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Análisis

La Ley Ómnibus y la educación: aportes para el debate

En pleno tratamiento de la ley, cabe reflexionar sobre algunas de las propuestas en materia educativa con el objetivo de contribuir al debate.

La Ley Ómnibus y la educación: aportes para el debate
Joaquín Viqueira 05 febrero de 2024

En estos días se debate en el Congreso el proyecto de ley del Poder Ejecutivo. Compartimos estas reflexiones sobre algunas de las propuestas en materia educativa con el objetivo de contribuir al debate. 

Lo primero que podemos destacar es la presencia del tema educativo en un proyecto de ley tan importante, urgente y prioritario. Si bien urgen las cuestiones económicas, no se descuida lo importante en detrimento de lo urgente. Es decir que la educación sea considerada prioridad en los hechos y no solo en los discursos. 

El primer elemento mencionado en el artículo 544 habla de la distinción dentro de la carrera docente para su "ejercicio en el aula" por un lado y en la "dirección educativa" por otro. Es muy acertada esta apreciación, ya que para ser directivo en una escuela es preciso tener título docente, pero la gran mayoría de los programas de formación docente no contemplan las competencias necesarias y requeridas para el gobierno escolar.

Son como dos trabajos diferentes, que requieren formación específica y diferenciada, pero que acontecen en el mismo escenario laboral que es la escuela. Con esta distinción podríamos evitar lo que sucede muchas veces en el sistema educativo, que es "perder un buen docente para ganar un mal directivo", y no por falencias de la persona individual, sino porque no ha sido preparada adecuadamente para el gobierno escolar. 

En segundo lugar, y dentro de ese mismo artículo, se explicita la posibilidad de ejercer la docencia por parte de técnicos y profesionales egresados de la educación superior. Por ejemplo, que un ingeniero pueda dar clases de matemática, previa capacitación mínima y necesaria, sobre algunas cuestiones pedagógicas fundamentales para el ejercicio de la docencia. 

Debido a la carencia de docentes en muchos distritos, por un lado, y a las buenas experiencias ya existentes de estos perfiles exógenos al sistema, por otro, sería muy interesante profundizar en esta política simplificando al máximo el ingreso de esos perfiles que suelen tener mucha llegada a los estudiantes y dan un aire fresco al aula aportando desde el conocimiento teórico pero especialmente desde la práctica profesional y laboral.    

Pasando al siguiente artículo 545, se pone el foco en el tema de la evaluación docente. En primer lugar, propone una evaluación para quienes, habiendo egresado de sus instituciones de formación docente, comenzarán a ejercer la profesión / vocación. Surge la pregunta sobre el valor agregado de este examen. 

¿No son estas instituciones de formación docente quienes están validando materia tras materia los contenidos y competencias de esos egresados? ¿Habrá una intención de una suerte de reaseguro de las competencias necesarias para una educación de calidad que estaría en crisis?

En segundo lugar, se propone una evaluación cada cinco años para revalidar las competencias docentes. La propuesta no es desacertada ni descabellada. Sin embargo, nos preguntamos si es la más necesaria, conducente y prioritaria. Nuestra propuesta es que la evaluación docente tenga una lógica de abordaje indirecto siguiendo el principio "por los frutos los conoceréis"

Se trata de evaluar a los colectivos docentes (no individualmente a cada uno) a través de los resultados de aprendizajes de los estudiantes. En definitiva, la formación y la evaluación docente tienen sentido para lograr buenos aprendizajes de los estudiantes.  

Siguiendo el hilo del párrafo anterior y procurando empatía con la bella, pero ardua tarea docente, ¿no sería más conducente y prioritaria una política con foco en el cuidado de sus trayectorias docentes más que en la evaluación de sus desempeños? ¿No necesita el docente de a pie más un impulso motivacional que una instancia formal de evaluación? En esta línea, tendría más sentido, desde nuestra mirada, una política a favor de la motivación docente que apele ni más ni menos que a la libertad. Lo que hacemos desde la propia elección tiene una fuerza irrefrenable que despierta entusiasmo impulsando la capacitación y la orientación a la tarea bien realizada. 

¿Qué pasaría si cada docente del país, trabajando solo o con otros colegas y bajo la guía de sus directivos, además de enseñar los contenidos básicos comunes y troncales de su plan de estudios, se dedica por el transcurso de un año a realizar un gran proyecto educativo con sus alumnos sobre un tema del plan de estudios que realmente lo apasione? Si recordamos a nuestros mejores docentes, seguramente eran apasionados por lo que tenían para transmitirnos. 

"El que quiere, puede", dice el refrán. Con esta propuesta estamos apuntalando ese querer. Esta iniciativa podría estar enriquecida por concursos dentro de las escuelas, distritos, provincias y país para reconocer y premiar a los mejores proyectos. 

Finalmente, en relación con el artículo 547 sobre la promoción de las bibliotecas escolares, el libro y la lectura, no podemos estar más de acuerdo con una política que fomente la lectura, el pensamiento, la vida intelectual y el descubrimiento de los infinitos mundos posibles que abren los libros. Gracias a los libros, se puede "viajar" en el tiempo y en el espacio, aun con recursos escasos. 

Muchos programas gubernamentales de educación digital de los últimos tiempos hicieron un gran esfuerzo para disminuir la brecha digital entregando diversos dispositivos, principalmente notebooks y tablets. Muchas de estas experiencias fueron valiosas, especialmente cuando estuvieron acompañadas de una propuesta pedagógica interesante. Pero nos atrevemos a dar un paso más en línea con lo planteado por la nueva ley. 

¿Y si en lugar de estos dispositivos invertimos más en libros y readers digitales? SOS, queridos docentes, a la decepción del primer momento cuando los estudiantes comprueben que esos dispositivos no permiten jugar, no brindan acceso a las redes sociales ni pueden ver videos cortos y entretenidos. 

Pero si ustedes logran mostrarles los tesoros y mundos que encierra la lectura a través de las viejas tecnologías (libro físico) y de las nuevas (readers digitales) podrán sortear ese primer trago amargo para ser gestores de una epopeya educativa formando a una gran generación de lectores y, por lo tanto, de gente pensante.  

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