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Gorbachov, el último líder soviético que aún mantiene dividido al mundo

Desde Occidente, y en pleno conflicto con Rusia, destacaron su labor para ponerle fin a la Guerra Fría, aunque no todos lo ven como un héroe. La reacción del Kremlin.

“Su compromiso con la paz en Europa cambió nuestra historia común“, sostuvo el presidente de Francia, Emmanuel Macron.
“Su compromiso con la paz en Europa cambió nuestra historia común“, sostuvo el presidente de Francia, Emmanuel Macron.
Damián Cichero 01 septiembre de 2022

El funeral de Mikhail Gorbachov, el último líder de la Unión Soviética, quien murió el martes en Moscú a los 91 años, se realizará el próximo sábado en el famoso Salón de las Columnas dentro de la Casa de los Sindicatos en la capital rusa, el mismo lugar donde se veló a Josef Stalin.

La ceremonia estará abierta al público y luego Gorbachov será enterrado en el cementerio Novodevichy, de Moscú, en donde también se hayan los restos de Boris Yeltsin, el primer presidente de Rusia y su rival político.

Nikita Khrushchev es el único otro líder soviético enterrado allí, mientras que la mayoría de los restos de los demás están enterrados junto a los muros del Kremlin, en la Plaza Roja.

El legado de Gorbachov

Gorbachov pasó a la historia gracias a ponerle fin a la Guerra Fría con EE.UU., aunque también quedó marcado por no evitar la caída de la Unión Soviética.

Asumió como líder de la ya golpeada URSS en 1985 con el objetivo de reinventarla. Tras varias décadas de disputa con cierta paridad, la llegada de Ronald Reagan a la Casa Blanca terminó de impulsar a Estados Unidos, lo que vaticinaba un triunfo norteamericano en la Guerra Fría.

Por ello, el último líder soviético forjó acuerdos de reducción de armas con EE.UU. y alianzas con potencias occidentales para eliminar el Telón de Acero y revitalizar el papel internacional de su país.

Además, en un momento en el que el triunfo del liberalismo y el capitalismo parecía inminente, implementó una serie de reformas internas, entre ellas la Glásnost y la Perestroika, las cuales implicaban una liberalización del sistema político y económico, respectivamente. 

Sin embargo, las reformas, lejos de fortalecer a la URSS, precipitaron su caída, ya que, poco a poco, hicieron más evidente el fracaso del sistema comunista. 

Así, mientras que las reformas económicas provocaron una importante caída en el nivel de vida de los soviéticos, la glásnost fomentó las críticas al Gobierno y revitalizó a los nacionalistas que querían la independencia de las repúblicas bálticas de Letonia, Lituania, Estonia y otros lugares.

Cuando las protestas comenzaron en 1989, Gorbachov no reprimió a la población como sí lo hicieron sus antecesores en los levantamientos en Hungría, en 1956, y Checoslovaquia, en 1968.

Por su papel en todo este proceso, destacándose la caída pacífica del Muro de Berlín, Gorbachov recibió el Premio Nobel de la Paz en 1990.

Sensaciones encontradas

Hace un par de años, el presidente Vladimir Putin definió el proceso de desintegración de la URSS como la "mayor catástrofe geopolítica" del siglo XX, mientras que muchos rusos consideran a Gorbachov un político ingenuo que destruyó un país o incluso que fue un traidor. 

Sin embargo, en esta ocasión desde el Kremlin elogiaron al difunto líder soviético, al cual describieron como un extraordinario estadista mundial que ayudó a poner fin a la Guerra Fría.

En este sentido, Putin también le envió un telegrama a la familia de Gorbachov en el que expresó sus condolencias: "Él dirigió a nuestro país durante un período de cambios complejos y dramáticos y de desafíos sociales, económicos y de política exterior a gran escala".

Por su parte, Dmitry Peskov, el portavoz de Putin, dijo que Gorbachov “sinceramente quería creer que la Guerra Fría terminaría y que marcaría el comienzo de un período de romance eterno entre una nueva Unión Soviética y el mundo, Occidente".

"Este romanticismo resultó estar equivocado. No hubo un período romántico, no se materializó una luna de miel de 100 años y se mostró la naturaleza sedienta de sangre de nuestros oponentes. Es bueno que nos dimos cuenta de esto a tiempo y lo entendimos", agregó.

Repercusiones en el mundo

Como era de esperar, desde Occidente, en un momento en que los vínculos con Moscú están en su peor momento en décadas, despidieron con cierta nostalgia a Gorbachov.

Joe Biden, presidente de Estados Unidos, consideró que “fue un hombre de una visión notable. Como líder de la URSS, trabajó con el presidente Reagan para reducir los arsenales nucleares de nuestros dos países”.

“Después de décadas de brutal represión política, abrazó las reformas democráticas (...) El resultado fue un mundo más seguro y una mayor libertad para millones de personas", agregó.

Por su parte, Angela Merkel, quien vivió en primera persona lo que fue estar bajo un régimen comunista, ya que nació en Alemania del Este, dijo que “Gorbachov escribió la historia mundial. Ejemplificó cómo un solo estadista puede cambiar el mundo para mejor”.

"Todavía puedo sentir el miedo que tenía, como mucha gente en la República Democrática Alemana, en 1989, preguntándome si los tanques rodarían de nuevo. Pero no rodaron, no hubo disparos”, agregó. 

Emmanuel Macron, presidente de Francia, consideró que Gorbachov fue "un hombre de paz cuyas elecciones abrieron un camino de libertad para los rusos. Su compromiso con la paz en Europa cambió nuestra historia compartida".

Sin embargo, pese a los buenos recuerdos de Occidente, la situación va cambiando a medida que uno se acerca a los países más cercanos a las fronteras rusas.

El problema es que, pese a ser mucho menos agresivo que sus antecesores, Gorbachov sí recurrió al uso de la fuerza para evitar la independencia de algunos de los países que componían la URSS, como son los casos de Estonia, Letonia y Lituania.

Un ejemplo de esto ocurrió en enero de 1991, cuando los tanques soviéticos invadieron Vilnius, la capital de Lituania, dejando un saldo de 14 civiles muertos y más de 700 heridos. 

"Los lituanos no glorificarán a Gorbachov", publicó ayer en su cuenta de Twitter el ministro de Relaciones Exteriores del país, Gabrielius Landsbergis.

“Nunca olvidaremos el simple hecho de que su ejército asesinó a civiles para prolongar la ocupación de nuestro país por parte de su régimen. Sus soldados dispararon contra nuestros manifestantes desarmados y los aplastaron bajo sus tanques. Así es como lo recordaremos”, agregó. 

En este sentido, el presidente Gitanas Nauseda dijo que piensa en él “como un alcaide de la cárcel, que decidió 'reformar' la cárcel volviendo a pintar su fachada. Los países en el exterior vieron la fachada cambiante de esa prisión, mientras que nosotros vimos la cárcel desde adentro”. 

Por su parte, Toomas Hendrik Ilves, expresidente de Estonia, otro de los países que sufrió la represión soviética, tuiteó: "Nosotros, los orientales, no importamos, nuestras tragedias son irrelevantes", en lo que fue una clara crítica a Occidente.

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