Hace muchos años, cuando no había Internet, ni computadoras, ni celulares, los diarios se hacían de manera muy artesanal. Había pesadas máquinas de escribir Remington, teléfonos negros a disco y la información era traida personalmente por cada periodista. Solo había la asistencia de las agencias de noticias, que emitían cables interminables en teletipos, que se iban revisando constantemente.
Con una tarea casi manual, los periodistas iban hablando con los editores y había una mesa en la que se iban ubicando de mayor a menor los cables de la agencias, por importancia, ignorando por completo lo que estaban haciendo los diarios competidores, por lo que las tapas del día siguiente podían aparecer con títulos absolutamente diferentes y sorpresivos. Y había problemas cuando una noticia se había perdido.
El ritmo era febril. En los matutinos la tarea se iniciaba alrededor de las 15 horas, y se iba construyendo la edición, nota sobre nota, como si se tratara de ladrillos que van armando una pared. Alrededor de la mesa de los cables todos los periodistas íbamos dando vuelta, era lo usual, para saber lo último. Y hubo algunas ocasiones, no demasiadas, en la que el editor en jefe llegaba enloquecido, con los ojos rojos, con sus dos manos tiraba todos los cables al piso y gritaba: "Cambió todo".
Esta quizás aburrida introducción intentó explicar lo que significó para el mercado argentino la renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque del Frente de Todos en Diputados luego del cierre de los mercados de ayer. Hasta que los negocios estuvieron funcionando, sin conocer esa decisión, el día había sido positivo, no tan consistente como los números del viernes, pero con las acciones y los bonos ganando precio. El dólar estuvo un poco más sostenido, abandonó la baja, pero la rueda finalizaba en lo que los operadores denominan con "luz verde".
En el panorama del inicio de esta semana los analistas ya habían detallado que el "inicial list" del acercamiento entre el Gobierno y el FMI era muy positivo porque se había evitado el default del viernes, en un día en que todo parecía irse de cauce. Pero también advirtieron que ese preámbulo de acuerdo debía afrontar tres pruebas importantes: el primero, terminar con el silencio de Cristina, el segundo lograr un acuerdo en el Congreso y el tercero conseguir la aprobación del board (directorio) del FMI.
Durante todo el fin de semana el mundo financiero se la pasó analizando lo que había pasado entre el FMI y Argentina.
Inmediatamente, comenzaron a aparecer nuevas declaraciones de miembros del FMI que empezaron a ajustar un poco las tuercas, sobre todo después de la conferencia de prensa otra vez muda del ministro de Economía Martín Guzmán. Gita Gopinath, la número dos del FMI insistió en la importancia de reducir los subsidios a la energía. Y de hecho ayer confirmaron que se viene la suba del gas, ratificando que convocan a audiencia por el precio de la electricidad.
Expertos en energía salieron a detallar, además, que segmentar tarifas era un movimiento costoso, difícil e inútil, porque se repartiría gas y electricidad a muchísima gente a bajo costo, que significaría mantener un alto consumo, que no llegaría a ser pagado por el diferencial de suba que se hiciera con las zonas más acomodadas: "y el país no tiene los dólares necesarios para cubrir ese gasto, importar barcos de gas este año es cuatro veces más caro".
Toda esa combinación, más la aceptación de bajar a la mitad la emisión de pesos, la necesidad de subir la tasa de interés y, sobre todo, las auditorías trimestrales que realizará el FMI durante los próximos dos años y medio hicieron que durante todo el fin de semana llovieran críticas cáusticas desde todo el kirchnerismo. El silencio de Cristina sorprendía a propios y extraños. Y la oposición fue muy clara: si Cristina no da su aval irrestricto al acuerdo, desde Juntos por el Cambio estamos dispuestos a apoyar, pero no nos sentaremos en el Congreso si la vicepresidenta no se expide antes".
Con todas esas trabas, el mercado siguió en positivo. Los bonos subieron casi 1,5%, con buen volumen de negocios, por lo que el riesgo país cedió 117 unidades, hasta 1.724 puntos básicos. La Bolsa de Buenos Aires subió 3%, con 1.642 millones de pesos operados en acciones y 3.274 millones en Cedears. Los ADR argentinos en Nueva York festejaron con alzas en bloque de hasta 21%, con Edenor y Central Puerto arriba de todo, descorchando botellas por las tarifas nuevas por venir. El mundo bursátil también tuvo un buen día. Wall Street subió en promedio 2%, con el Nasdaq 3,4% arriba. Y hubo suba del 1,3% en México, con San Pablo algo más tranquilo, apenas 0,2% en alza.
El único canal que descolocó un poco a todos los inversores fue lo sucedido con el dólar, tanto afuera como adentro. Pendientes de Ucrania y de la Fed, las tasas largas de los bonos de EE.UU. se empinaron hasta 1,6% anual a 5 años, 1,8% a 10 años y 2,1% a 30 años, pese a lo cual el dólar global bajó en bloque contra todas las monedas. Tuvo descensos del 0,1 a 1,8% en Chile, Brasil, contra el euro, en México, contra la libra y el yen. Y en Buenos Aires, el dólar blue repuntó apenas, hasta 213 pesos, y lo único que hizo ruido fue el dólar fuga, Senebi, que saltó por los aires, subió 15,61 pesos hasta 244,61 pesos (en este canal se manejan los grandes inversores más informados).
El ritmo de las commodities
Las commodities no fueron gran noticia. El petróleo subió 1,2%, los metales preciosos estuvieron sostenidos, los metales básicos actuaron mixtos, los granos también estuvieron con cotización mixta (mejor la soja y mal el maíz y el trigo) y las criptomonedas recuperaron apenas, luego de testear a media rueda un nuevo piso que hizo comprar más ansiolíticos a los fanáticos del sector.
Pero como dijimos en el inicio de este comentario. La ruptura de Máximo Kirchner, con oposición absoluta al acuerdo con el FMI, con todos sus seguidores apoyándolo, y con una marcha en contra de la Corte Suprema que puede hacer mucho ruido hoy en Tribunales hicieron que conocer los números del mercado de ayer sea casi una anécdota. Ya que con la ruptura del FdT, cambió todo. Y hay que comenzar todo de nuevo.
