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La UE se acerca a EE.UU.

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Héctor Rubini 24 agosto de 2020

Por Héctor Rubini Economista de la Universidad del Salvador (USAL)

El viernes pasado la Unión Europea mostró que su política comercial comienza a adaptarse a una agenda global rumbo a un comercio internacional cada vez más condicionado por acuerdos bilaterales. El comisionado de la Unión Europea, Phil Hogan y el Representante de los Estados Unidos en Comercio Exterior, Robert Lightizer, anunciaron una serie de bajas arancelarias en el comercio bilateral, que es el primer acuerdo cerrado entre ambas partes en las últimas dos décadas.

La UE se ha comprometido a eliminar los aranceles a las importaciones de langostas marinas vivas y congeladas de Estados Unidos, según el criterio de nación más favorecida. La aplicación será gradual, por un período de 5 años a partir del pasado 1° de agosto. EE.UU., a su vez, aplicará el mismo criterio para reducir aranceles sobre algunas importaciones de origen europeo, básicamente artículos de iluminación, encendedores, artículos de vidrio y cristalería, y otros.

Se tratan de ítems poco significativos. En el caso de las langostas, las exportaciones a la UE superaron poco más de U$S 117 millones en 2017, mientras que las ventas de EE.UU. a dicho bloque de los citados artículos promedian un valor anual de U$S 160 millones. Sin embargo, como señal política es relevante a futuro.

Ambos funcionarios han destacado que este acuerdo marca el inicio de un proceso que conducirá a nuevos acuerdos para crear un comercio recíproco más “libre y justo”. Pero el mismo es el resultado de las amenazas de la Casa Blanca de aplicar aranceles a las importaciones de autos europeos, y de las demandas del sector exportador de los citados crustáceos ya perjudicados por la suba de aranceles del gobierno chino.

Se trata de empresas localizadas en el estado de Maine, donde se espera una encarnizada disputa entre demócratas y republicanos para las próximas elecciones presidenciales. Dicho producto también ha perdido mercado en Europa frente a sus competidores canadienses luego de que el Gobierno de Canadá cerrara en 2017 un acuerdo de libre comercio con la UE que le permite a dicho bloque importar langostas canadienses con arancel cero.

El futuro de nuevos avances de liberalización multilateral quedará ahora condicionado al resultado de las elecciones de noviembre. En lo que va de 2020, la administración de Donald Trump optó por abstenerse de cumplir con sus amenazas de subir aranceles ante el aumento de los subsidios del bloque europeo que benefician, entre otras, a la empresa Airbus. En la agenda de discusiones bilaterales están también los aranceles que viene aplicando la administración Trump a las importaciones de acero y aluminio, sus subsidios a la empresa Boeing, y los impuestos europeos a las multinacionales del sector de telecomunicaciones.

Otro condicionante a futuro es el proteccionismo selectivo, el cual se mantendrá sin cambios, al menos en el corto plazo. En ese sentido, la UE exteriorizó otras dos definiciones de política que muestra cierto endurecimiento en el rumo futuro de su política comercial.

El viernes llegó a su fin también la 7° ronda de negociaciones con el Reino Unido por el Brexit para llegar a un acuerdo de libre comercio entre ambas partes. El negociador europeo Michel Barnier manifestó su preocupación y decepción por la falta de avances en las negociaciones, y cierta sorpresa ante la renuencia británica de avanzar en varias cuestiones clave mientras que dos meses atrás el primer ministro británico Boris Johnson reafirmaba la voluntad de su gobierno de acelerar las negociaciones en el verano boreal. Ambas partes de van a reencontrar en el mes próximo, pero en realidad nadie espera definiciones hasta octubre.

Por otro lado, y el viernes también, la canciller alemana Angela Merkel se expresó sobre otro frente comercial del bloque: el acuerdo con el Mercosur. Su vocero Stephain Seibert dio a conocer las serias dudas de la canciller “sobre el hecho de que el acuerdo pueda ser aplicado como se ve la situación”, en relación con los permanentes daños a la Amazonia. Si bien no hubo comunicados oficiales de la UE ni de los gobiernos de Mercosur al respecto, no es secreto para nadie que esa cuestión bloqueará la puesta en marcha del acuerdo bilateral. Su efectiva aplicación requiere, además, la aprobación de todos los parlamentos europeos, y el mismo ya ha sido rechazado por los de Austria y Holanda. Una postura que no será revertida al menos bajo la actual política en del Gobierno de Brasil, y que además comparten varias fuerzas políticas de peso en Bélgica, Luxemburgo, Francia e Irlanda, además de la preocupación de los lobbies agrícolas de varios países del bloque.

La deforestación y los incendios en el gran pulmón verde de Sudamérica son de preocupación para varios gobiernos europeos, pero también es cierto que el foco se está poniendo sobre el objetivo de la deforestación, que es la expansión de la ganadería bovina y de la industria frigorífica de exportación brasileña, competidora visible de la industria cárnica europea.

Habrá que ver si dicha postura se va a mantener o endurecer más en los próximos meses. Formalmente, varias cámaras empresarias europeas (no sólo alemanas) siguen manifestándose a favor de la liberalización del comercio entre la UE y varios bloques y países del mundo. Pero el portavoz de Merkel ha sido categórico: “Somos escépticos”. Muchos ven detrás de esta postura la presión del lobby ecologista en Alemania, y en particular el amenazante crecimiento de partido ecologista Die Grüne que es la segunda fuerza política detrás de la Unión Demócrata Cristiana. Pero tampoco puede desconocerse el fuerte rechazo de los productores agrícolas, que bajo ningún aspecto van a aceptar un acuerdo comercial que ponga en peligro sus beneficios bajo el paraguas de la Política Agrícola Común. Bajo estas condiciones, daría la impresión que frente al cambiante escenario internacional, la postura europea seguirá siendo la misma: la de mantener y fortalecer el proteccionismo selectivo, el cual probablemente priorice una agenda de intercambio más intenso entre el bloque con EE.UU., y no con el Mercosur.

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