En las últimas semanas, la relación bilateral entre Estados Unidos y Rusia se ha deteriorado notablemente, afrontando su mayor momento de tensión desde el fin de la Guerra Fría.
Hace un mes, Joe Biden dijo que su par ruso era un “asesino” (“killer” en inglés), lo cual derivó en que Moscú llamara a consultas a su embajador en Washington. Luego de ese episodio, el líder demócrata le propuso a Putin realizar una cumbre en un tercer país para mejorar la relación, aunque esa posibilidad fue puesta en jaque dos días después por el propio Biden, quien decidió sancionar económica y diplomáticamente a Rusia.
Entre muchos de los asuntos que enfrentan a estas dos potencias, se pueden destacar la militarización de la frontera ruso-ucraniana, la injerencia del Kremlin en las elecciones norteamericanas, el gasoducto Nord Stream 2 y el encarcelamiento del opositor Alexei Navalvy.
Debido a los últimos ataques que ha sufrido su país, ayer Vladimir Putin advirtió a Occidente que no cruzara las “líneas rojas” o debería responder duramente a las provocaciones.
"Queremos buenas relaciones y realmente no queremos quemar puentes. Pero si alguien confunde nuestras buenas intenciones con indiferencia o debilidad y tiene la intención de quemar o incluso volar estos puentes, debe saber que la respuesta de Rusia será asimétrica, rápida y dura", dijo Putin ante el Parlamento ruso.
"En algunos países, han desarrollado un hábito muy indecoroso de meterse con Rusia por cualquier motivo, y la mayoría de las veces sin ningún motivo. Es casi una especie de deporte. Espero que nadie tenga la idea de traspasar una línea roja con Rusia. Los organizadores de cualquier provocación que amenace nuestros intereses de seguridad fundamentales se arrepentirán de lo que han hecho como si nunca hubieran lamentado nada en mucho tiempo", agregó con tono amenazante.
