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Un nuevo entorno económico en la UE

Después de tanto tiempo en una fase excepcional, Europa podría no estar lo suficientemente preparada al nuevo entorno económico.

Un nuevo entorno económico en la UE
Paolo Rizzo 16 junio de 2022

En Europa, el fin de la crisis pandémica ha resultado menos eufórico de lo que se podía esperar. En los noticieros la pandemia ha dejado espacio a la guerra, la inflación, el derrumbe de las Bolsas y la sombra de una recesión.

Por un lado, la crisis económica generada por la pandemia se terminó a finales de 2021 y, desde hace dos trimestres, el PIB de la eurozona se ubica por encima de los niveles prepandémicos. Se ha recuperado también el empleo y la tasa de desempleo ha vuelto a ser un indicador confiable ya que ahora las personas pueden salir a buscar activamente trabajo. En ese marco, el desempleo en la eurozona ha registrado los niveles históricamente más bajos (6,4%) mientras el empleo, los más altos (74%). 

Por otro lado, el PIB y el mercado del trabajo han dejado de ser los indicadores macroeconómicos de referencia. Desde hace algunos meses, los bancos centrales y los gobiernos miran con preocupación a la suba de la inflación. Si bien desde el comienzo de la pandemia, se vislumbraba el riesgo de un regreso de la inflación, los bancos centrales han ido sosteniendo que era solamente un fenómeno temporáneo. 

  • El tiempo y la guerra han demostrado lo contrario. Hoy en día la inflación interanual en la eurozona y en EE.UU. está por encima del 8%. 

Es un fenómeno que genera una ruptura entre la política fiscal y monetaria. De hecho, en los últimos años la inflación estaba por debajo del 2% anual y los bancos centrales podían apoyar las políticas fiscales. Su rol ha sido fundamental en las crisis 2008-2009, en la crisis de la eurozona y durante la pandemia. No es casual que, en los últimos años, los activos de los bancos centrales han subido sensiblemente. En el caso del BCE, los activos han pasado de 4,67 billones de euros en 2019 a 8,57 billones de euros en 2021.

  • Pero ahora, frente a una subida tan repentina de la inflación, los bancos centrales necesitan volver a cumplir su tarea principal: mantener la estabilidad de los precios. Es decir que necesitan terminar de comprar bonos de deuda pública y empezar a subir las tasas de interés sin importar las consecuencias sobre el PIB. La Fed ha empezado mientras el BCE lo hará a partir de julio. 

El resultado es que los capitales huyen a EE.UU. y el dólar se aprecia mientras el euro se desploma. En las últimas semanas el euro ha tocado su valor mínimo (1,04 euros por dólar) de las últimas dos décadas. La devaluación del euro es, en parte, una buena noticia para las economías exportadoras como Alemania e Italia. Pero es una mala noticia, también, porque los países europeos importan energía. Las importaciones saldrán más caras, lo que encenderá aún más a la inflación. 

  • Merece subrayar que ya en 9 países de la UE, la inflación del último año ha sido de dos dígitos. Hace solamente un año atrás en ningún país de la eurozona la inflación interanual superaba el 3,3%. 

Los países más afectados por la inflación son los del este de Europa (en Estonia la inflación del ultimo año ha sido de 19%) y son los que podrían sufrir más por la guerra en Ucrania. De hecho, estos países son más dependientes del gas ruso. Pero rescindir el contrato de provisión de gas con Rusia es difícil también porque, de todo el gas que llega a la UE, más de la mitad llega a Alemania (33%) e Italia (19%). Ese dato explica porque, antes de la guerra, los dos países hayan estado, geopolíticamente, tan cerca de Rusia. 

Hoy Europa sigue comprando gas de Rusia mientras financia y arma a Ucrania. Es una incoherencia que conviene a todos, menos a Ucrania. Al vender gas, Rusia sigue teniendo una fuente de divisas mientras la UE aleja una crisis energética y, por ende, económica.

De hecho, los gobiernos saben que hay pocas herramientas para enfrentar una nueva recesión. Los bancos centrales no podrán acomodar las políticas fiscales ya que su principal enfoque será contener la inflación. A la vez, los gobiernos no podrán emitir mucha deuda por dos razones. 

  1. Primero porque los niveles de deuda han aumentado sensiblemente en los últimos dos años. La deuda pública en la UE ha pasado de 78% del PIB en 2019 a 88% en 2021. 
  2. Segundo porque endeudarse en los mercados sale más caro. Las tasas de intereses para los bonos son las más altas de los últimos años. Hasta hace unos meses atrás el rendimiento medio de los bonos a 10 años de la UE estaba alrededor del 0% mientras ahora supera el 2%. Hasta Alemania empieza a pagar intereses sobre su deuda después de dos años en que los inversores prestaban dinero a Alemania aceptando perder parte del capital. Es decir, se ha terminado la era del dinero gratis.

En pocas palabras, Europa parece volver a los manuales de la economía con el banco central que se enfoca en mantener la estabilidad de precios mientras los gobiernos se endeudan pagando una tasa de interés nominal positiva (aunque las tasas reales siguen negativas). 

El problema es que, después de haber pasado tanto tiempo en una fase excepcional de baja inflación y tasas nominales negativas, Europa podría no estar lo suficientemente preparada al nuevo entorno económico. 

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