Entrevista

Busso: "Lo que se está disputando en EE.UU. es el espíritu del sistema político y el alma de la nación"

El Economista dialogó en exclusiva con Anabella Busso, magíster en Ciencias Sociales (FLACSO) e investigadora del CONICET
25-07-2024
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Por Damián Cichero

Desde el pasado 27 de junio, fecha en la que se realizó el primer (y ahora último) debate entre Joe Biden y Donald Trump, la política estadounidense se ha revolucionado.

Ese mismo día, tras su flojo -por no decir pésimo- desempeño, quedó en claro que Biden, de 81 años, no estaba en condiciones de ir en busca de su reelección.

Y esta idea se reforzó durante la semana del 8 de julio, cuando, en el marco de la cumbre de la OTAN en Washington, Biden terminó de hundir su imagen cuando, frente a líderes de todo el mundo, le dijo "Putin" al presidente ucraniano Volodímir Zelenski y "Trump" a su vicepresidenta Kamala Harris.

Pero, aunque esto ya parezca impactante, recién era el comienzo de unas intensas semanas en EE.UU.: el sábado 13 de julio, Trump sufrió un intento de asesinato durante un mitin político en Pensilvania. 

El líder republicano sobrevivió de milagro, ya que una bala rozó su oreja. De todas formas, la situación terminó siendo positiva, ya que su imagen creció considerablemente luego de conocerse una serie de históricas fotografías en las que dejaba en claro que no se rendiría jamás.

Poco después, cuando las elecciones parecían casi liquidadas, llegó el impacto final: tras contraer coronavirus, y criticado por todo su partido (incluso Barack Obama), Biden confirmaba que se bajaba de la carrera presidencial.

Así, con el factor de la edad de Biden fuera de juego, muchos creen que Kamala Harris, quien tiene casi asegurada la candidatura demócrata, podría disputarle la presidencia a Trump el próximo 5 de noviembre.

Ante las que parecen una de las elecciones más tensas en la historia de EE.UU., El Economista dialogó en exclusiva con Anabella Busso, magíster en Ciencias Sociales (FLACSO), investigadora del CONICET.

Anabella Busso

-Hasta la semana pasada, todo hacía prever que Donald Trump tenía el camino allanado para regresar a la Casa Blanca: ¿cómo impactará la baja de Joe Biden y la posible candidatura de Kamala Harris? 

Según las encuestas posteriores al primer debate entre Trump y Biden, se veía un camino consistente para la posibilidad de que Trump fuese reelecto, principalmente en los denominados swing states, o estados que pueden votar a republicanos o a demócratas, dependiendo del contexto y de los candidatos. 

Pero, tras la baja de Biden, creo que Kamala Harris tiene posibilidades de tener una campaña más competitiva con Trump

Las primeras encuestas que se hicieron, después de que se anunciara que ella es una de las posibles candidatas, muestran a Trump, en términos de votantes a nivel nacional, en el 49%, mientras que Harris obtendría el 47%, lo que es una diferencia escueta para alguien que ya ha sido presidente y que ya ha sido nominado por su partido, mientras que Harris todavía tiene que pasar por todo ese camino.

Cabe aclarar que, hasta la Convención del Partido Demócrata en agosto, Harris no estará confirmada como candidata, aunque es el escenario más probable.

De cualquier manera, Harris ha reclutado algunos apoyos más que significativos, como los del expresidente Bill Clinton y su esposa Hillary, Alexandria Ocasio-Cortez, que tiene una ligación directa con Bernie Sanders, y Nancy Pelosi, la exspeaker de la Cámara de Representantes, quien primero se mostró dubitativa, pero posteriormente también hizo público su apoyo.

La única figura de gran peso que no tomó una postura particular en este sentido es el expresidente Barack Obama, quien sacó un comunicado extremadamente elogioso y afectivo con respecto a Biden y un gran reconocimiento en cuanto a su gestión, pero lo cierra diciendo que ahora los demócratas deben resolver este escenario poco conocido, ya que casi no hay antecedentes de un presidente en ejercicio que no vaya en busca de su reelección. 

Pero la realidad es que Harris ya se reunió con el equipo de campaña de Biden y tomó el liderazgo, a lo que se suma que consiguió un aumento significativo del financiamiento para dicha campaña, lo cual es muy relevante, porque hasta el momento los números mostraban que Trump se llevaba gran parte del financiamiento. 

Ahora resta saber cómo se va a ordenar la campaña de la nueva candidata o candidato, ya que podría ser, en términos de contenido, de continuidad de la gestión de Biden, aunque la población de entre 18 y 40 años también plantea que debe haber una especie de refundación de los contenidos de política doméstica y de política internacional del partido.

También es importante destacar que esta es apenas la segunda ocasión en la que una mujer compite por la presidencia de los Estados Unidos, tras lo sucedido en 2016 con Hilary.

Harris fue la primera vicepresidenta en la historia de EE.UU. y, al ser la segunda mujer en ir en busca de su presidencia, entiendo que la campaña no va a estar orientada a buscar el voto de Trump, porque ese voto tiene un núcleo duro, que no comulga con las ideas de Harris; pero sí creo que puede recuperar parte del voto demócrata, que había decidido no ir a votar, y parte del voto independiente. 

