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¿Hacia una tregua? Historiando la guerra comercial entre Estados Unidos y China

Las partes anuncian la firma, el 15 de enero, de la Fase 1 de un acuerdo bilateral que concluiría el conflicto, cuyo detalle aún no se ha difundido. ¿Cabe esperar una tregua duradera o un paréntesis efímero? A continuación la segunda parte de la crónica de la guerra comercial.

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13 enero de 2020

Por Eduardo R. Ablin Embajador

Las partes anuncian la firma, el 15 de enero, de la Fase 1 de un acuerdo bilateral que concluiría el conflicto, cuyo detalle aún no se ha difundido. ¿Cabe esperar una tregua duradera o un paréntesis efímero? A continuación, la segunda parte de la crónica de la guerra comercial (ver 1°).

En el marco del Acuerdo de Buenos Aires, el ministro de Finanzas de la RPC anunció que se removerían por tres meses a partir de enero 2019 los aranceles extraordinarios del 25% sobre los automóviles estadounidenses así como del 5% sobre autopartes, al mismo tiempo que la RPC retomaría sus compras de habas de soja ?bloqueadas desde julio? adquiriendo 1,5 millones de toneladas como parte de un paquete dirigido a ampliar las compras de productos agropecuarios y de energía originarios de EE.UU.

También la RPC se habría comprometido a un mayor control ?y eventual sanción? de las firmas exportadoras de sustancias farmoquímicas opioides hacia EE. UU, tales como el fentanyl, aspecto que, si bien claramente de interés en materia de salud, se vincula prioritariamente a la cooperación internacional en la lucha contra el narcotráfico, inseretándose así en el campo de la seguridad.

Por su parte, EE.UU. acordó mantener en 10% nivel aranceles de la Lista 3, posponiendo su elevación durante el período de tregua, al igual que congelando la introducción de aranceles sobre el resto de las importaciones aún no afectadas.

Como metodología de trabajo se coincidió en dividir la agenda en dos grandes capítulos, atinentes respectivamente a las denominadas cuestiones comerciales y estructurales, tales como la regulación de las transferencias tecnológicas forzosas, problemas de protección de propiedad intelectual, y barreras no arancelarias.

La evolución de las negociaciones desde el inicio de 2019 permite observar que las respectivas comunicaciones difirieron en cada encuentro, ya que mientras el Ministerio de Comercio de la RPC enfatizó el establecimiento de las bases para la resolución de las preocupaciones respectivas, el USTR se limitó a señalar que la RPC se comprometió a la compra de volúmenes sustanciales de productos agrícolas, energía, manufacturas y otros bienes y servicios desde EE.UU., mientras múltiples aspectos de la agenda “estructural” permanecían pendientes.

No obstante, en febrero 2019 se concreta un nuevo encuentro descripto por el presidente Trump y el vicepremier Liu con optimismo respecto de un pronto acuerdo, como prolegómeno del cual EE.UU. prorroga sin término fijo el vencimiento de la tregua, en la expectativa de una nueva visita del Presidente Xi.

Una delegación ministerial de EE.UU. es recibida por Xi Jinping en Beijing, anticipándose la continuidad de negociaciones destinadas a resolver diferencias subsistentes, aunque descartándose una cumbre presidencial hasta marzo.

Entretanto, tras finalizar marzo, la RPC mantiene la suspensión de los aranceles punitivos sobre el sector automotriz, lo que es interpretado con esperanza.

Una nueva reunión bilateral ?calificada asimismo de constructiva? se desarrolla al iniciarse abril en Beijing, estableciéndose un mecanismo de monitoreo mutuo de las respectivas concesiones comerciales, al mismo tiempo que se pronostican hacia mayo definiciones más precisas sobre el acuerdo definitivo.

Como señal de su disposición a formular concesiones, la RPC anuncia su prohibición de exportación de fentanyl, acorde la solicitud de EE.UU.

Al finalizar abril se concreta un nuevo encuentro considerado positivamente en Beijing, aunque sin que las negociaciones progresen hacia un acuerdo concreto. Mayo comienza muy negativamente ante la frustración de EE.UU. por las sucesivas dilaciones chinas, anunciándose el incremento de aranceles sobre la Lista 3 del 10% al 15%, acción que había quedado congelada como resultado de la tregua resultante de las negociaciones de Buenos Aires.

Dicha amenaza advertía asimismo que los mismos serían finalmente elevados al 25% a partir de octubre, si no se alcanzaba un acuerdo bilateral previamente. Como contramedida, la RPC anticipó que impondría en dos etapas entre septiembre y diciembre aranceles punitivos entre 5-10% sobre 5.000 productos de EE.UU. al mismo tiempo que se restablecerían aquellos del 25% sobre las importaciones de automóviles que fueran levantados al inicio de 2019 como gesto de buena voluntad, retrocediendo severamente toda expectativa de un acuerdo. Dicha lista de la RPC -para la cual se incrementaban las escalas de aranceles oportunamente anunciadas- alcanzaba productos por valor de U$S 60.000 millones, incluyendo carnes vacunas, ovinas y porcinas, vegetales, jugos de frutas, aceite comestible, té y café, refrigeradoras y muebles, entre otros bienes;

Por su parte, Trump reitera que se aplicarán aranceles del 25% sobre el resto del universo de importaciones chinas (lista sin número), estimadas en U$S 300.000 millones a partir de los datos de comercio para 2018, como consecuencia “del intento de la RPC de renegociar compromisos ya asumidos como parte de los acuerdos”, la que incluiría una variedad de bienes de consumo, tales como indumentaria, calzado, juguetes, computadoras y, teléfonos celulares.

