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¿Cómo responderán la inflación y la actividad económica al pleno efecto del endurecimiento de la política monetaria?

Un nuevo año se acerca. Un nuevo set de interrogantes se avecina.

¿Cómo responderán la inflación y la actividad económica al pleno efecto del endurecimiento de la política monetaria?
Sofía Milagros Suardi 20 diciembre de 2023

A medida que 2023 llega a su recta final, deja tras de sí una serie de sobresaltos y acontecimientos económicos adversos que afectaron a la economía mundial. El año fue testigo de una inflación persistente que finalmente tiende a la baja de la mano de la implementación de una política monetaria fuertemente restrictiva y una moderación de los precios de las materias primas que también permitió atenuar la suba de precios. 

Simultáneamente, a medida que disminuían los ahorros acumulados por las familias durante la pandemia, se endurecían las condiciones monetarias y la política fiscal se volvía menos expansiva, la actividad económica empezó a ralentizarse, aunque a una velocidad disímil entre las economías. 

  • En este contexto, numerosos interrogantes se abren sobre el panorama económico para 2024 en tanto existe incertidumbre sobre una serie de factores económicos, políticos, geopolíticos y climáticos. 

¿Cómo responderán la inflación y la actividad económica al pleno efecto del endurecimiento de la política monetaria? ¿Habrá soft landing? En consecuencia, ¿mantendrán los bancos centrales sus tasas de interés más altas durante más tiempo o cumplirán con las expectativas del mercado y empezarán a pegar la vuelta más temprano que tarde? ¿Cómo afectará la incertidumbre política que imprimen las elecciones en países que representan el 60% del PIB mundial? ¿Afectará la tan necesaria consolidación fiscal? ¿Tendrá el aumento de las tensiones geopolíticas grandes efectos económicos? ¿Tendrán los fenómenos climáticos como El Niño efectos considerables en las economías de Sudamérica?

Con la economía estadounidense desafiando la gravedad en 2023, con una expansión prevista del 2,4% a pesar del fuerte endurecimiento monetario de la Reserva Federal, se refuerza la expectativa de un soft landing en 2024. Expectativa sustentada en la solidez de las hojas de balance del sector privado, la desaceleración prevista de la inflación y una mejora del lado de la oferta de la economía (impulso a la oferta de mano de obra y un repunte de la productividad) que permitirían que el PIB de Estados Unidos se expanda un 1,4% a lo largo del próximo año. 

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El escenario base es tasas en baja y soft landing

Sin embargo, si las condiciones financieras se relajan más de la cuenta (los mercados se enfrentan a la Reserva Federal), la inflación persiste y el mercado laboral no encuentra un punto de equilibrio, la Fed podría verse obligada a mantener las tasas de interés más elevadas durante más tiempo, lo que podría perjudicar las perspectivas económicas futuras. Sobre ello se monta la incertidumbre política de unas elecciones presidenciales fuertemente polarizadas con un Donald Trump que quiere volver a Washington y un Joe Biden que buscaría un segundo mandato. Ello podría pesar sobre las ya delicadas cuentas fiscales del país norteamericano cuyo déficit fiscal trepó a 6,3% del PIB en 2023 y que podría mantenerse en la misma órbita en 2024. 

Cruzando el Atlántico

Del otro lado del Atlántico el panorama es disímil para la Zona Euro, que lleva cuatro trimestres con un crecimiento cercano a cero y perspectivas a muy corto plazo que apuntan a un crecimiento igual de anémico. Sin embargo, la Eurozona podría salir de este periodo de estancamiento en la segunda mitad de 2024. 

En primer lugar, se espera que el agresivo ajuste monetario se modere, lo que aliviará las condiciones financieras. En segundo lugar, la crisis energética, un importante impedimento para el sector manufacturero debido a los elevados precios de la electricidad, está mostrando signos de remisión.  

Por otra parte, el deterioro de los salarios reales todavía ubica a los ingresos en niveles inferiores a los previos a la crisis frenando la demanda de los hogares. Estas tendencias sitúan a la Eurozona muy por detrás de Estados Unidos en términos de actividad económica. Sin embargo, el incipiente y simultáneo avance de los salarios nominales y la menor suba de precios podrían reanimar la demanda de cara a la segunda mitad del año próximo. 

La posibilidad de un desvío del sendero optimista donde los riesgos latentes de estanflación y pérdida de competitividad ante altos precios de la energía, y tensiones en mercados de deuda soberana podrían materializarse fácilmente ante disrupciones externas como pueden ser un nuevo conflicto/escalada que dispare los precios de los hidrocarburos; o traspiés internos producto de un incumplimiento de las reglas fiscales que se reintroducen en enero en un contexto de elecciones parlamentarias.

En esta línea, el escenario más probable es que los bancos centrales finalmente hagan un pívot hacia la baja de tasas de interés a partir del segundo semestre de 2024 pero avanzando con cautela y manteniendo un sesgo hawkish para no quedar dos veces en offside frente a la inflación. Lo más probable es que la Reserva Federal de el puntapié inicial en junio de 2024, con un recorte inicial de tasas de 25 puntos básicos, seguido por el BCE y el Banco de Inglaterra. 

China y otros riesgos

A este panorama internacional se suma un desempeño de la economía china que, si bien exhibiría un crecimiento cercano al 5,2% en 2023 luego de que las numerosas rondas de estímulo impulsaran la demanda, convive con tensiones en los mercados inmobiliarios, elevada deuda de gobiernos locales y otros problemas estructurales (riesgos de deflación, trampa de renta media, envejecimiento poblacional, tensiones geopolíticas con Estados Unidos, entre otras) que llevarían a que el crecimiento se ralentice en 2024 (a la zona del 4,5%). 

El menor crecimiento de China de los últimos años se debe a poderosas fuerzas que son difíciles de cambiar.
 

Volviendo a hablar de riesgos, si bien no es nuestro escenario base, de combinarse una mayor ralentización de la economía china con una estanflación en Europa y un contexto de tasas que permanezcan elevadas en Estados Unidos en conjunto con un dólar fortalecido, las materias primas tanto agrícolas como energéticas podrían tener un largo recorrido bajista por delante. Materias primas que hoy se ubican 26% y 34% por encima de los valores previos a la pandemia y 12% y 11% por sobre los valores de la década previa. 

Asimismo, también existe la incertidumbre que imprime el fenómeno climático El Niño sobre las cosechas de Sudamérica (poniéndole un piso a los precios de los granos y derivados) y el riesgo de una escalada en la guerra entre Rusia y Ucrania y/o una expansión del conflicto en Medio Oriente que podrían tener el efecto opuesto sobre los precios, principalmente de los hidrocarburos. Ello podría derivar en un nuevo repunte inflacionario que a su vez lleve a que los bancos centrales mantengan, o incluso elevan, las tasas de interés con economías en algunos casos ya debilitadas.    

En este complejo entramado de acontecimientos y focos de tensión mundiales, el arte de la previsión es, a veces, arriesgado, por lo que un mapa, o una breve descripción como la recién presentada, que permita visualizar los riesgos de cara al próximo año puede ser un gran activo. 

 

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