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El “síndrome Cavallo” y el problema del respaldo político

El temor a la remanida figura del “super-ministro” no es más que un mito que viene haciendo bastante daño en la cultura política nacional

Cavallo contó con el sólido respaldo político del presidente Menem.
Cavallo contó con el sólido respaldo político del presidente Menem.
Gustavo Reija 07 julio de 2022

No es un hecho banal que, quizás por primera vez en la Historia argentina, encontrar postulantes para asumir la conducción de la economía argentina se convirtiera, el último fin de semana, en un problema serio para el Gobierno Nacional. 

Finalmente, Silvina Batakis aceptó asumir la responsabilidad y enfrentar un desafío colosal en el marco de un contexto interno e internacional sumamente adverso.

Tradicionalmente la fila de postulantes para dicho cargo ha sido extensa. Ahora, en cambio, lo que resultó extenso ha sido el rechazo por parte de economistas de diverso perfil y posicionamiento ideológico, lo que representa todo un síntoma de un problema que se encuentra como origen de la fragilidad en la que se encuentra nuestra economía.

Dicho problema es la falta de respaldo político a quién deba ejercer la responsabilidad por el manejo de la economía en Argentina. 

Nuestra historia es clara al respecto y nos presenta un ejemplo muy claro en ese sentido: el caso Cavallo.

Durante el Gobierno de Carlos Menem, el ministro Domingo Cavallo pudo implementar el plan de Convertibilidad y consolidar un equipo de trabajo con unidad de mando y coordinación en todas las áreas económicas. 

Más allá de las evaluaciones que podamos realizar de los claros y oscuros de aquella experiencia, quiero centrarme en el hecho que todo lo que Cavallo pudo hacer fue porque, en todo momento y circunstancia, contó con el sólido respaldo político del presidente Menem. 

El mismo Cavallo, durante la gestión presidencial de Fernando De la Rúa, no logró instrumentar un plan económico sostenible y todos recordamos el trágico final de aquella experiencia. 

¿Qué cambio en un contexto y el otro? ¿Por qué, el mismo Cavallo, obtuvo resultados totalmente dispares en sus dos experiencias de gestión? La respuesta parece evidente: en un caso contó con respaldo político y en el otro no.

El temor a la remanida figura del “super-ministro” no es más que un mito que viene haciendo bastante daño en la cultura política nacional. Mauricio Macri, sin ir más lejos, preso de tal temor, fragmentó el poder de decisión de los asuntos económicos en un conjunto de áreas que no lograron nunca tener la coordinación necesaria para implementar políticas coherentes, siendo esto una de las principales causas de su fracaso de gestión.

Hay que comprender que el Poder Ejecutivo, que es unipersonal, es el que detenta o no el poder. Si lo detenta, como debe ser, lo que mejor puede hacer es respaldar a un ministro y su equipo, con competencia en todas las áreas sustantivas, para que implemente y ejecute el programa económico que haya sido políticamente aprobado. 

Es un efecto sinérgico: un buen resultado económico empodera más al Presidente y, en sentido contrario, malos resultados debilitan la figura presidencial.

Llegados a este punto creo que queda más claro porque los postulantes a manejar la economía argentina escasean hoy en día. 

El problema radica en la falta de respaldo político con el que pueda contar quién asume ese cargo dado el estado de conflictividad existente dentro del Frente de Todos

Si no se logra resolver este problema no habrá posibilidades de generar políticas públicas que permitan recrear condiciones de crecimiento económico sostenido e inclusión social de los sectores de la economía informal y aquellos que se encuentran bajo la línea de pobreza, independientemente del nombre de quién esté formalmente a cargo de la cartera económica.

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