vanguardia y capacitados, utilizando estas nuevas herramientas como un mecanismo con el que se pueda agregar valor, pero sin dudas estar atentos a cómo mitigar los riesgos asociados.
