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El camino de la cooperación exponencial metropolitana

Impulsados por el doble despliegue del crecimiento exponencial de los datos y de la emergencia ecosistémica, las bases están sentadas para captar los recursos, ideas y liderazgos para prototipar y escalar modelos de producción y consumo resilientes.

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Alejandro Orozco 15 diciembre de 2023

Con foco en las ciudades, se está gestando una doble revolución, cuya transformación es inanimada y tiene la potencia de combinar la inteligencia humana con décadas de desarrollo tecnológico. 

Animados por la emergencia climática, alcaldes, emprendedores, ciudadanos y líderes civiles se encuentran con la misión de transformar la ingente cantidad y variedad de datos en soluciones creativas para desbloquear la transición hacia una sociedad baja en carbono. 

Ello supone construir una hoja de ruta basada en una estructura de cooperación que una las tendencias internacionales con las realidades locales aprovechando el financiamiento, las capacidades técnicas y las experiencias compartidas. 

Ante problemas globales, soluciones regionales y locales. Con esta perspectiva, podemos observar cómo nuestra realidad se ve marcada, en primer lugar, por lo que el Banco Mundial ha denominado una triple crisis, de desarrollo, climática y de naturaleza. En efecto, nos encontramos ante una circunstancia en la cual el desarrollo apoya a la resiliencia de las poblaciones y esta última permite afianzar las respuestas de los territorios a las turbulencias ambientales y sociales sin perder de vista el horizonte de una mejor calidad de vida. 

Sin embargo, para lograr dicha meta, se requiere de un contexto político-económico local que apoye la adaptación de las comunidades y de una comunidad internacional que catalice la transición. Para una región tan expuesta a los efectos del cambio climático como América Latina y el Caribe, el cuadro de situación está marcado, según datos de CAF, por un aumento de las temperaturas de alrededor de 1,8°C hacia 2040, un incremento y frecuencia sostenidos de los eventos extremos y las persona afectadas, así como también la progresiva degradación de los ecosistemas y la infraestructura económica. 

La raíz de estas condiciones y los posibles escenarios a futuro se encuentran en el camino de emisiones históricas de gases de efecto invernadero (GEI) de la región (11% del total) y en su participación en el complejo de emisiones actual (10% del total). 

Por su parte, se encuentra en marcha una auténtica evolución de la generación, transformación y uso de datos masivos para el desarrollo. Desde su recolección, pasando por su análisis y aprovechamiento para la toma de decisiones estratégicas, las herramientas de ciencia de datos e inteligencia artificial (IA) están moldeando la manera en la que operan los agentes de cooperación internacional. 

En este proceso son claves las tecnologías convergentes (análisis de imágenes satelitales, blockchain, tecnología móvil, aprendizaje automático, gestión de bases de datos, entre otros) en combinación con incentivos y regulaciones para la anonimización de datos, profundizar su detalle, su intercambio y reutilización. En esta vía, se pueden alcanzar respuestas más rápidas a desastres naturales, ejercer un monitoreo en tiempo real de los indicadores climáticos, mapear inteligentemente las necesidades y comportamientos de las poblaciones, a la vez que predecir escenarios que impacten en la gestión de ecosistemas. 

Quienes están especialmente posicionadas son las ciudades, ya que son quienes experimentan más frecuentemente las olas de calor, sequías, incendios forestales e inundaciones, al tiempo que funcionan como "laboratorios vivos" de servicios basados en datos gracias a sus profesionales y flexibilidad regulatoria. Tal como ha afirmado la especialista Marcela Riccillo, lejos de significar una barrera, este fenómeno habilita nuevas posibilidades para el desarrollo humano en tanto y en cuanto se desarrollen las habilidades necesarias para una convivencia armónica. 

El vehículo y nexo entre ambas tendencias es la arquitectura de cooperación internacional urbana. A partir del último relevamiento realizado por la Red Argentina para la Cooperación Internacional (RACI), los programas y proyectos en América Latina y el Caribe se orientan a las modalidades de ayuda humanitaria, financiera y científico-tecnológica, con foco en la salud y reducción de la pobreza, dirigida hacia niños, niñas, adolescentes y mujeres, con predominio de agentes multilaterales (BID, CAF, Banco Mundial) y de países del norte global. Ello refleja el escaso lugar que conservan el ambiente y el cambio climático dentro de estos esquemas. 

