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Análisis

Estados Unidos, China y el desafío de evitar la tragedia de las grandes potencias

Desde hace años, y sin importar quién esté en el poder, Estados Unidos ha definido a China como su principal desafío en el Sistema Internacional. Sin embargo, debido a su alta interdependencia, aunque Washington apunta a competir con Pekín, no busca un conflicto directo.

Jake Sullivan y Xi Jinping
Jake Sullivan y Xi Jinping
Damián Cichero 29 agosto de 2024

En su libro "La tragedia de la política de las grandes potencias", John Mearsheimer presentó su teoría del "realismo ofensivo": como consecuencia de la anarquía internacional (la ausencia de un gobierno supranacional), el sistema obliga a los países a buscar, incesantemente, el poder. 

Esto es así porque, al no poder recurrir a ningún otro actor para que los proteja, los países dependerán de ellos mismos para sentirse seguros y sobrevivir en un mundo extremadamente competitivo.

Pero el problema para las grandes potencias es que, aunque busquen adquirir cada vez más poder, algo que hemos observado con Estados Unidos en Asia o Europea Oriental, nunca podrán convertirse en el hegemón del Sistema Internacional, como consecuencia de los enormes océanos que separan a los países.

Así, las grandes potencias vivirán en una tragedia constante, ya que nunca lograrán cumplir totalmente con su objetivo. 

Sin embargo, los países sí podrán aspirar a convertirse en un hegemón regional, algo que, hasta ahora, solo Estados Unidos ha logrado en el continente americano. 

De todas formas, en un sistema altamente competitivo, las potencias regionales también intentarán evitar que otros actores similares surjan en otras partes del mundo, lo que también las pondría en peligro.

Por ello, en los últimos años, Estados Unidos ha incrementado su cooperación con países como Japón, Corea del Sur, India y Filipinas, buscando evitar que China se convierta en el hegemón de Asia.

Un claro dilema de seguridad

Como es de esperar, el accionar de Washington genera gran preocupación en China, país que también aspira a tener cada vez más poder para sentirse más seguro y así evitar nuevamente ser humillado por Occidente, tal como pasó en el siglo XIX. 

En realidad, la constante búsqueda de poder de EE.UU. genera inseguridad en China y viceversa, derivando en un dilema de seguridad que, si no es resuelto, podría terminar en un conflicto a gran escala. 

En momentos de alta tensión, en donde la competencia es casi inevitable, la única forma de evitar que todo estalle por los aires es contar con la mayor información posible para impedir malas interpretaciones.

No obstante, la anarquía internacional nuevamente les pondrá un freno a las aspiraciones particulares, ya que nunca se puede estar seguro de las intenciones de los rivales. 

Pero hay que tener en cuenta que las potencias, lejos de actuar como animales, son actores racionales completamente conscientes del mundo en el que viven. 

Y eso ha quedado más que claro esta semana, cuando se reveló que, en el último año, Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, mantuvo una serie de reuniones "secretas" con el canciller chino Wang Yi.

Tanto Washington como Pekín se habían dado cuenta de que, principalmente desde la visita de Nancy Pelosi a Taiwán y el sobrevuelo de un globo chino en el espacio aéreo de EE.UU., las tensiones entre ambas potencias habían crecido considerablemente. 

Por ello, entre mayo de 2023 y enero de 2024, Sullivan y Wang se reunieron en Viena, Malta y Bangkok, con el objetivo de dejarse en claro mutuamente cuáles eran sus preocupaciones. 

Como consecuencia de que EE.UU. es quien intenta contener el avance de China, fue Wang quien pidió más explicaciones: además de manifestar que Taiwán era una "línea roja" que nunca debe cruzarse (algo similar a lo que Rusia advirtió de Ucrania), el canciller también remarcó su preocupación por que Washington enmarcaban la relación como una "competencia". 

Por su parte, Sullivan subrayó las preocupaciones de Estados Unidos de que China ayude a Rusia a reconstruir su base industrial de defensa.

Y, aunque este canal secreto no resolvió los problemas fundamentales entre las superpotencias, las ayudó mutuamente a comprenderse y reducir el riesgo de un error de cálculo por parte de ambos. 

wang
Sullivan y Wang Yi

¿Un último baile para Sullivan?

La confirmación de estas cumbres secretas salió a la luz un par de días antes de que Sullivan partiera rumbo a China, país en el que estuvo entre el 27 y 29 de agosto. 

El viaje representó la primera vez que un asesor de seguridad nacional norteamericano visita China desde Susan Rice, quien viajó a Pekín para una serie de reuniones de alto perfil durante la administración Barack Obama. 

Como consecuencia de que Joe Biden no irá en busca de su reelección, pocas certezas hay sobre el futuro de Sullivan, incluso aunque Kamala Harris sea electa.

Sin embargo, en tiempos de crisis, los intereses nacionales son prioridad, por lo que Sullivan emprendió este viaje para continuar con la estrategia del último año de "aclarar percepciones erróneas y evitar que esta competencia se desvíe hacia un conflicto".

Tanto es así que, pese a diferir casi en todo, los partidos demócrata y republicano comparten la idea de que China es el principal desafío de su país: mientras que Donald Trump ha prometido reanudar las duras políticas comerciales que su administración aplicó contra Pekín, Harris prometió que, bajo su liderazgo, "Estados Unidos, no China, gana la competencia para el siglo XXI".

Durante estos días en China, Sullivan mantuvo importantes encuentros, aunque, sin dudas, su reunión con el presidente Xi Jinping se destaca por sobre el resto. 

En este encuentro, Xi Jinping hizo un llamado a favor de lazos menos conflictivos entre Estados Unidos y China.

Por ello, promocionó la "amistad tradicional" entre ambos países y le dijo a Sullivan que Pekín quiere "mantener la estabilidad de las relaciones entre China y Estados Unidos (...) y mejorar y hacer avanzar la relación".

"En este mundo cambiante y turbulento, los países necesitan solidaridad y coordinación, no exclusión o regresión", agregó Xi.

Por su parte, Sullivan les dijo a los periodistas que presionó a Xi para una "desescalada" en el mar de China Meridional y para "discusiones directas" entre Pekín y Manila a fin de abordar las incursiones agresivas chinas en aguas filipinas.

Cabe recordar que Manila y Washington tienen un tratado de defensa mutua y Estados Unidos ha prometido ayudar a Filipinas (sin dudas, Mearsheimer aseguraría que esto es para evitar la hegemonía china en Asia).

Sullivan también explicó que discutió con Xi los planes para una llamada telefónica entre Biden y el líder chino "en las próximas semanas", e incluso es probable que los dos mandatarios tengan una última reunión en persona al margen de la cumbre de la APEC en Perú o del G20 en Brasil.

Apuntando a futuro, Sullivan le manifestó a Xi que la política hacia China bajo una posible administración de Harris probablemente sería una continuación de la de Biden.

Harris "comparte la opinión de que mantener líneas de comunicación abiertas y de alto nivel es la forma en que se puede lograr esa gestión responsable" de los lazos entre Estados Unidos y China, sentenció. 

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