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Abas Tanus Mafud: “Los países del Golfo intentan diversificar sus economías”

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Damián Cichero 22 febrero de 2021

Por Damián Cichero

Uno de los fenómenos que más se ha desarrollado en los últimos años es el de los fondos soberanos de inversión. Con ellos, los países árabes también han aumentado su poderío e influencia internacional. Abas Tanus Mafud, politólogo y experto en economía, ha publicado recientemente el libro “Los capitales árabes en Argentina”, en el que analiza el impacto de este fenómeno en el país. En una entrevista exclusiva con El Economista, el autor desarrolla las principales ideas de su libro y qué puede suceder a futuro.

¿Cómo han aprovechado los países de Medio Oriente el auge de los fondos soberanos de inversión?

Hay que dejar en claro que, para los países del Golfo, esto no es algo nuevo. Esto son países con poblaciones pequeñas y con muchos recursos económicos que no pueden resolver el asunto de la excesiva liquidez. Por eso, sabiendo que, en algún momento, el gas y el petróleo se van a acabar, intentan diversificar su economía. El primer país en crear este tipo de instrumentos fue Kuwait, en 1953, casi al mismo tiempo en que se independizó, lo cual demuestra que no es un fenómeno nuevo. Sin embargo, con la globalización, los fondos comenzaron a tener un rol más activo. Se empezó a invertir en países como Francia o el Reino Unido y otras economías centrales, principalmente en activos financieros. Después, con los años, entendieron la necesidad de ampliar su visión. Al mismo tiempo, se dieron algunos fenómenos políticos propios, como la formación de Emiratos Arabes, lo cual a su vez hizo que mutara el uso que se le daba a sus recursos. Un ejemplo es el surgimiento de Dubai o Abu Dhabi como centros comerciales y turísticos. A medida que van mutando, cada país elabora su “Plan de Visión”, que buscan diversificar la economía a través de la generación de servicios, entendiendo que su futuro está ahí. Un ejemplo de esto es la aparición de Emirates o Qatar Airways. Apuntan a todo lo que es comercio, logística, transporte aéreo, etcétera. Ellos se ven beneficiados cada vez que el precio del petróleo aumenta, lo cual permite que tengan un mayor sobrante de capital. Una parte de ese capital va a las reservas y otra, a los fondos. Para asegurarse su futuro, invierten en activos atractivos como acciones o a través de potenciar su presencia en el mercado internacional.

¿Su experiencia en el rubro les da una ventaja a los países de Medio Oriente?

En los últimos años, entre los 10 primeros fondos, sí o sí, se encontraban 3 o 4 de origen árabe. Esto ha cambiado la forma en la que los estados manejan las finanzas. No es el estado que conocemos nosotros con una empresa estatal que posee su lógica de trabajo. Son capitales públicos en empresas con lógica privada y de mercado. En 2017, varios países de la región deciden bloquear a Qatar por temas geopolíticos. Ante ese suceso, Francia, en vez de cuestionar el accionar de Qatar, avanzó con sus acuerdos bilaterales comerciales. Esto sucedió porque ya hay una mayor presencia de las economías árabes en los países desarrollados, como sucede con Qatar, que tiene acciones en Volkswagen. Así han adquirido nuevas herramientas para negociar. Otro ejemplo puede ser lo sucedido en la crisis financiera de 2008. Varios fondos salieron a comprar acciones de los bancos para evitar su derrumbe. Ya no es solo la posición geopolítica de tener petróleo. Ahora tienen capital y están insertos en el sistema y tienen herramientas para resolver crisis mundiales.

¿Cómo impacta esto en Argentina?

La relación de la Argentina no ha sido homogénea con todos los países de esa región. Por ejemplo, en el caso de Kuwait, es uno de los estados con los que tenemos mayor relación. La participación en la Guerra del Golfo hizo que se oficializaran las relaciones bilaterales entre ambos países. Tras esa participación, la provincia de Santa Fe se convirtió en 1994 en la primera en acceder a un crédito de ese fondo para la construcción de carreteras. Hoy hay tres obras: un acueducto en San Juan, un acueducto en Santa Fe y una planta potabilizadora en Buenos Aires. Con Qatar y Emiratos la situación es diferente. Primero vinieron sus empresas y después se establecieron las relaciones bilaterales. Por ejemplo, Emiratos entendió que debía estar en la Argentina y Brasil para ser parte de las terminales aéreas más importantes de la región. Otro ejemplo es Dubai Ports, que maneja un par de terminales en el puerto de La Plata. Ahora, uno de los proyectos a los que apunta Qatar es el de seguridad alimentaria, teniendo en cuenta que su territorio no puede cubrir esas necesidades. En esa línea, se están dando nuevos e interesantes proyectos. Por eso, ha habido mucha relación, aunque no han sida homogéneas. En el caso de Kuwait, quienes más aprovecharon esto fueron las provincias. A partir de 2010, poscrisis financiera, la necesidad de capital hizo que las relaciones se intensificaran, principalmente porque estos fondos no eran parte de los principales e históricos proveedores de dinero, como son el FMI o el BM. Podemos decir que este no ha sido un fenómeno estudiado, pero siempre ha existido. Y, en general, han sido las provincias quienes captaron más rápido esta lógica para obtener los recursos. Además de las provincias mencionadas, hoy Córdoba y Corrientes están negociando para ser parte de esto, ya que son créditos muy accesibles, con muchos años de gracia, con bajas tasas de interés y mucho tiempo para devolver el dinero.

¿Por qué no ha explotado el uso de estos créditos árabes?

Uno de los problemas es el desconocimiento. Debemos entender qué se busca del otro lado y qué podemos dar nosotros. Nos centramos en EE.UU., China y Rusia porque son los polos más grandes y conocidos. Pero estos nuevos actores permiten negociar de par a par, y no en una relación de poderoso-débil. Para eso debemos estudiar más cómo piensan los árabes. Además, debemos resolver nuestros problemas macroeconómicos para que ellos tengan mayor seguridad a la hora de invertir acá, porque obviamente ellos desean invertir en lugares seguros. Ahora, entre los problemas del país y la pandemia se fueron Qatar y Emirates.

¿Hubo una política nacional para intensificar estas relaciones?

Cada vez que un fondo se acercó a la Argentina, automáticamente se aprobó un acuerdo a nivel estado. Viene una empresa privada, ofrece una inversión y eso facilita la firma de acuerdos. En la agenda del Frente para la Victoria (FpV), había una visión sur-sur, lo cual era un marco de referencia que promovía las conversaciones más políticas. Con la llegada de (Mauricio) Macri, las relaciones apuntaban más a la parte económica que a la de foros internacionales y políticas.

Además del impacto económico, ¿cuál ha sido el impacto cultural de esto?

Se vio un cambio muy grande. Se pasó de un desconocimiento total, en el que no se sabía ni dónde quedaba la región, más allá de Israel o Siria. El turismo hacia esa región ha aumento significativamente. Además, esto es una victoria para los países del Golfo porque pueden mostrar al mundo lo que han hecho. También se han dado muchos contactos y convenios educativos entre ministerios de educación, embajadas y universidades. De repente, ellos están más cerca en el imaginario nuestro. El Golfo se ha metido en nuestra agenda cultural gracias a un largo trabajo, como es el simple caso de patrocinar equipos de fútbol y ver sus logos en las camisetas. Quizás el mejor ejemplo sea el próximo Mundial de Fútbol en Qatar, en 2022. Lo que queda pendiente es la parte literaria. Ambos lados deben ahondar en eso, aunque a largo plazo sucederá.

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