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La guerra comercial escala y se hace mundial

La guerra comercial podría provocar una recesión mundial bastante atípica por el lado de la oferta

Pablo Maas 04 diciembre de 2019

 Por Pablo Maas 

Lejos de amainar, la guerra comercial que Estados Unidos mantiene con China hace un año y medio ya se ha expandido al continente europeo y algunos disparos están llegando a Sudamérica. Donald Trump comenzó la semana anunciando aranceles para las exportaciones del aluminio y acero de Argentina y Brasil. Siguió el martes amenazando con imponer tarifas de hasta el 100% para unos U$S 2.300 millones en importaciones de alimentos y productos de lujo que Estados Unidos importa de Francia, como champagne, quesos y carteras, en represalia al llamado “impuesto digital” del 3% que el Gobierno de Emmanuel Macron quiere cobrar a gigantes de la tecnología estadounidense como Google y Facebook.

Trump, que se encuentra esta semana en Londres por el 70º aniversario de la OTAN, dijo que no tiene ningún apuro en negociar un arreglo a las disputas que mantiene con China en el comercio internacional y que suman centenares de miles de millones de dólares. “No tengo ninguna fecha tope”, dijo Trump a los periodistas. “Me gusta la idea de esperar hasta después de las elecciones (presidenciales del 20 de noviembre de 2020 en EE. UU)”, provocó. El 1º de setiembre, Estados Unidos impuso aranceles del 15% a unos U$S 125.000 millones de importaciones chinas de bienes de consumo, incluyendo parlantes, televisores y calzado. Y el 15 de diciembre vence un plazo para que entren en vigor tarifas de importación adicionales, esta vez para teléfonos celulares, computadoras y juguetes, entre otros productos.

Para empeorar las cosas, Beijing y Washington también se enfrentan en la crisis de Hong Kong. China acusa a ONG y al propio Congreso estadounidense de interferir en sus asuntos internos tras la aprobación de la “Hong Kong Human Rights and Democracy Act”, que entró en vigor el 27 de noviembre. Se trata de una ley federal que ordena al gobierno de EE.UU. a imponer sanciones a funcionarios chinos y de Hong Kong responsables de abusos a los derechos humanos. Previsiblemente, el gobierno chino reaccionó con furia ante la decisión, acusando a Washington de violar la ley internacional y las normas básicas que gobiernan las relaciones internacionales.

En un editorial, el Diario del Pueblo, órgano del gobernante Partido Comunista, advirtió esta semana que China está decidida a seguir adelante con los principios de “un país, dos sistemas” implementado en Hong Kong y Macao a fines de la década de 1990 y que “cualquier intento de interferir en los asuntos internos de China está destinado al fracaso”.

En la reunión de la OTAN, mientras tanto, Trump volvió a insistir en la necesidad de que Europa pague más por su defensa colectiva y que haga concesiones al comercio internacional. Los 29 miembros tienen como meta gastar el 2% de su PIB en defensa, pero Washington acusa especialmente a Alemania de retacear los pagos. Macron, el presidente francés, es fuertemente crítico de la OTAN (Francia se opuso en 2003 a la guerra de Irak), a la que describe como una alianza que no ha tenido ningún propósito estratégico desde el fin de la segunda Guerra Mundial y que padece de “muerte cerebral”. En Londres volvió a reafirmarlo. En un tweet, Trump le contestó: “Si invertimos dinero y ponemos la vida de nuestros soldados en riesgo en teatros de operaciones, tenemos que tener claro los fundamentos de la OTAN”.

Las tensiones entre Europa y Estados Unidos ya venían creciendo a causa de la disputa entre sus dos gigantes aeronáuticos, Airbus y Boeing, por acusaciones mutuas de subsidios. La amenaza de represalias comerciales contra el impuesto digital francés (que otros países europeos como Austria quieren imitar) no ha hecho más que arrojar más leña al fuego. El ministro de finanzas francés dijo que la amenaza de nuevos aranceles punitivos es inaceptable y la Comisión Europea lo respaldó, diciendo que el bloque va a actuar como los mosqueteros, todos para uno y uno para todos.

Más allá de los cruces de declaraciones, los enfrentamientos comerciales y las disputas políticas entre los tres bloques que dominan la escena global, Estados Unidos, China y la Unión Europea, ya están teniendo consecuencias concretas sobre la economía. Los enfrentamientos están haciendo crujir las cadenas de valor globales. Europa está coqueteando con una recesión, la economía china está atravesando su período de menor crecimiento en casi un cuarto de siglo y Estados Unidos está acentuando su aislamiento y unilateralismo. Se estima que en 2019, los aranceles a la importación que impone Washington finalizarán en un promedio del 6%, el nivel más alto en lo que va de este siglo.

La guerra comercial, agravada por condimentos políticos y militares, podría provocar una recesión mundial bastante atípica. Normalmente, las recesiones se originan en problemas de demanda. Por algún motivo, como apretones monetarios o fiscales, por ejemplo, la demanda se contrae y las crisis sobrevienen por problemas de sobreproducción. Pero esta vez, especuló recientemente The Economist, una posible recesión podría venir por el lado de la oferta, como está comenzando a insinuarse en los problemas que aparecen en el intercambio global. Solo hay un antecedente reciente de este tipo de recesiones, la provocada por el shock petrolero de 1973.

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