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Análisis

¿Globalización o fragmentación?

Tanto la pandemia como la creciente competencia geopolítica empezaron a mostrar las debilidades de la interdependencia

El mundo globalizado parece estar llegando a su fin.
El mundo globalizado parece estar llegando a su fin.
Bruno Fanelli 28 marzo de 2022

La actualidad internacional enfrenta a las naciones a desafíos que parecían olvidados. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial (para Occidente) y desde el fin de la Guerra Fría (para el mundo entero) los países se embarcaron en un creciente proceso de globalización. Tanto la producción de bienes y servicios como la información, la cultura popular y las personas mismas fueron enormemente compartidos a través de las fronteras.

Ese mundo parece estar llegando a su fin. Tanto la pandemia como la creciente competencia geopolítica empezó a mostrar las debilidades de la interdependencia. Las cuarentenas aplicadas a lo largo y ancho del planeta mostraron los problemas de depender del exterior para la producción de bienes físicos. La fabricación de los mismos sufrió retrasos, la logística en los puertos llegó a increíbles cuellos de botella y los gobiernos tuvieron que enfrentar el dilema de privilegiar la salud o la economía. 

De manera más dramática aún, la dependencia de muchísimos países (incluido el nuestro) del suministro de vacunas producidas en el exterior ha hecho pensar a más de un líder si los beneficios de la especialización en aras de la eficiencia económica es tan buen negocio. 

Paralelo a ello, la creciente pelea geopolítica entre China y Estados Unidos y la búsqueda de este último de desacoplar su economía de Beijing echa largas sombras sobre la internacionalización económica. La búsqueda de nuevas fuentes de suministros por parte de EE.UU. crea oportunidades en otras naciones al tiempo que pone presión sobre la dirigencia de la República Popular. 

Finalmente, la invasión rusa de Ucrania, las sanciones sobre Moscú y las respuestas rusas buscando alternativas al aislamiento impuesto por Occidente pueden fracturar aún más la debilitada globalización. Un tema a seguir es la pretendida desdolarización que Moscú estaría persiguiendo junto a Beijing (y a la que se podría sumar India). 

Como siempre, uno de los temas más sensibles, especialmente para China, es si conviene debilitar la moneda en la que atesora la mayor parte de sus reservas. 

También se ha sentido el impacto de la guerra sobre el precio de los commodities y los alimentos que producía Ucrania y que abastecían sobre todo a Europa. 

En el mundo actual, las distintas naciones y muy especialmente las potencias enfrentan estos dilemas. ¿Es la búsqueda del crecimiento económico que empuja a la internacionalización de la producción y las finanzas el objetivo mayor? ¿O es el logro de las ambiciones geopolíticas el nombre del juego? Y, finalmente, ¿cuánto puedo darme el lujo de depender del exterior a la hora de contar con insumos básicos como alimentos o vacunas? Dar una solución unívoca que resuelva todos estos problemas parece cada vez más difícil. 

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