En ese contexto, Harris va a trabajar específicamente sobre la comunidad afroamericana y la migrante, dos con las cuales ella tiene una identidad compartida por su propia historia de vida.

Kamala Harris

-¿Qué explica la terrible falla de seguridad en el intento de asesinato contra Trump? Más allá de lo desarrollado en la pregunta anterior, ¿lo sucedido puede haber impulsado la imagen del magnate republicano?

La falla de seguridad que habilitó el atentado contra Trump tiene múltiples explicaciones, pero entiendo que la principal es la falla del servicio secreto, que no llegó a tiempo a detener a quien atentó contra el candidato republicano.

Sin embargo, creo que hay algunas causas que tienen un carácter más profundo: en Estados Unidos, existe lo que podríamos llamar una "tradición" del magnicidio. 

Hay cuatro presidentes asesinados en la historia, que son Abraham Lincoln, James Garfield, William McKinley, John F. Kennedy, a lo que se suma una enorme cantidad de atentados, como los que sufrieron Trump, el presidente Ronald Reagan o los dos contra Gerald Ford, lo que deja en claro que hay una práctica política ligada a ese tipo de violencia política en la historia norteamericana.

El otro factor que me parece muy importante para que esto acontezca, y que se ha acrecentado con el paso del tiempo, es la libre disponibilidad de armas por parte de la población civil, independientemente de sus condiciones políticas, psicológicas y educativas. 

Por el momento, lo que se sabe es que el atacante era un joven de 20 años que compró un rifle estilo AR, que el FBI presume que tenía una culata plegable, pero la compra fue legal. 

Se dijo primero que lo había comprado él, después que lo había comprado su padre, pero lo que no está en discusión es que esa compra fue legal.

Hay que tener en cuenta que en Estados Unidos hay 120 armas por cada 100 habitantes, o sea, sobran 20 cada 100 habitantes. Ese porcentaje de posesión de armas por la población civil no tiene parangón en ningún país de los que nosotros denominamos "el norte global".

Entiendo que factores como la tradición del magnicidio y la disponibilidad de armas dificultan la tarea del servicio secreto. Pero, en este caso, tenemos una falla técnica muy importante.

Por otro lado, el intento de asesinato fue hábilmente utilizado por Trump, lo que le dio un impulso a su imagen.

Trump supo hacer un uso muy conveniente de determinadas fotografías, en donde se lo ve con su oreja cubierta de sangre, lo que aumentó la dimensión mística de la candidatura de Trump, esa idea que intenta difundirse de que es un salvador o un refundador, como alguien que viene a romper el sistema para fundarlo de nuevo.

En ese contexto, dentro del espectro de sus seguidores más fieles, que haya sido atacado y que se haya salvado es tomado como un signo casi místico-religioso de Trump como el salvador de Estados Unidos.

 

-¿Por qué Trump eligió a J. D. Vance como su compañero de fórmula? 

Entiendo que la elección de Vance le aporta a Trump una cuota de juventud a su fórmula electoral.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que, con la baja de Biden, el problema de ser un presidente de mucha edad ahora lo tiene Trump, de 78 años. Vance le aporta juventud y vitalidad a la fórmula.

Por otro lado, creo que también Vance acompaña a Trump y fortalece el modelo de ideas conservadoras y de extrema derecha. Ahora Trump no debería tener choques como los que tuvo con Pence al momento de la disputa de confirmar, por ejemplo, los votos del colegio electoral el 6 de enero de 2021.

En ese momento, Pence aceptó que Biden había ganado y que no hubo fraude, algo que desencantó a Trump por el comportamiento institucionalista de su vicepresidente.

Así, más allá de que en algún momento Vance lo haya podido criticar a Trump, ambos comulgan en sus ideas y prácticas.

Vance y Trump

-Durante décadas, pese a algunas diferencias, demócratas y republicanos parecían compartir objetivos en común. Sin embargo, más allá de las tensiones con China, hoy en día ambos partidos difieren en casi todo. ¿Qué explica los actuales niveles de polarización?

Las diferencias entre republicanos y demócratas vienen sufriendo un efecto acumulativo. 

Desde la Segunda Guerra Mundial, y hasta mediados de la década de los 70, en Estados Unidos existió lo que se llamó un "consenso bipartidista sobre política exterior".

Además, aunque existían diferencias en términos de políticas domésticas, estas se abordaban institucionalmente y había posibilidades de negociación entre el legislativo y el ejecutivo, o dentro del mismo poder legislativo. 

Pero, a medida que fue pasando el tiempo, y muy especialmente a partir de lo que se conoció como la revolución neoconservadora de Ronald Reagan, la batalla cultural se fue agudizando. 

Eso obligó al Partido Demócrata a ir incorporando de manera más activa a sus sectores progresistas, mientras que el establishment del partido siguió férreamente sus propias ideas y lo condujo, a veces negando inclusive algunos procesos de modernización.

