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En Argentina, la pobreza aumenta por los consensos equivocados

Hasta que llegó Milei, no había un político que cuestionara tan férreamente el exceso de gasto, la mala gestión del Estado, el financiamiento monetario del déficit, el cierre de la economía ni los privilegios y las prebendas a favor de intereses sectoriales, entre otras concepciones.

En Argentina, la pobreza aumenta por los consensos equivocados
Jorge Colina 05 abril de 2024

Allá por el año 2006, Argentina, Chile y Uruguay tenían tasas de pobreza más o menos similares. En Argentina, la pobreza era de 27%, en Chile de 29% y en Uruguay de 25%. Dos décadas después, en el 2023, la tasa de pobreza de Argentina subió al 42% cuando la pobreza en Chile y Uruguay bajó -según los institutos oficiales de estadísticas de cada país- al 7% y 10%, respectivamente.

Entre los economistas siempre aparecen los exquisitos metodológicos sosteniendo que estas comparaciones no son válidas porque las canastas básicas que definen la línea de pobreza difieren entre países y las mediciones en un mismo país usa criterio diferentes en distintos momentos del tiempo. Es cierto. Pero esto no puede ser óbice para ocultar una realidad inapelable: en Chile y Uruguay la pobreza bajó y en Argentina la pobreza subió.

La otra realidad inapelable es que esta divergencia no se produjo por una catástrofe natural o una guerra en Argentina. Entre los 3 países hay más similitudes étnicas, culturales, históricas, sociales y económicas que diferencias. Si hay diferencias, con alta probabilidad, sería a favor de Argentina que cuenta con más recursos naturales que ambos países vecinos.

¿Por qué en Argentina sube la pobreza cuando en Chile y Uruguay baja?

A comienzo del presente siglo, Argentina tenía un puesto de vanguardia en la región en las pruebas PISA de la OCDE que miden capacidades y aprendizajes en jóvenes de 15 años. Diez años después, en el 2022, Chile y Uruguay están a la vanguardia mientras que Argentina quedó muy rezagada en calidad educativa. 

Un botón de muestra: en Chile, el 25% de los jóvenes de 15 años de edad no tiene capacidades mínimas de lectura y matemática para acceder productivamente al mercado laboral, en Uruguay este porcentaje es de 30% y en Argentina es de 43%. Es decir, que en lo que va del presente siglo Argentina tuvo una retrogresión educativa importante. Por eso, hoy, muchos adultos no tiene nivel de educación suficiente para acceder a empleos decentes. Primer factor de pobreza.

En el 2013, cuando finaliza la gran bonanza internacional, Argentina alcanza su pico máximo de Producto Bruto Interno (PIB). Una década después, en 2023, su PIB tiene el mismo nivel. El tema es que la población creció 10% y, por lo tanto, el PBI per cápita es 10% inferior. Misma cantidad de panes (PIB) para mayor cantidad de bocas (población) hace que haya más familias pobres. Según datos de la CEPAL, en el mismo período, el PIB per cápita de Uruguay creció 20% y el de Chile 30%. Segundo factor de pobreza, en Argentina.

En el 2013, la inflación en Chile fue de 3% anual y en el 2023 fue de 4% anual y en Uruguay era de 8% en el 2013 y similar porcentaje en el 2023. En ambos países varió en el interregno, pero no mucho. En el 2013 Argentina no tenía medición oficial de inflación porque se intervino el Indec para distorsionar la medición, pero mediciones privadas la estimaban en 25%, lo cual ya era mucho al lado de Chile y Uruguay. En el 2023, la inflación fue de 134% anual y volando porque a diciembre 2023 fue de 211% anual.

Chile y Uruguay fueron mejorando la educación de sus habitantes, manteniendo una economía en crecimiento con estabilidad de precios (un dígito de inflación anual). Por eso, en estos países baja la pobreza. En contraposición, Argentina deteriora su sistema educativo, su economía no crece y la tasa de inflación es rampante. Sería un milagro si no creciera la pobreza, en Argentina.

Argentina se empobrece por sus pobres políticas públicas

El problema de Argentina es que sufre de un sólido consenso, en su clase dirigente, en torno a malas políticas públicas. 

Hasta la llegada de Javier Milei, no había un solo político que cuestionara, tan férreamente como lo hace el Presidente, el exceso de gasto público, la mala calidad de la gestión en el Estado, el financiamiento monetario del déficit fiscal, el cierre de la economía a las inversiones extranjeras y al comercio internacional, los privilegios y las prebendas a favor de intereses sectoriales, entre otras erradas concepciones de la política pública.

El ejemplo más palpable de cómo este consenso alrededor de políticas públicas equivocadas produce pobreza es, precisamente, la política asistencial. En el año 2017, la pobreza fue de 26% de la población y el gasto nacional en planes asistenciales representaba el 0,4% del PIB. Aquí es cuando se instala el consenso equivocado de que los planes asistenciales no deben ser retirados sino cambiados por empleos decentes haciendo que el empleador tome al beneficio asistencial como un subsidio al salario. 

Esto se ideó para respetar otro consenso equivocado que dice: no hay que tocar los intereses de las poderosas organizaciones piqueteras (poder que no surge de la gente sino de que se "adueñaron" del dinero público de los planes asistenciales). 

Esto se combinó con otro consenso equivocado y es que no hay tocar las leyes laborales ni los convenios colectivos de trabajo (que datan de las décadas del '70 y '80) porque implica tocar los intereses de los poderosos sindicatos (poder que no surge de la gente sino de la ley de negociación colectiva que les da el monopolio de la negociación colectiva).

Resultado: si hubo algún beneficiario de plan asistencial que consiguió cambiar el plan por un empleo decente habría que darle un premio; porque el problema de los empleadores para dar empleo decente son las vetustas leyes laborales y los arcaicos convenios colectivos de trabajo, que, por el consenso equivocado, son intocables.

Lo más paradójico es que los planes asistenciales pasaron de 250.000 en el 2017 a 1,3 millones hoy, el gasto asistencial pasó de 0,4% en el 2017 a 3% del PBI en el 2023 (se multiplicaron por 4 en términos reales) y la pobreza pasó de 25% a 42%. 

Fracaso más rotundo es difícil de demostrar. 

Todo por respetar los consensos equivocados.

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