A tal efecto, el USTR convoca a una audiencia pública para junio en la cual se analizaría la primera versión de un nuevo listado, que incluiría otros productos de electrónica doméstica y de oficina.

Asimismo, el Departamento de Comercio anuncia la inclusión de Huawei Technologies Co. en la lista de compañías a las cuales las empresas de telecomunicaciones de EE.UU. tienen vedado vender partes o tecnología sin aprobación gubernamental. declarando declara una emergencia nacional por “amenazas contra la tecnología y los servicios de información y comunicaciones” en EE.UU. En dicho contexto de amenazas mutuas, EE.UU. incorpora cinco nuevas empresas al listado de entidades objeto de prohibiciones, incluyendo por primera vez una institución oficial china: el Wuxi Jiangnan Institute of Computing Technology.

El conflicto en torno de Huawei comienza en diciembre de 2018, cuando Canadá detuvo a la Directora Financiera de la empresa ?e hija del fundador de la misma? a solicitud de EE.UU, sucediéndose una serie de acusaciones por parte del Gobierno de Trump sobre eventual espionaje por parte de Huawei en favor del Gobierno chino, tema vinculado al avance de la tecnología 5G y el eventual liderazgo de la empresa china en la materia.

Por su parte, se atribuían a la ejecutiva un total de 23 cargos: fraude bancario, obstrucción a la Justicia, conspiración, violación del régimen de sanciones a Irán y robo de secretos comerciales, entre ellos.

Por su parte, la RPC reacciona inaugurando su propio listado de organizaciones, empresas e individuos considerados “no confiables” por presuntamente no obedecer a las reglas de mercado, violar contratos, bloquear o suspender el aprovisionamiento de sus clientes por razones no comerciales, dañando los legítimos intereses de las firmas de la RPC.

Al iniciarse junio, la RPC difunde un documento relativo a las relaciones económicas y comerciales con EE.UU., denunciando las medidas unilaterales y proteccionistas de dicha contraparte comercial así como haciéndolos responsables del estancamiento de las negociaciones, “no obstante el esfuerzo de la RPC dirigido a alcanzar soluciones bilaterales razonables”;

No obstante la escalada reseñada, se decide retomar el diálogo a nivel presidencial con el objeto de desblocar la situación comercial, acordándose un encuentro en ocasión de la Cumbre del G20 en Osaka hacia fines de junio.

Dicho encuentro genera una nueva tregua tentativa que suspende por seis meses todas las amenazas mutuamente vertidas durante mayo y junio, lo que posterga la inclusión de cualquier mecanismo punitivo adicional hasta finalizar 2019.

En dicho marco se acuerda reaunudar las conversaciones ? sin calendario preestablecido? reduciendo EE.UU. como muestra de buena voluntad la prohibición vigente sobre exportaciones dirigidas a Huawei.

Finalmente, las reuniones a nivel ministerial sólo se retomaron en Shanghai al finalizar julio, calificándose una vez más al encuentro como constructivo, aunque los representantes de ambas partes reconocieron escasas señales de avance.

Como señal de frustración frente a esta nueva dilación en las negociaciones, cuya reanudación se previó para septiembre de 2019, el Presidente Trump anunció que a partir de entonces se aplicaría finalmente la largamente postergada amenaza de aranceles punitorios de 10% ?incorporada a la tregua de tres meses vigente? sobre las importaciones de la Lista sin número de la RPC.

Al finalizar agosto, en vísperas de la reunión del G7, la RPC anunció como contramedida aranceles de hasta 10% sobre importaciones de EE.UU. por U$S 75.000 millones, a lo que Trump respondió con otras dos subas de aranceles a productos chinos, asegurando que su país “no necesita de China” y criticando a la RPC por el presunto robo de propiedad intelectual estadounidense, una de las causas originales de la guerra comercial.

Igualmente, se ordenó a las grandes compañías de EE.UU. que comenzaran a considerar inmediatamente alternativas a su producción en la RPC, incluyendo la repatriación de sus instalaciones para fabricar sus productos en el país.

Al iniciarse agosto, la disputa comercial escaló una vez más al dejar la RPC caer el renminbi a su nivel mínimo en once años (en torno a 7/ U$S, cotización a 2008), causando el derrumbe más importante del año en los mercados financieros.

EE.UU. reacciona anunciando la inclusión de la RPC ?por primera vez desde 1994? en la lista de países manipuladores de su moneda para obtener una ventaja competitiva, desencadenando el temor de que la batalla arancelaria derivara en una guerra de divisas vía devaluaciones competitivas;

La decisión “unilateral” del Departamento del Tesoro de EE.UU. fue rechazada firmemente por el Banco del Pueblo de China, al señalar que acorde el Banco de Pagos Internacionales (BIS) entre 2005-2019 el tipo de cambio nominal efectivo del RMB se ha apreciado 38%, mientras que el tipo de cambio real efectivo se ha incrementado 47%, considerando el FMI que el tipo de cambio del mismo se encuentra alineado con la evolución de las variables fundamentales de la RPC.

En dicho contexto, el Ministerio de Relaciones Exteriores de China acusó a EE.UU. de “chantajear e intimidar” con la nueva medida punitiva, añadiendo que “China no negociaría bajo presión”, y anticipando represalias ?no especificadas? que retrotraerían el conflicto a su punto más virulento, socavando gravemente el orden financiero internacional, desencadenando turbulencias en los mercados y obstaculizando la recuperación del comercio y la economía mundial.

Mañana se publicará la tercera y última entrega

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