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Atilio Molteni 01 marzo de 2021

Por Atilio Molteni

Con su presencia no estentórea en la Conferencia de Seguridad 2021 y su decisión de mostrar que el Pentágono no será abofeteado en el Medio Oriente, el presidente Joe Biden dio claras muestras de que no hace falta gritar para explicar quién y cómo manda.

El pasado 19 de febrero, Washington dio vuelta la página en el evento anual de Munich, que ésta vez fue virtual. La conferencia permite que Jefes de Estado y de Gobierno, otras figuras políticas y líderes de grandes organizaciones internacionales, expresen sus puntos de vista sin el compromiso de adoptar decisiones acerca de temas que hacen a la paz y a los principales problemas mundiales.

Biden no sólo dejó sentado que su país está de regreso, sino también su disposición de reactivar el vínculo transatlántico con Europa para dejar en claro que tal alianza es la piedra angular de los proyectos nacionales de Washington en el Siglo XXI.

También ratificó el compromiso de su Gobierno con la OTAN y su artículo 5, por el que sus miembros asumen que un ataque contra uno supone un ataque contra todos. Al formular dicho anuncio dejó en claro que había detenido el retiro de sus tropas de Alemania; su decisión de consultar a la Organización sobre la marcha de los acontecimientos en Afganistán y su intención de expandir la misión de entrenamiento y asistencia en Iraq que lucha contra Estado Islámico (EI).

Anteriormente había señalado que la diplomacia habrá de ser el medio principal de las relaciones de su país con el mundo, si bien tras puntualizar que las decisiones y acciones deberán ejercerse desde una posición de fuerza y en conjunto con sus aliados.

Asimismo, sostuvo que la comunidad internacional se halla inmersa en un serio debate acerca del futuro y de la dirección del mundo. Tal realidad pone de frente a los poderes autoritarios, que se aprestan a resolver los desafíos con la autocracia, con los gobiernos que se apoyan en la democracia para dar respuesta a los enormes y multidisciplinarios conflictos y dilemas que surgen de la actual realidad. Ante ello el Jefe de la Casa Blanca alegó que éste último sistema es el resorte que tiene primacía y debe ser defendido, reforzado y renovado sin dudas existenciales.

También recordó que Estados Unidos, Europa y sus aliados del Indo-Pacífico deben prepararse para una competencia estratégica y a largo plazo con China. Tanto el desarrollo del ciberespacio, como la inteligencia artificial y la biotecnología exigen inversiones de magnitud y esfuerzos imaginativos para proteger la innovación, la propiedad intelectual y el genio creativo, factores que no lograrán un brillante futuro sin la genuina práctica del libre cambio de ideas en una sociedad democrática.

Paralelamente, instó a poner fin a los abusos y la coerción china que alteran las bases del sistema económico global. Ciertos comentaristas destacaron que ese llamado supone la creación de una unificada estrategia contención ante el régimen de Beijing, en la que la participación de otros Estados es fundamental para despertar la atención y respuestas adecuadas del régimen autocrático de Beijing.

Durante su exposición, Biden destacó que el Gobierno de Moscú viene atacando a la democracia en todas sus formas, al punto que motoriza acciones de corrupción y afecta los sistemas de equilibrios occidentales, una movida que se encamina a debilitar el proyecto europeo y la fuerza de la OTAN. En ese tramo señaló que era necesario defender la soberanía e integridad territorial de Ucrania y fortalecer mecanismos de seguridad colectiva aptos para frenar los ataques cibernéticos originados y promovidos por Rusia. Si bien con niveles y blancos diferenciados respecto a los de China, las amenazas del Kremlin son visibles y altamente corrosivas.

Aunque el planteo del Primer Mandatario no consiste en reponer la clase de enfrentamientos o conflictos que se registraron durante la Guerra Fría, aseguró que cada país tiene que gozar del derecho a establecer su futuro sin amenazas, violencia o coerción de ninguna especie. Tal declaración parece indicar que, a diferencia de su antecesor, el actual presidente de Estados Unidos se propone desarrollar una nueva estrategia para estabilizar y pacificar el orden internacional. Ese sesgo no excluye intensas críticas o el apoyo a los movimientos destinados a garantizar los derechos humanos (como es el caso de Alexei Navalny, quien devino en el máximo opositor político de Putin) ni las medidas orientadas a neutralizar los continuos ciberataques y otras reacciones similares, pero sin por ello neutralizar el margen que permita enfrentar en conjunto problemas trasnacionales como el cambio climático, la proliferación nuclear y las pandemias.

Otras intervenciones de gran resonancia fueron las del Presidente de Francia y la canciller de Alemania, Emmanuel Macron y Angela Merkel, quienes reconocieron que el encuentro virtual ofreció una buena oportunidad de celebrar el fin de la tesis América Primero, que tantos problemas causaron en la OTAN, en la UE y a las principales naciones que inciden sobre el mundo global. A pesar de semejante abrazo a distancia, los dirigentes europeos no apoyaron la idea de una alianza de las democracias para contener a China. Cabe recordar que hace pocas semanas Bruselas y Beijing suscribieron un significativo Acuerdo sobre Comercio e Inversión, el que no cayó nada bien en Washington, si bien su gobierno no podía desconocer que hacía siete años que se venía negociando a cara descubierta.

Además, Macron reforzó el llamamiento a desarrollar una autonomía estratégica para Europa, la que no sólo importa un concepto económico altamente discutible en el mundo global, sino también requiere que el Viejo Continente se prepare para la autodefensa. El mensaje del mandatario francés implica que los miembros de ese acuerdo regional no sólo deberán actuar como grupo económico, sino como potencia militar estratégica. En adición a ello reiteró su llamamiento al dialogo con Rusia, a pesar de las prevenciones de países como Polonia y otros que en su momento estuvieron bajo la férrea órbita soviética.

Al presentar sus ideas, la canciller alemana afirmó que los intereses de Estados Unidos y Europa no siempre habrán de converger. Según los analistas, ese comentario fue dirigido a rechazar en forma diplomática las objeciones de Washington al mencionado acuerdo con China, al interés del Viejo Continente de concluir el gasoducto Nord Stream 2 que irá por el Mar Báltico y duplicará la provisión de gas ruso a Alemania (hecho que motivó sanciones legislativas del Congreso en Washington) y el interés de Berlín de mantener una equidistancia en el conflicto con China.

Estos enfoques no fueron sorpresivos. Los líderes europeos están pendientes de la alta sensibilidad del electorado regional. Cabe recordar que en los pasados meses de noviembre y diciembre el Consejo Europeo para las Relaciones Internacionales, realizó una encuesta muy amplia en 11 países de la región, cuyos resultados demostraron que las actitudes de los entrevistados respecto a los vínculos con Estados Unidos registraron un cambio drástico y masivo, pues la mayoría piensa que su sistema político está quebrado, que China será más poderosa dentro de una década y que los europeos no pueden depender para su defensa de los recursos de Estados Unidos.

Por otra parte, la Conferencia permitió advertir que el gobierno de Biden va a tener que trabajar mucho para recuperar el buen diálogo con Europa, un territorio en el que existen actores significativos que no pueden ignorar sus intereses nacionales no obstante la identidad doctrinaria en materia de valores democráticos.

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