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Máxima tensión en Ucrania

Occidente debe ser más firme y ponerle límites al zar Vladimir I

Occidente no debe abandonar, nuevamente, al este de Europa

Occidente debe ser más firme y ponerle límites al zar Vladimir I
Occidente debe ser más firme y ponerle límites al zar Vladimir I .
Martín Pradás 10 febrero de 2022

Al igual que en la vida, en las relaciones internacionales existen tradiciones. Estas pueden ser definidas como cursos de acción predeterminados por situaciones pasadas que se repiten a través del tiempo. Muchos países toman medidas siguiendo estas tradiciones que no tienen una carga necesariamente moral como, por ejemplo, la neutralidad suiza.

Sin embargo, no todas las tradiciones son tan inocentes y pacifistas como esta última. Existe una costumbre constante por parte de Occidente de dejar a su suerte al este y el centro de Europa. Dicha zona suele encontrar un límite a su soberanía debido a los intereses rusos, ya que este último lo considera como su “patio trasero”.

Claramente eso está pasando hoy con Ucrania. Rusia considera que tiene un derecho histórico sobre ese país debido a su pasado soviético, por lo que no puede estar fuera de su órbita y debe permanecer casi como un Estado satélite. 

Mientras tanto, Ucrania, como cualquier país soberano, quiere mantener su libertad, adquirida recién en la década de 1990 tras la caída de la Unión Soviética.

Como ya dijimos, Rusia quiere imponer su yugo sobre Ucrania de forma directa e indirecta. Esto ya se observó en la invasión a Crimea en 2014, donde “separatistas” tomaron la península para anexarla de facto a la política rusa.

Ucrania, que contaba con un Ejército muy limitado y superado tecnológicamente, tuvo que hacer frente a esa crisis. Sin embargo, gracias a una simbiosis entre los grupos de ciudadanos, que decidieron autoconvocarse para defender a su patria y la ayuda de Estados Unidos en capacitación y apoyo tecnológico, hoy en día el conflicto está más igualado, siendo Ucrania un hueso muy difícil de roer. Sin embargo, hoy en día el poderío ruso sigue siendo casi un rival imbatible para estas nuevas Fuerzas Armadas. 

La postura de Estados Unidos es bien conocida, pero no debe ser aislada. Debe ser una respuesta sistemática por parte de todos los países occidentales contra los intereses imperialistas rusos. 

Por esa razón, es importante la postura de los grandes Estados europeos, como Francia, Gran Bretaña y, sobre todo, Alemania. Esto se debe que el país germánico es la economía más importante de la Unión Europea y, a la vez, un gran socio comercial de Rusia. 

Ambos comparten el proyecto energético denominado Nord Stream 2, un gasoducto que sale desde Rusia hacia Alemania por el Mar Báltico, salteando el territorio ucraniano. Esto le quitaría millones de dólares en regalías al Estado ucraniano, lo que debilitaría su posición y su nueva estructura militar.

  • Esta realidad nos hace pensar sobre la tradición occidental de dejar al este europeo en manos rusas. Ya sucedió en Yalta, donde los aliados, luego de la Segunda Guerra Mundial, se repartieron las zonas de influencia, dejando a las repúblicas de esa región en manos soviéticas. 
  • Lo hicieron en el levantamiento de Hungría en 1956, un grito desesperado del pueblo húngaro para adquirir independencia del poder soviético. La historia se repitió con la primavera de Praga en 1968, cuando las fuerzas del Pacto de Varsovia invadieron este país, reprimiendo las reformas. 

Constantemente se ha dejado a esa parte del Viejo Continente en manos rusas por miedo a las represalias, por desinterés o por simple complicidad. Sin embargo, hay que tener en claro que lo único que eso hace es fortalecer la posición de Moscú.

Por esta razón, además de abogar por los principios que no solo impone la moral y el derecho internacional actual, sino también la propia Organización de Naciones Unidas, es imperante que las posturas occidentales se endurezcan y muestren un límite al zar Vladimir I, autócrata de todas las Rusias.

La soberanía de un país, su independencia política y económica no pueden verse limitadas por un interés particular, ya sea de un Estado o de una persona (en el caso de Rusia no se sabe donde empieza una y termina la otra). Sentaríamos el peor de los precedentes como sociedad y dejaríamos vacío de contenido los principios que hicieron progresar a la humanidad en tiempo récord, como lo son la soberanía, la independencia, la libertad y la democracia. 

El estatus quo no siempre debe ser la regla de la realidad y menos aún cuando beneficia a los que viven por fuera de los principios occidentales, por fuera de sociedades abiertas que limitan tanto a sus habitantes como a sus vecinos. No abandonemos nuevamente al este.

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