Al complementar este panorama con datos de Aid Atlas, encontramos una clara orientación de la cooperación hacia esquemas de deuda y hacia la mitigación del cambio climático, con un desbalance respecto a la adaptación y la reducción de riesgos de desastres. 

¿Qué dificultades se presentan para quienes demandan esta arquitectura para implementar soluciones resilientes? Desde el aspecto organizacional, una desigualdad de recursos, comunicación y capacidades entre las entidades más profesionalizadas y las comunitarias / de base; desde los cooperantes, una falta de correspondencia entre las necesidades de las comunidades y la agenda de los donantes, junto con una gran heterogeneidad de procedimientos para poder acceder exitosamente a los frutos de una colaboración sinérgica. Como consecuencia, se reduce el alcance y las herramientas con las que pueden contar gobiernos locales y entidades comunitarias. 

A nivel agregado, los participantes de los procesos de cooperación para el desarrollo sostenible se enfrentan a una serie de desafíos que necesitan ser dilucidados para aprovechar la movilización liderada por los datos para conseguir alcanzar los objetivos del Acuerdo de París y la Agenda 2030. El ecosistema de lo que el Foro Económico Mundial ha llamado "datos como bien común" demanda, desde el espectro de la recolección de los datos, una infraestructura digital sólida, un marco legal comprehensivo para garantizar la privacidad de los datos, así como la interrelación entre los sistemas de información para evitar duplicidades o inconsistencias. 

Desde el lado de la explotación de los datos, el Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) resalta la necesidad de tomar acciones preventivas frente a actores maliciosos cuyos objetivos son, entre otros, la supresión de la libertad de expresión, la persecución de minorías, el robo de identidades y el fraude financiero. Además, es relevante mencionar que un análisis y visualización efectivos de los datos requiere de habilidades técnicas elevadas (analistas, ingenieros, especialistas en inteligencia de negocios, entre otros), muchos de los cuales son alarmantemente escasos y volátiles en los países en desarrollo. Estas situaciones son el puntapié necesario para que agentes públicos y privados establezcan estructuras de incentivos (económicos, técnicos, políticos) para una cooperación transsectorial. La solución para potenciar el avance tecnológico y mitigar los riesgos de su integración a la toma de decisiones para ciudades resilientes está en una nueva arquitectura a imagen del cambio exponencial. 

En el escenario, global las metrópolis encuentra en alianzas como C40, Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU), y Gobiernos Locales por la Sustentabilidad (ICLEI) plataformas para canalizar innovaciones institucionales y potenciar su voz en los foros de cambio climático. Al mismo tiempo, estas instancias pueden ser utilizadas para impulsar la toma de decisiones climáticas basadas en la evidencia, a través de estrategias de gobernanza y uso de algoritmos para el desarrollo como las propuestas por Fundar o de instrumentos consolidados como el Proyecto de Divulgación de Carbono (CDP). 

Otras formas de impulsar el cambio son la difusión de las acciones locales vía iniciativas colaborativas como NAZCA de la ONU y la utilización de portales como el Atlas ODS del Banco Mundial por parte de la ciudadanía para auditar los progresos de cada territorio. Estas instancias muestran que el circuito de la evidencia es una fuente de inspiración para quienes buscan superar la espiral de riesgo climático. 

En medio de negociaciones internacionales que buscan consolidar un "salvavidas a la acción climática", los habitantes de cada ciudad de América Latina y el Caribe cuentan con herramientas para traccionar un cambio de raíz. Impulsados por el doble despliegue del crecimiento exponencial de los datos y de la emergencia ecosistémica, las bases están sentadas para captar los recursos, ideas y liderazgos para prototipar y escalar modelos de producción y consumo resilientes. Ya sea por canales civiles o gubernamentales, es claro que el desafío final pasa fundamentalmente por la habilidad de las ciudades para traducir localmente los compromisos que han consensuado a nivel internacional. 

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