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Elecciones en Francia

“Es difícil prever cómo se administraría una cohabitación entre Macron y Mélenchon”

El diplomático Mario Verón Guerra reflexiona sobre el balotaje parlamentario que enfrenta Francia el domingo

Una de las grandes incógnitas es si Macron podrá mantener su mayoría en la Asamblea Nacional.
Una de las grandes incógnitas es si Macron podrá mantener su mayoría en la Asamblea Nacional.
Damián Cichero 16 junio de 2022

Por cuarta y última vez en el año, este domingo los franceses deberán acudir a las urnas para participar de unas elecciones nacionales.

Tras las presidenciales y el balotaje de abril, en el que Emmanuel Macron fue reelecto, y la primera vuelta legislativa del pasado domingo, ahora los franceses deberán participar de un balotaje parlamentario en la que elegirán a los 577 miembros de la Asamblea Nacional.

Aunque los sondeos anticipan un triunfo del oficialismo, una de las grandes incógnitas es si Macron podrá mantener su mayoría en la Asamblea Nacional. Además, desde la izquierda francesa aún sueñan con obtener el primer lugar e imponer a Jean-Luc Mélenchon como primer ministro.

En diálogo con El Economista, el diplomático argentino Mario Verón Guerra, ex embajador ante la Unión Europea (2016-2018) y Francia (2018-2020), explicó cuáles serán los principales puntos a tener en cuenta de cara a estos históricos comicios.

En el balotaje presidencial, debido al temor de que la derecha extrema llegase al poder, Macron recibió un contundente apoyo. Sin embargo, en las elecciones legislativas esto no volvió a ocurrir. ¿Podrá retener su mayoría en la Asamblea Nacional?

Las elecciones legislativas funcionan como una suerte de tercera vuelta de los comicios presidenciales y los franceses serán convocados para elegir a los parlamentarios en un proceso que tiene también dos vueltas: el 12 de junio se realizó una suerte de primaria y el 19 de junio la “final”. La izquierda (Nueva Unión Popular Ecológica y Social - NUPES-) se presentará junta, pero no unida, ya que no tiene un plan univoco consistente. Por su parte Le Pen intentará evitar que Macron alargue la victoria. Las encuestas sugieren, hasta aquí, que la derecha podría incrementar levemente su número de escaños en la Asamblea Nacional. El partido Renacimiento, nueva denominación de la ex “República en Marcha” de Macron, sigue siendo la fuerza con mayores adhesiones, incluso sobre la izquierda, por lo que los 17 puntos de Macron sobre Le Pen tienen cierta vigencia. Pero hay un tema que es muy relevante, más allá de las encuestas, que es estructural. Es el sistema electoral francés, el cual influye directamente sobre la calidad de la representación parlamentaria bajo un sistema muy controvertido denominado “sistema mayoritario de circunscripción única”. El sistema mayoritario uninominal a dos vueltas está diseñado para que en cada una de las 577 circunscripciones se elija a un diputado. Si en la primera vuelta nadie obtiene la mayoría absoluta (algo que sucede casi siempre), pasan a la vuelta final los que obtuvieron por lo menos un 12,5 % de los votos, y que en la mayoría de las oportunidades siempre son dos. Hasta ahora el sistema favoreció a los partidos grandes y estructurados. Suponemos que, con la izquierda unida, la derecha vigente y Macron con el centro, la elección podría tener condimentos inesperados como, por ejemplo, la gran desmovilización entorno a las elecciones legislativas y los altos índices de abstención. 

Las encuestas sugieren que la izquierda podría posicionarse como primera fuerza y que Mélenchon podría convertirse en primer ministro, ¿qué chances hay de que esto suceda?

Las 577 circunscripciones electorales tuvieron siempre una conducta previsible. Por ejemplo, el mundo rural es proclive a posiciones más conservadoras y el mundo urbano tiene posturas más progresistas, pero los nuevos formatos de alianzas amenazan con cambiar esa lógica. La Francia Insumisa, Europa Ecológica -Los Verdes-, el Partido Comunista y el Socialista concluyeron un acuerdo sin precedentes para presentar candidatos conjuntos a las elecciones legislativas. Habrá que ver si estas uniones tienen futuro porque en el pasado reciente, en la contienda presidencial, la rivalidad entre la izquierda insumisa y el PS fue muy dura. En las presidenciales se puso en valor el nuevo mapa del poder. Mélenchon obtuvo el 22%, quedando fuera de la segunda vuelta por poco, Jadot el 4,5%, Roussel (PCF) el 2,28% y Anne Hidalgo, alcaldesa de París, un escuálido 1,75%, lo que produjo una catástrofe para el socialismo, poniendo de relieve que por sí solo no podrá obtener representantes legislativos. Esta  alianza de izquierda amenaza las posibilidades de avance de las reformas que Macron quiere implementar, ya que conjuraron impulsar una agenda protectora social que les da protagonismo político fuerte: un salario mínimo neto de 1.400 euros, congelar precios de productos de primera necesidad, garantía de autonomía para los jóvenes, reeditar las imposiciones sobre el patrimonio, la planificación ecológica a través de la puesta en marcha de la "regla verde" y una VI República y mantener la jubilación a los 60 años. Se verá si esta alianza entre los insumisos, el Socialismo y los verdes, entre otras fuerzas, resiste que Mélenchon se convierta en primer ministro en caso de ganar las elecciones legislativas, ya que los programas, tomados en forma individual por partido, registran contradicciones y, a la fecha, no hay manifestación concreta de un programa común y apoyo de gobierno que no sea electoral. Lo que está claro es que la izquierda reconfigurará sus posiciones moviéndose al extremo con el predominio de los insumisos, incluso en el nombre de la alianza política "Nueva Unión Popular Ecologista y Social", quedando claro que la nueva fuerza es más movimentista que partidaria.

