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Anímese Sr. Ministro Massa: lance un Bono Oro

Es tiempo ya de que pongamos en valor nuestro potencial minero con criterio federal, pero por sobre todas las cosas con sentido de Nación soberana.

Anímese Sr. Ministro Massa: lance un Bono Oro
Eduardo Barrera 16 enero de 2023

El ministro de Economía, Sergio Massa, comentó este fin de semana en varios medios (que) el principal enfoque que tiene el Ministerio de Economía es desarrollar políticas que permitan una ampliación en el "acceso al crédito de la gente", objetivo que colocó incluso por encima de la baja de la inflación.

Sostuvo que busca "romper esta cultura de la dolarización" mediante la generación futura de "instrumentos de inversión asociados a los bienes" producidos en Argentina, tales como herramientas atadas "al gas, al maíz, al cobre, con instrumentos de ahorro y de inversión, que pueden ser garantía para el ahorrista que desconfía del sistema financiero". Y ejemplificó: "Digamos, cobrebolsa o de maíz, que de alguna manera tenga la capacidad de transformarse en virtuoso en términos de generar ahorro interno. Argentina tiene una muy baja tasa de ahorro interno". 

El ministro nombró varios commodities, pero no incluyó, a mi juicio, al más importante de todos: el oro. "El oro es el único dinero, todo lo demás es crédito" (J. P. Morgan). 

En efecto, en los últimos 30 años (por redondear) Argentina viene exportando concentrados de oro en forma de doré, con un alto contenido de oro y que con un esfuerzo marginal en términos de inversión (en pesos) se podría refinar localmente. 

Lo cual tendría el doble beneficio de, por un lado, evitar que ese oro siga saliendo del país y por otro, ser un vehículo seguro para canalizar el ahorro de los argentinos, incluido el propio Banco Central. 

Refinar oro es muy sencillo y barato. Ya lo hacían los egipcios, por remontarnos a un periodo cualquiera de la antigüedad. Incluso, Argentina cuenta con dos pequeñas refinerías de oro. La del Banco Ciudad que parte de joyas y puede producir oro calidad 99,99% (equivalente a 24 kilates) y la que construimos para YMAD en Catamarca en 1988 durante el Gobierno de Raúl Alfonsín para el oro proveniente de Farallón Negro/Bajo la Alumbrera. 

¿Si refinar oro localmente no presenta ninguna dificultad técnica ni económica importante, porque no se refina localmente? La repuesta hay que buscarla en la política. Es una muestra más de la desconfianza en el país y de nuestra falta de tradición/conocimiento minero. Los inversores extranjeros prefieren asegurase sacando el oro del país ante el temor de que el Banco Central pudiese comprarlo para acumular reservas y pretender pagárselos en pesos. 

Las razones de los extranjeros están claras. Del lado local, no tanto. 

El lobby minero local argumenta que igual el balance de divisas es muy positivo porque son muchos más los dólares que se generan de los que invierten las empresas extranjeras e incluso tiende a compararlo erróneamente con otros sectores de la economía. 

Este argumento esconde una aparente y errónea preferencia por dólares en lugar de oro y la comparación con otros sectores, de forma intencional o no, ignora el hecho fundamental que las reservas de oro, como de otras metales por su carácter de no renovables, son un stock, y no un flujo. Para ponerlo de manera más gráfica. El campo siempre estuvo, está y estará. Una mina de oro tiene una vida limitada. Se agota. Queda un hueco en la tierra. 

Para justificar mi preferencia por el oro en lugar del dólar me basta hacer una cuenta muy sencilla. Una onza troy de oro equivale a 31,1034768 gramos y vale hoy unos US$ 1.920. Es decir, unos 62 dólares el gramo. Cuando en agosto de 1971, el Presidente Richard Nixon decidió terminar con la convertibilidad del dólar al oro (segundo default de la deuda de Estados Unidos) una onza costaba US$ 35, es decir US$ 1,12 el gramo. 

Por tanto, la apreciación nominal del oro frente al dólar ha sido de unas 55 veces. 

Para ponerla en términos constantes tenemos que considerar que el poder de compra equivalente (Purchasing Power Parity) de US$ 1 de 1971 a uno de ahora es del orden de US$ 7,3. De donde se concluye que la apreciación relativa del oro frente al dólar en los últimos 50 años ha sido de 7,5 veces. El oro se aprecia siempre frente al dólar porque no se puede producir más oro dándole a la maquinita, como sí se puede, y se ha hecho, con los dólares. 

En efecto, en los últimos 50 años el dólar ha tenido una inflación promedio del orden del 3,9%, generando un crecimiento acumulativo de los precios del orden de 632% (esta también es una medida de la inflación que EE.UU. exporta al mundo). En 1966 Alan Greenspan, el expresidente de la Fed, advertía que "en ausencia del patrón oro, no hay ninguna manera de proteger los ahorros de la confiscación que supone la inflación". 

"La moneda fiduciaria, en casos extremos, nadie la acepta. El oro siempre es aceptado", eso lo saben hasta los pequeños ahorristas. Luego de justificar la preferencia por el oro frente al dólar, y con las debidas disculpas por la auto referencia, me gustaría hacer aquí un pequeño análisis contra fáctico. 

Es decir, que hubiera pasado si se hubiese podido concretar nuestra propuesta de financiar el desarrollo de los proyectos de oro (que ya habíamos identificado en 1984) mediante un Bono Oro, avalado por el Banade y con destino final el Banco Central (Plan de Expansión Minera 1983/89). 

Esto es lo que hubiese pasado aproximadamente: en los últimos 30 años, Argentina ha venido produciendo y exportando unas 30/35 tn anuales de oro que si hubiesen terminado atesoradas y acumuladas en el Banco Central como estaba previsto, hoy vería incrementada sus reservas en unos US$ 62.000 millones (1.000 tn a US$ 62 /gramo), probablemente nuestra deuda externa sería muy pequeña o inexistente, y seguramente no hubiésemos tenido que recurrir al salvataje del FMI. 

Apostar por el oro no excluye las posibilidades de canalizar el ahorro interno a otros minerales, como la plata, el cobre o las tierras raras. El caso del cobre, que coincido con usted ministro es una apuesta segura a largo plazo, tendría la virtud adicional de diversificar el riesgo, toda vez que los precios de ambos metales tienden a estar correlacionados (cuando uno baja el otro sube). En efecto, en general cuando el precio del cobre baja suele ser señal de que se avecina una recesión. Y los inversores tienden a buscar refugio en el oro (vuelo a la calidad). 

Por tanto, por favor, anímese Sr. Ministro. Es tiempo ya de que pongamos en valor nuestro potencial minero con criterio federal, pero por sobre todas las cosas con sentido de Nación soberana.

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