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Ceder ante las redes sociales

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13 noviembre de 2020

Por Agustina Ordoñez (*)

Desde que empezaron a operar las redes sociales existe un cuestionamiento sobre el verdadero negocio detrás de ellas: los datos personales. Se han hecho documentales, “The Great Hack”; películas, “El Círculo” y libros, “El libro de los rostros”, para analizar y comprender el alcance de estas plataformas en nuestra privacidad.

Hoy, cumpliendo casi nueve meses desde el decreto de Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio, los argentinos nos encontramos en una experiencia de encierro, al estilo “Gran Hermano”. Sin embargo, como seres humanos que somos, tenemos una necesidad intrínseca de socializar. Entonces, la pregunta es qué están haciendo los argentinos para satisfacer dicha necesidad y a qué costo.

Socializar en aislamiento

El portal de estadística Statista, en un estudio del mes de mayo, muestra el impacto que tiene el aislamiento en las redes sociales. En él se observa la variación en el número de publicaciones en redes sociales en marzo de 2020, en comparación con el mismo mes del año anterior. Para este período, en Argentina el uso de las redes creció 9,1%. Si consideramos que recién el 20 de marzo el presidente, Alberto Fernandez, declaró la cuarentena obligatoria, la cifra sobre su uso aumentó considerablemente.

Por otro lado, la empresa especializada en investigación de mercado online OhPanel reveló en un informe de principios de junio que aumentó la comunicación por Internet con seres queridos, amigos y conocidos.

Efectivamente, tal como expresa Aristóteles en su libro “Política”, el hombre es un ser social, el único animal que tiene palabra. Resulta lógico, entonces, que exista una necesidad entre los seres humanos de comunicarnos y de ser escuchados y, de esa forma, generar comunidad.

Según Sarah-Jayne Blakemore, especialista en neurociencia de la University College London, los seres humanos somos una especie “exquisitamente social”. Aún más, en uno de sus estudios, Blakemore afirma que desde que nacemos estamos constantemente leyendo las acciones, gestos y rostros de los demás en términos de estados mentales y emociones subyacentes, en un intento de descubrir qué piensan y sienten otras personas, y qué están a punto de hacer a continuación.

Las palabras del filósofo y la doctora evidencian que los seres humanos tenemos la necesidad de comunicarnos, entablar relaciones sociales y mantenenrlas. En concordancia, los informes muestran a la sociedad argentina necesitada de hacerlo y, en este contexto, en el cual resulta imprecindible socializar, los argentinos se volcaron a las plataformas de redes sociales. Sin embargo, el quid de la cuestión es: ¿saben realmente qué implica y qué aceptan cuando navegan, publican y comparten información en las plataformas de redes sociales?

El contrato secreto: los términos y condiciones

Beatriz Busaniche, presidenta de la Fundación Vía Libre, una organización no gubernamental que se dedica a defender los derechos fundamentales en el entorno digital, manifiesta que “los términos y condiciones de una plataforma son fundamentales porque son el marco legal que de alguna forma regula lo que se puede hacer en un determinado espacio de intercambio que, en sí mismo, es un espacio privado, pese a que muchas veces se considera erróneamente a las redes sociales como la nueva esfera pública”. Agrega: “Lo cierto es que antes de una esfera pública son un espacio privado, de mediación, de muchos debates públicos, pero eso no las convierte en una esfera pública perse. Por lo tanto, los términos y condiciones son el elemento central para ver qué es lo que uno cede, qué es lo que uno acepta y qué es lo que condiciona la propia participación. Es decir, son las reglas de juego de ese espacio en el que nos relacionamos”.

“Los términos y condiciones de las redes son sus propias constituciones. Son redactadas por ellos mismos, y están previstas todas las infracciones y todo lo que infringe las normas comunitarias y de convivencia de los usuarios”, explica Martín Leguizamón, abogado especialista en delitos virtuales.

De acuerdo con una encuesta online realizada para esta nota durante el segundo fin de semana de junio a 114 personas que residen en Argentina, el 99,1% tiene una cuenta activa en alguna plataforma de red social, pero el 61,4% admite que nunca leyó, ni siquiera una vez, sus términos y condiciones. De aquellos que sí los leyeron alguna vez, el 70% no los leyó hasta el final.

Esta muestra, aunque aleatoria y pequeña, podría considerarse que no está muy lejos de la realidad, ya que, según explica Busaniche, “cuesta creer que quienes realmente leen esos términos de usos aceptan muchas veces lo que éstos implican. Ahí hay una señal de que los términos no son efectivamente leídos, porque muchas veces los términos que plantean son simplemente inaceptables”.

A pesar de que ambos expertos hacen hincapié en la importancia de conocer y leer las reglas del intercambio de las plataformas de redes sociales que se utilizan y que casi el 70% de la opinión de las personas encuestadas concuerda con su importancia, los usuarios deciden no leerlas.

Entre las razones principales por las cuales los encuestados no leen los incisos legales, se debe a diversas razones: son demasiados largos, poco amigables a la lectura, por falta de tiempo y no puede hacerse nada para modificarlos. En este sentido, Leguizamón explica que “la gente no los lee porque, a esta altura del partido, ya saben que por más de que los lean, es un contrato de adhesión”.

¿Qué costo estamos pagando?

“El verso de que es gratis Internet es mentira, porque el verdadero petróleo u oro de las tecnológicas son los datos de la gente”, declara el abogado Leguizamón.

Ciertamente, los usuarios no pagan por el uso de las plataformas, o al menos no lo hacen del modo convencional (con dinero). El costo que tiene el uso “gratuito” de las redes sociales es la cesión de derechos y de la privacidad: cesión de derechos de imagen, de propiedad intelectual, de autor, y de datos propios, de amigos y de familiares.

Si bien es verdad que al aceptar las reglas el usuario queda expuesto, eso no implica que no existan canales a través de los cuales se puedan regular estas situaciones. Y, aunque muchas plataformas digitales basan su regulación de intercambio de acuerdo con la legislación del país donde tienen su sede principal, no están exentas de respetar las leyes donde operan.

En Argentina, no existe una legislación que regule la responsabilidad subjetiva de estas empresas en materia de contenidos. No obstante existe un caudal interesante de jurisprudencia. A pesar de que aún queda mucho camino por recorrer con respecto a la responsabilidad de las redes sociales frente a este tema, es nesceario tomar conciencia sobre el verdadero costo que se asume como usuario al utilizar este tipo de plataformas.

Para poder lograrlo, Busaniche propone “hacer un trabajo educativo, de sensibilización y de facilitación. Hay que instar a que las plataformas presenten sus términos y condiciones en un lenguaje llano y para todo público. Los que deben leer los términos de uso no son abogados, sino que son usuarios finales, es decir, los tienen que leer personas independientemente de su formación en derecho. Deben estar presentados de manera sencilla y fiel a lo que los términos de uso expresan”.

(*) Politóloga (USAL) y Maestrando en Periodismo (UdeSA ? Clarín)

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