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Aniversario de la invasión

González Levaggi: "Estamos frente a un conflicto que se va a extender por muchos años"

El Economista dialogó con el Secretario Ejecutivo del Centro de Estudios Internacionales de la UCA

González Levaggi: "Estamos frente a un conflicto que se va a extender por muchos años"
24 febrero de 2023

En el primer aniversario de la guerra en Ucrania, El Economista dialogó con Ariel González Levaggi, Secretario Ejecutivo del Centro de Estudios Internacionales de la UCA. 

Cuando la guerra comenzó, se pronosticaba que Rusia obtendría una "cómoda" victoria en poco tiempo. Sin embargo, hoy el conflicto cumple un año. ¿Cómo explica esto?

Rusia y Ucrania se encuentran en el medio de una guerra de desgaste y es muy probable que el conflicto se extienda más allá de 2023. A un año del comienzo del conflicto armado interestatal más grande que ha visto Europa desde la Segunda Guerra Mundial no hay un claro vencedor y este hecho ha sido sin dudas favorable a Ucrania porque en términos de capacidades militares y experiencia en combate había una clara ventaja del lado ruso. Hay varias razones que explican esta situación de estancamiento en el campo de batalla más allá de ciertas victorias tácticas rusas en las últimas semanas. En primer lugar, el liderazgo político encabezado por Volodimir Zelenski y las Fuerzas Armadas Ucranianas se mostraron unificadas frente a la agresión rusa. Esto no es dato menor ya que había especulaciones sobre la posibilidad de un golpe interno favorable a los intereses rusos. Esta unidad se vio fortalecida por un segundo factor, las fallas en la planificación militar rusa en los primeros instantes de la guerra que llevaron a fracasos importantes como el proyecto de crear una cabeza de puente hacia Kiev a partir del control del aeropuerto de Antonov. Los ucranianos aprovecharon estas fallas y llevaron adelante una exitosa contraofensiva que terminó de estabilizar los frentes logrando alejar las tropas del Kremlin de Kiev y Járkov, las dos ciudades más importantes. A pesar que las Fuerzas Armadas rusas lograron establecer un puente terrestre entre Crimea y el territorio de la Federación, además de conquistar la mayor parte de la región de Lugansk y lograr avances importantes en Donetsk, no creo que en el Kremlin se encuentren muy contentos con los resultados de este primer año, especialmente por la reacción casi en bloque de Occidente apoyando a Ucrania.  

Volodimir Zelenski y las Fuerzas Armadas Ucranianas se mostraron unificadas frente a la agresión rusa
Volodimir Zelenski y las Fuerzas Armadas Ucranianas se mostraron unificadas frente a la agresión rusa

Un factor clave para la resistencia ucraniana ha sido el apoyo de Occidente. ¿Por cuánto tiempo más cree que seguirá este apoyo "incondicional" a Kiev?

Sin el apoyo occidental la resistencia ucraniana perdería un bastión fundamental. El soporte es multidimensional: inteligencia, armas, entrenamiento y un sinfín de sanciones contra Rusia. La decisión de la administración BIden de apoyar, casi sin condiciones, a Ucrania forma parte de una estrategia para limitar la influencia rusa, pero en este caso la situación tiene un nivel de exposición y confrontación que no hemos visto ni siquiera durante la guerra fría donde la disputa generalmente se llevaba a cabo en terceros países del Tercer Mundo por medios generalmente encubiertos. Ucrania depende de la buena predisposición de los países occidentales para seguir resistiendo en el conflicto lo que no quiere decir que dicha ayuda resulte en una victoria. Uno de los temas de fondo es que hay crecientes presiones políticas en los EE.UU., luego de las elecciones de medio término, como en los países europeos sobre el alcance de dicha ayuda tanto por los costos económicos que conlleva en un contexto de estancamiento del crecimiento, como por las posibles retaliaciones rusas. Una pregunta central es cómo va a reaccionar Rusia a la transferencia de armas avanzadas a Kiev. De todos modos, el factor central de la continuación de la ayuda occidental es su capacidad para limitar el avance militar ruso. En el momento que haya una ventaja superlativa de las fuerzas rusas en el campo de batalla la incondicionalidad dejara de ser tal. 

Otro de los datos llamativos es que el PIB de Rusia, pese a las sanciones, apenas cayó 2,5% en 2022. ¿Esto demuestra que, en un mundo muy interconectado, se puede sobrevivir solitariamente?