De concretarse la hipótesis anterior, ¿qué implicaría para Macron esta situación de cohabitación política?

Se abrió en Francia un debate sobre la designación del primer ministro. Las posturas se dividen entre quienes aseguran que su designación surge de una decisión de la Asamblea y, normalmente, recae en quien más escaños tiene, siempre y cuando alcance (solo o con alianzas) una mayoría parlamentaria. La otra parte sugiere que, según la Constitución, no se le puede imponer al presidente un premier y puede ser él quien lo designe.  Como siempre en estos casos las bibliotecas juegan para uno y otro lado dependiendo los intereses de cada grupo político. Pero no sería una novedad la designación de un opositor como premiere. La primera experiencia de cohabitación se produjo en 1986, cuando Mitterrand, presidente socialista, nombró al conservador Jacques Chirac como primer ministro tras su victoria en las elecciones legislativas de ese año, aunque eran otros tiempos y las diferencias no eran tan grandes como en un ambiente influenciado por extremos. La segunda cohabitación fue en 1993 con Mitterrand y el conservador Edouard Balladur, mientras que la tercera, entre 1997 y 2002, ocurrió con Chirac, esta vez como presidente, y Lionel Jospin, del Partido Socialista.  Es difícil prever cómo se administraría una situación de cohabitación Macron-Mélenchon sin pensar en conflictos, incluso institucionales, ya que los programas que quieren llevar adelante son opuestos y el trade-off está muy lejos.  Si se hace una revisión de la prensa de 2017 se sorprenderá porque Mélenchon no se ha movido ni un centímetro en su tesis de cohabitación e imposición de una agenda de protección social al gobierno francés. No creo que exista demasiado margen de negociación entre las posturas políticas en una eventual cohabitación.

¿La actual alianza entre el Partido Socialista y la Francia Insumisa debilita al ya golpeado PS?

Es probable que se escriba el 19 de junio próximo una nueva historia basada en la jibarización de Partido Socialista, que fue unos de los pilares dentro de la política francesa y la V República, y que para sobrevivir deberá colocarse muy cerca del extremo. Por lo pronto, esta situación ya causó la ruptura interna dentro del Socialismo, con peleas y renuncias de notorios políticos. Por otra parte, hay que tener en cuenta que la mayoría de los Socialistas rechazan las posiciones extremas de Mélenchon y hay un debate interno muy fuerte de a dónde ir y cómo. El voto socialista ha emigrado, por cuestiones de mayor empatía de formas y discurso, con la clase media hacia Macron que a los extremos. Tal es así que Macron hábilmente ha colocado a Elisabeth Borne, una política de raigambre socialista con larga trayectoria, al frente de su gabinete para obturar fugas del socialismo. 
Por último, y en torno a los debates internos del Socialismo, la desobediencia a los tratados europeos en materia económica y presupuestaria puede ser el límite que el PS, con su actual coalición, no pueda cruzar, ya que eso amenaza su identidad más profunda plenamente europeísta.

En el balotaje de abril la extrema derecha obtuvo sus mejores resultados históricos. ¿Se mantendrá esta tendencia el próximo domingo? 

Habrá que ver cómo se comporta el sistema de apoyos integrales de la derecha porque varios son los interrogantes. Primero, Le Pen ya es una candidata perdidosa, con una historia de derrotas que no crea un activo político muy positivo. Tenga en cuenta que, en localidades pequeñas, Le Pen obtuvo en las últimas elecciones hasta el 70% de los votos en la segunda vuelta de las presidenciales, pero esto no es la segunda vuelta y las ofertas electorales se abren de nuevo.  Estas limitaciones se plasman en las expectativas reales de cada grupo político. Mélenchon quiere ser primer ministro y Le Pen aspira a ubicarse, con modestia, como la primera fuerza de oposición, por lo que el teorema de Baglini también aplica en Francia. Otro punto a tener en cuenta es que Reagrupación Nacional descarta un acuerdo con Reconquista, el partido del ultra derechista Eric Zemmour, pese a que este último efectuó un llamado la unidad del sector para las legislativas.

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