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El Ajuste es el Otro

El estatus de un político lo da, entre otras cosas, su capacidad de disponer de fondos para mejorar el presente y el futuro.

Las corporaciones deben saber que no hay tutelaje sobre los gobiernos democráticos
Las corporaciones deben saber que no hay tutelaje sobre los gobiernos democráticos Archivo
Oscar Muiño 01 agosto de 2022

Una flamante película de Netflix revive el momento en que Shimon Peres lanza un duro ajuste fiscal. Es premier de Israel y sus ministros coinciden en todos los recortes de presupuesto...¡para los demás! Ninguno acepta bajar sus propios gastos. El estatus de un político lo da, entre otras cosas, su capacidad de disponer de fondos para mejorar el presente y el futuro. Sin fondos no suelen vislumbrarse mejoras para el país, sus ciudadanos, ni, sobre todo, el propio político. El Ajuste es el Otro.

Idéntica preocupación en los recientes encuentros del presidente Alberto Fernández y los gobernadores. Unánimes, reclaman conservar los flujos. Las provincias resisten con éxito la intención de arrebatarles el cargo de ministro coordinador. Podían debatir la continuidad de Juan Manzur, cambiar por Jorge Capitanich o por otro; en cualquier caso, uno de ellos debía ocupar el puesto formal más alto de la administración. El jefe de Gabinete es una firma indispensable para las transferencias de fondos al interior.

Unánimes reclamos de bajar el gasto público en toda actividad...menos en la propia. Pedidos imposibles y, para colmo, lícitos reclamos corporativos devienen intentos de tutelaje sobre los poderes del Estado y los partidos políticos.

No sólo los ministros ni los gobernadores. Los sindicatos piden derivar al maltrecho Estado nuevos gastos: que la Agencia Nacional de Discapacidad se haga cargo de prestaciones para discapacitados. Serían, dicen, $6.000 millones al mes.

¿Sin deficit ni impuestos?

El ajuste fiscal que con decisión inició Silvina Batakis antes de ser bruscamente sustituida, se está convirtiendo en una egoísta Feria de Vanidades.

Salvo la irrealidad de académicos que prefieren la certeza del análisis de laboratorio a la exuberancia de la vida social y política, hasta ahora permanece virgen la Gran Solución, capaz de enderezar las cuentas públicas, alentar la producción privada, mejorar la calidad de vida popular.

El equilibrio fiscal puede lograrse con una suba de ingresos y/o una baja de gastos. Hasta ahora, todos los sectores exigen aportar menos al Estado, lo cual, obviamente, imposibilitaría eliminar el déficit, dado que la mayor parte del gasto público resulta inelástico, salvo sobre el poder adquisitivo de salarios y jubilaciones, duramente zarandeados en los últimos años.

El Grupo de los Seis, que reúne a los principales nombres del empresariado argentino, sostiene básicamente la necesidad de bajar impuestos patronales y disminuir el gasto fiscal. Veamos las expresiones más recientes de algunos de sus miembros.

El presidente de la Unión Industrial Argentina dijo este fin de semana: "Es necesario generar un marco de estabilidad macroeconómica con equilibrio fiscal; no más impuestos, sino pensar en menor presión sobre el sector formal de la economía y blanqueo del informal", expresó Daniel Funes de Rioja.

Por su lado, Gustavo Weiss, líder de la Cámara Argentina de la Construcción insistió: “Esperamos que no se frene la obra pública. Que el flujo de dinero no se frene”., dijo . Como se sabe, compañías muy importantes del sector afrontan una compleja situación penal  a partir de la llamada Causa de los Cuadernos y la investigación judicial subsiguiente por los convenios de obra pública con el Estado, en particular en tiempos del ministro De Vido en el área de Obras Públicas.

Natalio Grinman, de la Cámara Argentina de Comercio, derrapa hacia cuestiones ajenas: “El Frente de Todos está en una situación casi demencial, parece una convención de psicópatas porque se están destruyendo entre ellos y están destruyendo al país. Jamás vi algo así" (El Economista, mayo 6 de 2022).

No es el único.

El ruralismo

Nicolás Pino (SRA)
Nicolás Pino (SRA)

El sábado 30 de julio, Nicolás Pino, presidente de la Sociedad Rural reclamó en tono airado y avanzó sobre cuestiones puramente partidarias e institucionales ajenas a las asociaciones, por antiguas o poderosas que éstas resulten. 

Elaborar un plan macroeconómico de gobierno sobre bases dadas por un sector resulta sorprendente. Sobre todo, cuando se invaden atribuciones que corresponden a ciudadanos investidos por el voto popular, base primaria de toda soberanía. El Gobierno y sus medios adictos militaron para torcer la vocación de algunos movimientos sociales de irrumpir en el acto central de la Rural. Acaso las palabras allí pronunciadas produzcan diversas conclusiones y realineamientos.

Las corporaciones deben saber que no hay tutelaje sobre los gobiernos democráticos. Podría serles recordado que han quedado atrás los tiempos en que grupos sectoriales volteaban gobiernos electos y aportaban hombres a ministerios ilegales.

Amigos de Pino aseguran que puso a Sergio Massa al corriente del tono de su discurso. Y atribuyen sus palabras a las necesidades electorales de septiembre, desafiado por socios de la Rural que lo acusan de tibieza frente al Gobierno. 

Ciertos gremialistas empresarios aseguran que están condicionados, que han surgido combativos hombres de empresa con la ciega convicción del self made man que cree no deberle nada a nadie, sin siquiera a la sociedad en la que pudo progresar. La voracidad para el propio capital, que no ha de compartir con nadie, ni siquiera con el pago de impuestos. 

Curiosamente, el mismo argumento de los sectores oficialistas de los movimientos sociales. Juan Grabois insiste en un Salario Básico Universal inmediato. El líder del  Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) ve a su izquierda al Frente de Unidad Piquetera que pide refuerzos para sus beneficiarios, planes de obras públicas y un salario de alrededor de cien mil pesos.

No hay corporación que no insista en la necesidad de achicar el gasto púbico; tampoco se vislumbra un solo sector que, con patriotismo, promueva su propio ajuste.  Acaso no se advierta que, en ciertos momentos, el egoísmo no mejora el propio negocio, sino que empobrece a todos, resignados a recibir cada vez menos de todo.

El gran historiador francés Jules Michelet escribe páginas conmovedoras acerca del 4 de agosto de 1789, la voluntad de la aristocracia francesa de renunciar a derechos feudales, luego de siglos de lucrar con ellos. También las provincias francesas ceden  privilegios. Un momento sublime en el reencuentro de la Nación. Por las décadas venideras, Francia sería la luz de las conciencias para millones de hombres y mujeres de todo el mundo. Un ejemplo del Ajuste soy Yo. 

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