Con esto quiero decir que al Partido Demócrata le ha costado incorporar temas que le solicitarían algunos partícipes más jóvenes o ahora no tan jóvenes, pero sí en esa época. 

De cualquier manera, con su visión un tanto más globalista, el Partido Demócrata tiene una agenda que abarca cuestiones como cambio climático, política de género, multilateralismo, y otras vinculadas internamente a la defensa de la sindicalización y a la reivindicación de algunos derechos de la clase trabajadora.

Teniendo en cuenta que Obama tuvo que centrarse en resolver la crisis financiera de 2008, quien retoma una especie de espíritu del neoliberalismo, adecuado al siglo XXI, es justamente Biden.

En política internacional mantuvo ese liberalismo un tanto intervencionista, tomando un rol activo en la participación de la guerra entre Rusia y Ucrania, principalmente en torno a las acciones de la OTAN.

Además, ha tenido ciertas dificultades para manejar las diferencias que involucran el conflicto entre Israel y Palestina, y que le habían costado bastantes críticas de los sectores universitarios más jóvenes que no estaban de acuerdo con la política del Poder Ejecutivo de Israel.

Por parte del Partido Republicano, no sólo ha dejado de ser el histórico y gran partido de Estados Unidos, el más respetado y el más institucionalista, sino que viene sufriendo un proceso de corrimiento a la derecha hasta llegar a Trump, que es una expresión de derecha extrema y que termina discutiendo la estructura de la dinámica partidaria e incorporando dentro del partido una especie de estructura movimientista que es MAGA (Make America Great Again). 

Se suponía que, al haber perdido las elecciones de 2020, el resto de los republicanos tradicionales tendrían que haber recuperado su propia historia. Pero no pudieron hacerlo, o no quisieron, y le devolvieron el poder a Trump, que tiene otra posición con respecto a la guerra en Ucrania y al conflicto entre Israel y Palestina.

Trump tiene determinada admiración por gobiernos de perfil más autocráticos y una posición mucho más crítica hacia el multilateralismo.

A su vez, posee una posición absolutamente contraria a las políticas favorables a la migración o a la legalización de los migrantes ilegales, y tiene muchas diferencias en cuanto a políticas domésticas como, por ejemplo, el caso del aborto o las cuestiones sindicales. 

Por lo tanto, es muy difícil que ambos partidos se puedan poner de acuerdo en términos de política exterior y de política doméstica. 

Únicamente hay un tema de agenda externa que es compartido por ambos partidos y que consiste en identificar a la República Popular de China como el principal desafío al poder de Estados Unidos.

Pero no vislumbro que, en esta disputa electoral, en el caso que sea entre Trump y Harris, y cualquiera sea el resultado, podamos asistir a un periodo de mayor nivel de acuerdo, porque lo que se está disputando en este momento es, en cierta manera, el espíritu, el alma de la nación, del sistema político. 

Imagen tomada en enero de 2021 durante el ataque de seguidores de Trump al Capitolio

-A nivel internacional y geopolítico, ¿qué significaría un regreso de Trump al poder? En Europa y China parecen ver la noticia con preocupación; mientras que en Rusia, con más optimismo

Durante su primer mandato, Trump ha tenido una relación muy tensa con Europa, tanto en términos de los vínculos con la Unión Europea como dentro del marco de la OTAN.

En aquella época, sus principales desacuerdos eran con Angela Merkel o, en algunos casos, con Emmanuel Macron.

En Europa, miran con preocupación la posibilidad de un nuevo triunfo de Trump, no sólo por lo que implicaría para determinadas relaciones bilaterales, sino porque reforzaría el contexto de ascenso para los movimientos de derechas extremas que están surgiendo en el Viejo Continente.  

Con respecto a China, a Pekín le preocuparía un triunfo de Trump porque él ha sido muy crítico, aunque también lo ha sido Biden.

Pero, en su discurso de la Convención Republicana, cuando hizo la reivindicación de líderes autocráticos, Trump lo terminó reivindicando a Xi Jinping. Dijo que el líder chino tiene la capacidad para hacerle cumplir lo que él dice a 1.400 millones de personas.

Trump tuvo un vínculo muy malo con China, país que fue el destinatario de todas las políticas económicas punitivas de su gestión, pero ahora nos encontramos con esta sorpresa. 

Sin embargo, insisto, China es el único tema en el que podemos esperar que haya más similitudes entre las propuestas demócratas y republicanas que en cualquier otro. 

Por último, con respecto a Rusia, la realidad es que Trump nunca dejó de manifestar su admiración por Putin.

Sí es cierto que tuvo que acotar un poco su discurso cuando fue presidente, en el contexto del Russiagate y de las denuncias de que Rusia había sido "partícipe ilegal" de las elecciones norteamericanas de 2016, interviniendo a través de distintos sistemas informáticos y espiando los mails de Hillary Clinton.

Todas estas acusaciones hicieron que Trump tuviera que retraer un poco su discurso, pero muy íntimamente sigue admirando a la figura de Putin y entiende que él tiene la capacidad negociadora que podría llegar a influir sobre el líder ruso y sobre Zelenski para ponerle fin a la guerra en Ucrania.