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Seguridad alimentaria: riesgos ucranianos y soluciones argentinas

En el contexto actual, Argentina cuenta con una oportunidad para poner en valor sus recursos de potasa

Seguridad alimentaria: riesgos ucranianos y soluciones argentinas
04 marzo de 2022

Por Nadav Rajzman (*) y Manuel Máximo Cruz (**)


El mundo se encuentra en estupor por la situación en Ucrania y la reactivación de una competencia geopolítica que bien podría llevar a la multiplicación de frentes militares “calientes” en territorio europeo como no se daban desde la Segunda Guerra Mundial. 

Sin embargo, en lo inmediato, hay elementos de los territorios involucrados que generan preocupación sobre los efectos globales en los mercados de alimentos. Tanto Rusia como Ucrania se cuentan entre los principales exportadores de cereales y oleaginosas. Del total mundial, entre Rusia y Ucrania produjeron 54,7% del girasol en 2019 y de las exportaciones, proveyeron 31,5% del trigo mundial. 

De centrar los datos sólo en los países que son importadores netos de alimentos, según cálculos en base a FAO-ONU, estos dos países representaron el 44,88% de las exportaciones de trigo. 

Debe tenerse en cuenta que alrededor del 20% de las calorías mundial provienen de este cereal (Mitchell y Mielke, 2005).

Otro elemento que se presenta como amenaza a la seguridad alimentaria mundial es el suministro de fertilizantes. Los precios de estos bienes básicos de los que depende gran parte de la producción agrícola mundial vienen incrementándose de manera sostenida. 

De acuerdo a estimaciones de diciembre de 2021 del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, el fertilizante constituye en promedio el 36% de los costos operativos de un agricultor para el maíz, el 35% para el trigo y el 30% para el sorgo y estima un aumento anual de precios del 235% para el amoníaco anhidro, 149% para la urea y 192% para el nitrógeno líquido.

La principal razón para este aumento de precios se encuentra en los precios del gas natural, tanto por el efecto sobre los costos de la energía (son procesos ultraintensivos en electricidad) como por su participación en el proceso de producción del amoníaco anhidro o del dióxido de carbono que es parte del proceso de producción de la urea. 

Al tomar datos de la Organización para la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO-ONU), encontramos que la Federación Rusa es un proveedor mundial de exportaciones mayúsculo tanto de fertilizantes nitrogenados (15,5%) como de fosfatos (14,4%) y potasa (18,7%). Y, aunque Ucrania no es un proveedor importante, Bielorrusia agrega 18,2% de las exportaciones mundiales de potasa, lo que aumenta el porcentaje a casi 37% del total mundial.

Gracias a la alta fertilidad de sus tierras, Argentina posee un uso de fertilizantes por hectárea relativamente bajo a nivel mundial.

No obstante, el caso de Brasil es el inverso: debido a suelos ácidos y pobres en nutrientes, importa el 14,3% de los fertilizantes mundiales y 17,7% del total exportado de potasa (90% de sus necesidades).

Otros países de relevancia en la oferta de alimentos mundial también son grandes importadores de potasa, como EE.UU. (19% de las importaciones mundiales), China (16%) o India (7%), por lo que, de generarse una disrupción en la provisión de fertilizantes, el efecto sobre la producción sería mayúsculo. Siendo Brasil uno de los mayores proveedores de alimentos del mundo, la repercusión en la disponibilidad y precio de los alimentos se harían sentir inmediatamente.

¿Hay alternativas de suministro de potasa?

A diferencia de otros fertilizantes, la potasa es un producto que se obtiene de explotaciones mineras. Los depósitos potásicos de la Cuenca Huitriniana (Mendoza y Neuquén), donde se ubica el proyecto Potasio Rio Colorado, conforman la cuenca potásica más importante de Latinoamérica y una de las más extensas del mundo. 

Argentina cuenta también con presencia de potasio en los salares del Altiplano-Puna, distribuidos entre las provincias de Jujuy, Salta y Catamarca.

La puesta en marcha de este proyecto estaba prevista para 2014, y se esperaba que la vida de la mina supere los 50 años en las condiciones de mercado existentes al momento del estudio. Sin embargo, las actividades fueron paralizadas en el 2013 por problemas de índole político y económico con aproximadamente 40% de la obra civil avanzada. 

En diciembre de 2016, la multinacional brasilera Vale celebró un acuerdo de compra de acciones con la estadounidense Mosaic, para cederle su división de fertilizantes. Esa operación se concretó a mediados de 2017. En la misma, Mosaic contaba con una opción para comprar Potasio Río Colorado a Vale S.A., pero finalmente no hizo uso de la misma. 

Hacia fines de septiembre de 2019, el Gobierno de la provincia de Mendoza anunció que recuperará el control del yacimiento y sus instalaciones y se encuentra en la búsqueda de nuevos potenciales inversores para ponerlo en marcha.

En este contexto, Argentina cuenta con una oportunidad para poner en valor sus recursos de potasa. No sólo el país se vería beneficiado con el incremento de sus exportaciones y Mendoza con crecimiento de su actividad económica, sino que le permitiría estrechar vínculos con Brasil, incrementando la importancia del Mercosur y la diplomacia argentina podría tener mayores recursos a la hora de negociar con EE.UU., India y China.

Pocas veces el contexto es tan propicio para el aumento de la producción nacional. El caso del proyecto Potasio Río Colorado, como sucede con los yacimientos de litio y otros proyectos mineros, muestran que actualmente hay una conjunción de factores internacionales, tanto económicos como geopolíticos, que abren una ventana de oportunidad que, si se decide, puede ser aprovechada con grandes beneficios para la sociedad.

(*) Director Nacional de Promoción y Economía Minera
(**) Asesor Secretaría de Minería

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