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Los desafíos de Ecuador y su impacto en América Latina

El principal desafío de Daniel Noboa es que su bloque legislativo es particularmente pequeño para un presidente ganador con elecciones concurrentes. Por ello, deberá negociar con la oposición, aunque todo parece dado para que pueda llegar a acuerdos sin mayor dificultad.

Los desafíos de Ecuador y su impacto en América Latina
Fernando Domínguez Sardou 17 octubre de 2023

Ecuador, después de un largo e intempestivo proceso lleno de incertidumbres, finalmente eligió a la persona que ocupará el Palacio de Carondelet para terminar el mandato que Guillermo Lasso decidió disolver, hasta mayo de 2025. ¿Quién ocupará el lugar? ¿Qué desafíos tendrá? ¿Cómo impacta su elección en América Latina?

Ecuador llegó a las elecciones de este domingo 15 de octubre en un clima de profunda incertidumbre. Todo el año 2023 estuvo signado primero, por el juicio político al aún presidente Guillermo Lasso. Cuando todo parecía indicar que la Asamblea Nacional ecuatoriana ya contaba con los números para destituir al presidente, Lasso firmó el decreto de "muerte cruzada", que implica disolver tanto su mandato como el de la Asamblea. Esto implicaba una convocatoria a elecciones generales en el mes de agosto, para elegir tanto a la fórmula presidencial, como a una nueva Asamblea Nacional, para completar el mandato de poco menos de dos años, hasta mayo de 2025. El país andino, más allá de la débil situación institucional, se encuentra en una profunda crisis de seguridad, con un fuerte incremento del narcotráfico y de mafias -particularmente en los distritos de la costa-.

Como hemos señalado anteriormente en líneas de este medio, la primera vuelta del mes de agosto dejó un mensaje sorpresivo. Daniel Noboa Azin, hijo del magnate bananero y 5 veces candidato presidencial Álvaro Noboa, inesperadamente entraba en la segunda vuelta. Lo particular de su elección implicaba el desarrollo de una campaña con una importante presencia territorial, y con una agenda que atravesaba temas muy diversos. Noboa, que con 35 años se convierte en el presidente más joven de la historia ecuatoriana, en un país donde prácticamente 4 de cada 10 votantes tiene menos de 35 años. Fue la novedad lo más relevante en su elección, combinada con un discurso abierto y no confrontativo, resultó lo suficientemente atractiva como para dejar fuera de competencia al correísmo, encarnado por Luisa González. La novedad de Noboa radicó, justamente, en no impulsar una campaña dicotómica: no hizo campaña anticorreísta, sino que hizo campaña buscando una renovación de la clase política (incluso cuando múltiples dirigentes tradicionales le brindaron su apoyo).

Desde este punto, Noboa tendrá varios desafíos. Los principales recaen en su propia debilidad derivada de las elecciones de agosto. Su bloque legislativo es particularmente pequeño para un presidente ganador con elecciones concurrentes: deberá negociar. Actualmente, y dadas sus posiciones, todo parece dado para que pueda llegar a acuerdos sin mayor dificultad. Eso sí, cada sector pondrá la lupa en una agenda particular: Construye (movimiento del difunto Fernando Villavicencio) pondrá la lupa en la corrupción, el Partido Social Cristiano en la agenda de seguridad, la magra bancada del exvicepresidente Otto Sonnenholzner lo hará en los asuntos económicos, pero todos mostraron predisposición para acompañar al gobierno. También lo hizo el correísmo, dejándolo en claro Luisa González tras la elección, apostando por un gobierno de unidad nacional, y prometiéndole -en términos generales- los votos en la Asamblea Nacional a Noboa. Ahora comenzará una no tan larga marcha para ver cómo los distintos sectores le marcan la cancha al flamante presidente.

El segundo desafío será dar respuestas en el corto plazo a las demandas (muy) diversas de la ciudadanía. El mandato será de prácticamente un año y medio, y estará mediado por las mismas elecciones de 2025, a las que se espera que el mismo Noboa se postule. Las distintas agendas implicarán un despliegue de propuestas y de inicios de ejecución con las que, seguramente Noboa busque impulsar su candidatura: deberá ser un gobierno proactivo. Adicionalmente, estos desafíos son en cuestiones muy concretas, de largo arraigo y difícil solución: la crisis de violencia (teñida por un narcotráfico muy incorporado en la vida social del país), la fuerte desigualdad económica, y un desempleo en ascenso (particularmente en la gente joven). La reconstrucción de todos estos tejidos parece prioritaria en su agenda, y en las perspectivas de futuro de cara a las elecciones de 2025 para el presidente electo.

La elección de Daniel Noboa Azín es un hecho relevante para América Latina, y para el subcontinente sudamericano. Noboa es fácilmente emparentable con dirigentes ganadores como Boric, Petro, o Bolsonaro: trayectorias relativamente nuevas en la política a nivel nacional, pero con arraigo en política desde hace varios años. Sus elecciones son disruptivas, y cargadas de una alta expectativa, que resulta de difícil cumplimiento, dadas las limitaciones de la realidad contingente. La particularidad de Noboa en la región es su perfil ideológico poco limitado. Es el primer dirigente en los últimos diez años en ser electo con un marcado perfil catch-all: si bien se autodefine socialdemócrata, su agenda de campaña se inclinó a una centro-derecha más tradicional. Su dinámica de campaña fue, también, bastante tradicional, pero su imagen pública, disruptiva por su juventud. Con valores tradicionales marcados (los que se evidenciaron en la participación de casi toda su familia en la campaña), pero adaptados al siglo XXI, Noboa podría ser una renovación de la centro-derecha tradicional, o podría sorprender rompiendo los moldes. Si tiene éxito, su emergencia podría representar una oportunidad para la identificación de nuevos liderazgos (exitosos electoralmente) en América Latina, fenómeno esquivo en los últimos años. Por ello, por los desafíos que representa a nivel local, y por lo que significa en la visión comparada, tenemos que prestar atención a lo que ocurrirá en Ecuador hasta 2025, y a cómo el liderazgo de Noboa se consolide (o no).

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