Los constantes avances tecnológicos le permiten a la humanidad seguir desarrollándose. Sin embargo, junto con los cientos de beneficios que estos traen, también aparecen nuevos problemas como el de los ciberataques.
Uno de los países que se encuentra en el ojo de la tormenta es Rusia que, según Estados Unidos, constituye uno de los principales impulsores de ese tipo de prácticas, algo que fue confirmado recientemente por el Informe de Defensa Digital de Microsoft.
Según la empresa, durante el período comprendido entre junio de 2020 y julio de 2021, el 58% de todos los ciberataques de actores con algún tipo de apoyo estatal (“nation-state actors”, en inglés) se originaron en Rusia. A esto se suma que estos grupos delictivos son cada vez más eficaces: la tasa de ataques exitosos aumentó del 21% al 32% desde el año pasado hasta la actualidad.
Entre los principales objetivos de estos delincuentes rusos se encuentran las agencias gubernamentales. Este blanco aumentó del 3% el año pasado al actual 53%. La mayoría de las agencias atacadas están vinculadas con actividades de política exterior, seguridad nacional o defensa, siendo Estados Unidos, Ucrania y Reino Unido los países más afectados.
Sin embargo, más allá de que todos los flashes apuntan a Rusia, Microsoft destacó que otros países con pocos rasgos democráticos también registraron un incremento en este tipo de prácticas. Después de Rusia, el volumen más grande de ataques provino de Corea del Norte, Irán y China.
En esta línea, aunque el espionaje es el objetivo más común, algunas actividades de los atacantes están destinadas a otros objetivos. Por ejemplo, Irán, que cuadruplicó sus ataques a Israel el año pasado, aprovechó para lanzar ataques destructivos contra la red de este país.
Otro ejemplo es el de Corea del Norte, que se concentró en las compañías de criptomonedas debido a que su economía se contrajo de manera significativa durante la pandemia del coronavirus.
Por otra parte, Microsoft detalló que el 21% de los ataques se dirigieron a consumidores y el 79% a empresas, donde los sectores más afectados fueron gobierno (48%), ONGs y centros de investigación (31%), educación (3%), agencias intergubernamentales (3%), TI (2%), energía (1%) y medios de comunicación (1%).
