El Economista - 70 años
Versión digital

sab 27 Abr

BUE 13°C
Europa

La peligrosa fantasía de Ucrania de entrar a la OTAN

Si Ucrania entra a la OTAN ahora, se abren escenarios muy peligrosos a corto plazo

Zelenzky, solo en la última cumbre de la OTAN en Lituania
Zelenzky, solo en la última cumbre de la OTAN en Lituania .
Federico Bauckhage 26 julio de 2023

Los días 11 y 12 de julio tuvo lugar la cumbre de la OTAN en Vilnius, Lituania. La imagen que mejor ilustra el resultado de esta cumbre para Ucrania podría ser una foto que se viralizó en redes sociales y medios alternativos, por fuera del mainstream habitual: muestra al presidente ucraniano Volodimir Zelensky, solitario, en el escenario de una foto oficial, con los demás líderes hablando entre ellos y dándole la espalda. 

Desde ya que no sería un análisis serio extraer conclusiones solamente en base a una imagen, que puede no reflejar el contexto general. De hecho, en los medios internacionales abundan otras imágenes de la cumbre que pretenden demostrar exactamente lo contrario, un Zelensky rodeado de líderes de países de la OTAN que parecen darle la bienvenida a su alianza. 

¿Cuál de estas perspectivas es más realista?

Era sabido desde antes de la cumbre que un ingreso de Ucrania era impracticable en el corto plazo, a pesar del fuerte lobby de algunos países europeos y de algunos funcionarios de línea dura en Washington. Pero a todas luces el gobierno ucraniano esperaba obtener, al menos, un compromiso de adhesión más sólido y concreto que las vagas promesas enunciadas en la cumbre de Budapest en el año 2008, y algunas garantías de seguridad transitorias en el mientras tanto.

En su lugar, lo que obtuvo fue aún más decepcionante. Las rebuscadas fórmulas diplomáticas plasmadas en el documento final contienen una zanahoria, que es eximir a Ucrania de la necesidad de cumplir con un "Membership Action Plan", que es el mecanismo habitual de adhesión de los estados a la OTAN, en teoría simplificando y acortando el proceso una vez que la decisión política está tomada. 

Pero, por el otro lado, los tiempos y condiciones para dicha decisión quedan sin especificar, a criterio de los diversos estados miembros, en una nebulosa diplomática de muy dudosa credibilidad. Según declaraciones del secretario general, Jens Stoltenberg, la incorporación de Ucrania no es viable en tanto no haya finalizado la guerra. En una entrevista en el mes de mayo, afirmó que la victoria de Ucrania sería el puntapié inicial para el proceso de incorporación. En la práctica esto significa que, con gran probabilidad, Ucrania nunca podrá incorporarse a la OTAN.

El famoso artículo 5 del tratado de la OTAN es el artículo de seguridad colectiva, que obliga a los estados miembro a considerar un ataque contra uno de ellos como un ataque contra todos, y a tomar las medidas que considere necesarias para asistir al estado agredido. Sin embargo, no se especifica cuáles serían esas medidas, que quedan a criterio de cada estado, y hay varias interpretaciones posibles con diversos grados de credibilidad. 

Desde los inicios de la alianza, a comienzos de la Guerra Fría, EE.UU. siempre dejó en claro que el artículo 5 debía interpretarse en el  sentido de intervención militar directa en ayuda de sus aliados, y tomaron medidas concretas para hacer creíble este compromiso, como fue el despliegue de tropas convencionales y armas nucleares americanas en países europeos. El principal mecanismo de defensivo que opera en este caso es la disuasión, pero la misma depende de la credibilidad del compromiso contraído por el principal aliado, EE.UU., de proteger a sus aliados menores. 

Históricamente esta credibilidad ha sido puesta en duda en múltiples ocasiones, notablemente por Francia, pero nunca ha sido puesta a prueba seriamente en caso de una guerra a gran escala, donde estos compromisos por supuesto acarrean grandes costos, y grandes riesgos.

Si Ucrania se incorporara ahora, podrían suceder dos cosas: o bien los aliados se verán obligados a intervenir de manera directa en el conflicto, o bien muchos de los países reacios a entrar en lo que temen, con buenas razones, sea una guerra suicida con una Rusia nuclearmente armada, buscarán evadir esta interpretación del artículo 5, sumiendo a la alianza en una crisis de credibilidad profunda, probablemente terminal. 

EE.UU. y Alemania fueron quienes mas resistencia pusieron a plasmar un compromiso concreto y tangible en el documento final, aunque es muy probable que en privado muchos otros países de la OTAN  se sientan aliviados porque Washington y Berlín les ahorraron la necesidad de manifestar su desacuerdo y quedar en evidencia.

