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Argentina, una vez más, a contramano de la región

A contramano de los bancos centrales de la región, en Argentina no parece haber intención de corregir el curso de la política monetaria

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15 agosto de 2021

Por Sofía Milagros Suardi (*)

En el contexto de crisis provocado por el Covid-19, los bancos centrales de todo el mundo iniciaron un ciclo de política monetaria laxa.

Con la Reserva Federal de Estados Unidos a la cabeza, quien bajó la tasa de interés a cero y comenzó a expandir su hoja de balance a un ritmo de US$ 120.000 millones mensuales con el fin de darle liquidez al mercado, el resto de los responsables de política hicieron lo suyo en la medida que les fue posible.

Hoy, con vistas de que la crisis desatada por la pandemia podría estar cerca de su fin, los bancos centrales comienzan a discutir, y en algunos casos tomar acción, el camino hacia la normalización de la política monetaria. En el caso de las economías avanzadas la discusión actual se centra en el momento en el cual se comience a disminuir el ritmo de compra de activos (hoja de balance) y, en el caso de las economías emergentes, el debate está un paso más adelante: en un sendero de suba de tasas.

La combinación de una aceleración en la inflación y una reactivación de la actividad económica más firme de lo originalmente pensado llevó a que en Estados Unidos apareciera la posibilidad de dos subas de tasas sobre el cierre del 2023 y que la Fed pueda comenzar a recoger el barrilete antes de fin de año.

En el debate en torno a la persistencia de la inflación, los datos de julio parecieran darle la derecha a Jerome Powell, presidente de la Fed. Los rubros que venían traccionando la suba de precios mostraron una tregua en el margen -vehículos usados, tarifas aéreas, alojamiento-. De todas formas, Powell reconoció recientemente que los riesgos de inflación se inclinaban al alza a corto plazo.

Ahora bien, incluso con la mayor inflación de los últimos 13 años, la Reserva Federal puede darse el lujo del wait and see, permanecer bajo la política actual y ver si la tendencia se revierte en el corto plazo antes de actuar. Por el contrario y volviendo el ojo a Latinoamérica, los responsables de política, con menores grados de libertad, ya empezaron a tomar cartas en el asunto.

América Latina, con más inflación

La inflación en Brasil volvió a pisar el acelerador en julio y el alza de precios respecto de un año atrás rozó el 9%. Frente a una escalada persistente de los precios en un país que en 1990 atravesó una hiperinflación (la inflación promedio de ese año fue de 2.950%), el BCB, preocupado por su credibilidad, reaccionó subiendo la tasa de referencia (Selic) 325 puntos básicos desde marzo.

La Selic comenzó el año en un mínimo histórico de 2%, y el banco central en la última reunión de política la subió un punto porcentual hasta 5,25%, mayor incremento desde el 2003. Incremento que podría replicarse en la próxima reunión de septiembre y que va en línea con las expectativas del mercado de que ésta cierre el año en 7,25%.

La inflación anual de México fue de 5,8% en julio, mientras que la de Chile alcanzó 4,5%. Los bancos centrales de ambos países tienen como objetivo una inflación del 3%, más/menos un punto porcentual. En este sentido, el Banco Central de México definió su segunda suba de tasa de política monetaria consecutiva, en este caso fue de 25 puntos básicos, lo que la ubicó en 4,5%.

Más allá de que la inflación se haya desacelerado en julio en algunos países de la región, tal es el caso de México donde pasó de 6,1% en abril a 5,8% en julio, las presiones sobre los precios continúan presentes: precios altos de commodities, recuperación de la demanda interna, shocks de oferta, por nombrar los principales, son factores que vienen impulsando los precios desde principios de año y que las economías emergentes con un historial reciente de alta inflación no se pueden dar el lujo de ignorar más allá de que se pueda tratar de factores transitorios o que se encuentren por fuera del alcance de la política monetaria (caso de los precios de la electricidad en Brasil derivados de una sequía que impide generar energía hidroeléctrica y ésta debe generarse por mecanismos alternativos de mayor costo).

Uruguay subió el miércoles la tasa de política monetaria de 4,5% a 5% y Perú llevó adelante su primera suba en 5 años el jueves (25 pbs elevándola a 0,5%).

Asimismo, el Banco Central de Colombia indicó que podría unirse pronto a la tendencia regional de endurecimiento de la política monetaria. Así, frente a una inflación que se acelera y una recuperación en la actividad que supera las expectativas, América Latina comienza a desarmar el estímulo monetario.

A contramano de los bancos centrales de la región, en Argentina no parece haber intención de corregir el curso de la política monetaria en términos de tasa.

A diferencia de los bancos centrales de México, Chile o Brasil, quienes poseen metas de inflación y a la tasa de política monetaria como herramienta principal de reacción frente a shocks que requieran enfriar o estimular la economía, en Argentina la tasa de las Leliq se mantiene en 38% nominal anual desde noviembre más allá del curso que tomaron los precios.

Hacia adelante se abre el interrogante de si habrá o no modificaciones en el curso actual de la tasa de política monetaria. Hay quienes ven una baja de tasas en el horizonte próximo fundamentado en la necesidad de minimizar el costo por pago de intereses, facilitar el acceso al crédito y allanar el camino del Tesoro en las próximas licitaciones frente a la necesidad de rollear su deuda.

Sin embargo, con una inflación mensual que en julio no logró romper la barrera del 3% y una economía en estado de recuperación con tasas reales negativas por más de un año, el dilema que se presenta es cuál de las dos variables priorizar.

Con el acceso al crédito en dólares a una tasa prohibitiva, en un contexto en el que el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) se sigue dilatando para después de las elecciones, existe en simultáneo un aumento en la presión cambiaria con un BCRA que está empezando a perder reservas y un Tesoro que comienza a encontrar dificultad en la renovación de los vencimientos de pesos en un contexto de mayor déficit fiscal electoral que cubrir en los meses que siguen.

En ese marco, el BCRA decide mantener la tasa ajeno a lo que pasa en el resto de la economía, sumándole que esta herramienta lejos está de ser un mecanismo de coordinación en una economía sin un plan macroeconómico detrás.

(*) Analista de Eco Go

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