La guerra ha quebrado la ilusión de ese mundo interconectado. No quiere decir que la globalización ha dejado de operar, pero se vislumbran una serie de líneas de fractura que claramente Rusia quiere profundizar con la construcción de un esquema alternativo centrado en sus vínculos con China, India, Irán, los BRICS y el Sur Global que todavía parece bastante incipiente. Hoy hacer negocios con Rusia es muy difícil para el sector privado y muy costoso políticamente para cualquier estado que quiera mantener relaciones óptimas con la constelación occidental.  En relación a la limitada caída económica hay varias razones por las cuales las sanciones no tuvieron el impacto que preveían los analistas. En primer lugar, el liderazgo ruso ha previsto este escenario, especialmente luego de las sanciones impuestas en 2014, donde hubo un lento proceso de reorientación de su oferta exportable hacia Asia como también de los insumos críticos que necesitaba su economía. Eso no quiere decir que las sanciones que produjeron prácticamente la desconexión de la economía rusa de Occidente no tuvieron efectos. Fue un impacto importante en el corto plazo pero que en el largo plazo fue menor al esperado. Aquí entra una segunda variable, el aumento de los precios de los commodities, especialmente energéticos, que Rusia exporta y le permitieron no solamente financiar el esfuerzo de guerra sino además obtener ganancias por encima de lo estimado. Aquí entra a jugar un nuevo esquema geoeconómico al que Moscú le ha estado apostando en la última década, una gran asociación euroasiática donde China e India se han convertido en los principales mercados de reemplazo del crudo ruso. 

Por el momento, ni Ucrania ni Rusia parecen estar dispuestas a ceder terreno. ¿Cómo cree que puede resolverse el conflicto?

Hasta la guerra, Kiev venía reclamando en los foros internacionales la devolución de Crimea anexada en 2014, algo que Rusia nunca puso en la mesa de negociaciones. Estamos frente a un conflicto que se va a extender por muchos años ya que estamos frente a desacuerdos existenciales sobre fronteras, territorios y población de lo que es (o fue) la Ucrania post-soviética. Desde la anexión de Crimea y el comienzo de la guerra civil en el Donbass, Rusia y Ucrania entraron en un rumbo de colisión que la diplomacia, con intervención europea, no pudo solucionar. Soy bastante pesimista sobre el modo por el cual se va a resolver este conflicto ya que la misma va a estar intrínsicamente vinculada al resultado de esta guerra u otra que se produzca en el futuro. Mas allá de las diferentes narrativas en juego, este es un conflicto existencial donde está en juego la integridad de Ucrania como nación como también las apetencias imperiales rusas de volver a ser una gran potencia. Además, detrás de este conflicto se encuentra la competencia estratégica del Kremlin frente a EE.UU. En los últimos veinticinco años la OTAN se expandió hacia Europa del Este y los rusos lo percibieron como una amenaza. Para Moscú el apoyo de Occidente a Ucrania es solamente un capítulo más de un antagonismo que va a perdurar en el tiempo y que tiene diferentes dimensiones como la instalación de infraestructura militar estratégica, la cuestión de los acuerdos nucleares y la seguridad en el espacio ulterior. Los próximos años serán testigos de una mayor competencia en estos ámbitos y no son buenas noticias para la estabilidad internacional y menos aún para la gobernanza global. 

China no condenó la invasión y el comercio bilateral con Rusia está creciendo significativamente. ¿Cuál cree que es la estrategia del Gigante Asiático y su visión sobre el conflicto? 

China ha tratado de mostrar una posición equilibrada frente al conflicto. Por un lado, reconoce las preocupaciones de seguridad de Moscú y propone mediar en el conflicto como lo declaró públicamente Wang Yi en la Conferencia de Seguridad de Munich. Por otro lado, el presidente Xi Jinping ha dicho que "no se deben librar guerras nucleares". Lo cierto es que dicho balance ha favorecido mucho más a Moscú que a Washington, tanto en términos económicos como también militares. Además, hay que tener en cuenta que Beijing ha definido sus vínculos con Rusia como una alianza "sin límites", mientras que las tensiones con la administración Biden siguen en pie como se ha expresado en la última crisis de Taiwán. Si bien no se ha expresado públicamente, China se termina beneficiando de que la atención estadounidense se centre en Ucrania y no en el espacio asiático. Mientras EE.UU. drena recursos para ayudar a la resistencia ucraniana, China gana tiempo para seguir desarrollando su músculo económico y militar. Beijing ha incrementado en forma sustancial el presupuesto militar este año y se estima que triplicaría su arsenal nuclear hacia 2030. Estamos en un momento crucial pero altamente combustible en la actual transición del orden internacional. Por primera vez desde el fin de la URSS hay un desafío frontal por parte de una potencia euorasiática a la arquitectura de seguridad internacional liderada por EE.UU. y la OTAN, al mismo tiempo que los vínculos entre Rusia, China e Irán se afianzan cada vez más.  El rol de China es clave en el entramado de un mundo post-estadounidense y multipolar. 

 

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