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De las 10 áreas urbanas más pobladas de Estados Unidos, tres están en Texas
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El auge de Texas

Su progreso económico y demográfico influye como nunca en la economía, y podría ser aún más relevante en la política.

Paolo Rizzo 19 marzo de 2023

Texas se ha convertido en uno de los estados norteamericanos más dinámicos y, probablemente, permite entender Estados Unidos mejor que ningún otro estado. 

Una mezcla de factores económicos, sociales y medioambientales hace que el estado tejano resulte atractivo para personas y empresas. Produce más petróleo que nunca y, al mismo tiempo, atrae inversiones en energías renovables y movilidad sustentable. La economía es de las más prósperas del país, la población crece año tras año, la mezcla étnica está cambiando y, poco a poco, la orientación política. 

 El episodio más representativo del éxito tejano se produjo a finales de 2021, cuando Elon Musk, en aquel momento el hombre más rico del planeta, decidió trasladar su residencia fiscal y la sede de Tesla a Texas. Fue una noticia sorprendente para los no iniciados. ¿Cómo podía ser que una de las excelencias de Silicon Valley abandonara California? Y lo que es más importante, ¿por qué se iba a Texas?

 Era la crisis del modelo californiano: impuestos elevados, precios inmobiliarios por las nubes y un número creciente de personas que abandonaban el estado. Pero Musk también se sintió atraído por el modelo de Texas, que parecía la antítesis de California: impuestos bajos, mucho espacio para seguir construyendo y una población creciente. 

Por un lado, California es el estado con el impuesto más alto sobre la renta física de las personas. Un recargo que, para los más ricos, llega al 13%, se añade al impuesto federal correspondiente (37%) y se aplica también a las rentas del capital. Texas, en cambio, es uno de los pocos estados que no tiene sobretasa federal, sino sólo impuestos sobre la propiedad.

Trasladarse a Texas era, ante todo, un negocio personal para el multimillonario Musk. Según Business Insider, Musk se habría ahorrado casi US$ 2.500 millones en impuestos al trasladar la oficina fiscal y la sede de Tesla. 

Sin embargo, es difícil imaginar que un genio empresarial como Musk decidiera abandonar Silicon Valley sólo por un ahorro fiscal personal. 

Desde hace meses, las mayores empresas estadounidenses están trasladando sus sedes a Texas, entre ellas Oracle y Hewlett Packard. Las atraen la fiscalidad, los bajos precios de la electricidad, un mercado inmobiliario dinámica y la singularidad del Estado.

  •  Texas formó parte del territorio mexicano hasta 1836. Luego fue una república independiente, y desde 1845 forma parte de Estados Unidos. Es casi un estado bilingüe: el 40% de la población se declara de origen hispana. Dos veces más grande que Alemania, en los últimos 30 años la población casi se ha duplicado, pasando de los 17 millones registrados en el censo de 1990 a 30 millones en 2022. 

De las 10 áreas urbanas más pobladas de Estados Unidos, tres están en Texas: Houston con 2,3 millones de habitantes, San Antonio con 1,5 millones y Dallas con 1,3 millones. La capital, Austin, sede de Tesla y undécima en la lista, cuenta con 1 millón.

  • Otro factor atractivo es el excepcional desarrollo económico de las dos últimas décadas. Desde 2002, el PIB real de Texas ha crecido a una media anual del 3%, más que la media nacional (2%). En los últimos 20 años, el peso de la economía tejana en el total nacional ha pasado del 7,7% al 9,2%. Si fuera un estado independiente, Texas sería la octava economía del mundo, un paso por detrás de Francia.

 Parte del auge económico se debe a la producción de petróleo que, gracias al innovador método de extracción del fracking (fractura hidráulica), se ha quintuplicado de 2010 a 2022. En la actualidad, Texas produce algo más de 5 millones de barriles de petróleo al día. Proporciona la mitad de la producción nacional y más que algunos estados petroleros como Irán e Irak. El precio de la gasolina en Texas es el más bajo de Estados Unidos. Tres dólares el galón, unos 80 centavos el litro.

Pero Texas es también el estado que, en términos absolutos, produce más energía a partir de renovables. Gracias sobre todo a la energía eólica, las renovables generan el 25% de las necesidades energéticas del estado. Este porcentaje es superior a la media nacional (12%) y podría crecer aún más si apostara por la energía solar. Grandes zonas del estado están deshabitadas y Austin se encuentra a la misma latitud que El Cairo. 

Texas también está a la vanguardia del sistema de transportes. El aeropuerto de Dallas es el segundo del mundo en tráfico de pasajeros (73 millones), sólo superado por el de Atlanta. Ahora el objetivo es conectar las principales ciudades tejanas con un sistema ferroviario, una solución poco utilizada hasta ahora en Estados Unidos. Recientemente han comenzado las obras de construcción de un tren de alta velocidad que conectaría Dallas con Houston en 90 minutos, en lugar de las cuatro horas que requiere actualmente el transporte por carretera. 

 Sin embargo, no faltan aspectos críticos. Durante una ola excepcional de frío en febrero de 2021, el sistema eléctrico de Texas mostró graves deficiencias. Millones de personas se quedaron sin electricidad y calefacción. Pero el sistema también entró en crisis durante los meses de verano, cuando aumentó la demanda de energía para los aparatos de aire acondicionado. 

Parte del establishment republicano denunció una supuesta sobreexplotación de las energías renovables y abogó por volver a una mayor dependencia del petróleo para evitar apagones en el futuro. También criticaron la nueva agenda climática de Joe Biden y la suspensión de los permisos para nuevas perforaciones en territorio federal estadounidense. 

Pero los verdaderos puntos débiles del sistema eléctrico de Texas son su aislamiento del sistema nacional y los picos de demanda, mientras que la nueva agenda de Biden sólo afectará marginalmente a Texas, ya que no hay una cantidad significativa de petróleo en tierras federales.

Para bien o para mal, Texas representa lo bueno y lo malo de Estados Unidos. Su progreso económico y demográfico influye como nunca en la economía, y podría ser aún más relevante en la política. 

Desde 1980, Texas siempre ha votado republicano en las elecciones presidenciales, pero en 2020 el margen entre los dos partidos (6%) fue el menor en veinte años. Si se convirtiera en políticamente bipartidista, Texas sería aún más decisivo para el destino de Estados Unidos.

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