Esto no es casual, y debe interpretarse en relación con lo que está sucediendo en los campos de batalla del sur y del este. Ucrania no puede ganar la guerra, en ningún sentido significativo, en ningún plazo de tiempo previsible. 

Desde hace aproximadamente 6 semanas que Ucrania se encuentra llevando adelante una contraofensiva para intentar recuperar territorio ocupado por los rusos, y desde hace al menos medio año que había muchas expectativas puestas en el resultado de esta operación.

En septiembre del año pasado, Ucrania realizó dos contraofensivas muy exitosas que le permitieron recuperar grandes extensiones de territorio en las regiones de Kharkiv y Kherson, y la ilusión propagada públicamente por funcionarios en Washington y Bruselas es que ahora, con nuevas brigadas armadas y entrenadas por EE.UU. y demás aliados occidentales, es el momento de repetir la hazaña y derrotar a las fuerzas rusas de manera decisiva. 

Un análisis un poco más realista de la situación militar en el terreno nos lleva a conclusiones más sombrías. Muchos observadores están aún analizando el presente y proyectando al futuro extrapolando -erróneamente- las condiciones iniciales de la guerra, sin darse cuenta de que las condiciones actuales son fundamentalmente distintas.

Dado que la operación inicial se basó en la premisa de forzar rápidamente un cambio de régimen, las fuerzas armadas rusas no se habían preparado para una guerra prolongada. Una vez reconocido el error, tras inmensos costos hundidos, y sin haber resuelto ninguno de los problemas geopolíticos que le hicieron optar por la guerra, la decisión de Moscú fue continuar, a pesar de las pérdidas, e ir adaptándose sobre la marcha. 

Las contraofensivas ucranianas del año pasado fueron exitosas en gran parte porque el Ejército ruso estaba aún afectado la escasez de tropas producto de no haber movilizado reservistas. Esta falta de personal los llevó a replegarse de Kharkiv casi sin luchar, porque su posición allí se volvía indefendible. 

En el otro frente, en Kherson, decidieron presentar batalla por un tiempo, pero su posición sobre la margen opuesta del río Dniéper era difícil de sostener logísticamente, de modo que decidieron replegarse también.

Hoy, en cambio, las fuerzas rusas han movilizado grandes cantidades de reservistas y son mucho más numerosas, y están concentradas en un frente más reducido. La experiencia en combate les ha hecho mucho más efectivas, y se encuentran en posiciones defensivas fuertes que los ingenieros militares rusos han preparado a lo largo de muchos meses. Estas líneas defensivas incluyen numerosas trincheras, barreras y obstáculos para personal y vehículos, extensísimos campos minados, permanentemente vigilados por drones, patrullados por helicópteros de ataque a la caza de blindados, y apoyados por la siempre numerosa artillería desde la retaguardia.

Las mejores fuerzas armadas del mundo, aún en las mejores condiciones, encontrarían dificultoso avanzar contra tan formidables defensas, e incluso en el mejor de los casos las pérdidas serían considerables. Ucrania lo está intentando en condiciones muy lejanas de lo ideal, sin contar con superioridad aérea, ni sistemas antiaéreos o artillería suficientes. Y esto son deficiencias que los arsenales de sus aliados occidentales no están en condiciones de solucionar.

Las primeras incursiones ucranianas contra las líneas defensivas rusas apenas penetraron unos pocos kilómetros, con importantes pérdidas humanas y materiales, sin llegar siquiera a las fortificaciones principales. El Gobierno de Kiev ya ha concedido que la ofensiva no marcha de acuerdo a las expectativas y que será necesario replantear sus planes.

2022_collages_temas-genericos_putin_ucrania_2
 

La mayoría de las tropas preparadas para esta contraofensiva aún se encuentran en reserva, de manera que aún podrían dar alguna sorpresa en el campo de batalla, especialmente si los rusos cometen errores. Pero una victoria decisiva no estaría dentro de las posibilidades, y en consecuencia una membresía en la OTAN para Ucrania tampoco.

Los analistas más serios reconocen que expulsar a Rusia de todo el territorio que ocupa en Ucrania es impracticable, y opinan que el mejor resultado posible sería convertir la guerra en un conflicto "congelado" a lo largo de las líneas de facto del frente, de manera similar a la situación que existe la península de Corea, o en la isla de Chipre. 

Sin embargo, hay pocas razones para creer que Moscú aceptaría este nuevo status quo, por la sencilla razón de que no resuelve los dilemas de seguridad que los llevaron a la guerra en primer lugar. Un armisticio sobre estas líneas será, con toda probabilidad, muy inestable.

Seguí leyendo

Enterate primero

Economía + las noticias de Argentina y del mundo en tu correo

Indica tus temas de interés