Análisis

Seguridad nacional y política económica, una combinación en ascenso en Estados Unidos

Como consecuencia de su disputa a nivel global con China, Washington está tomando cada vez más medidas en materia comercial para frenar el continuo ascenso del Gigante Asiático
05-09-2024
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Desde hace años, Estados Unidos está implementando una política de aranceles comerciales contra China.

Por ejemplo, actualmente el gobierno de Joe Biden se encuentra ultimando detalles para presentar un arancel del 25% sobre las importaciones de las grúas chinas que dominan el negocio de descarga de contenedores en los puertos de EE.UU. 

En un principio, la medida busca ayudar a devolver la construcción de grúas a Estados Unidos e impulsar la base manufacturera del país.

Sin embargo, hay intereses más importantes detrás de la medida: a los funcionarios les preocupa que China pueda emplear las grúas para realizar espionaje en los puertos estadounidenses, por ejemplo, mediante el uso de su sofisticado software de logística para monitorear los envíos relacionados con el ejército.

Así, queda en evidencia la forma en que las preocupaciones de seguridad nacional se mezclan con la política económica. 

Por ello, en la última década, y principalmente desde el gobierno de Donald Trump, ha habido una disposición mucho mayor en EE.UU. para utilizar los aranceles como parte de la política industrial y comercial.

Además, Biden agregó el empleo de subsidios y otras formas de intervención estatal para fomentar la inversión en sectores clave.

Todo este proceso está siendo impulsado por la forma en que los problemas de seguridad se están afianzando en el pensamiento del gobierno de EE.UU. sobre grandes segmentos de la economía, desde la manufactura hasta las nuevas tecnologías.

Específicamente, los funcionarios estadounidenses han observado los avances del capitalismo de Estado chino en muchas de las industrias que probablemente dominarán la primera mitad de este siglo. 

Por ello, mantener y restaurar la competitividad manufacturera estadounidense ha llegado a ser visto como un desafío geopolítico definitorio.

Además, los funcionarios se han alarmado cada vez más por la cantidad de productos y tecnologías que temen que puedan tener un uso paralelo en la esfera militar o ser utilizados como herramientas de espionaje.

 

El mundo observa con preocupación

Sin dudas, China es el principal afectado por la política estadounidense. Sin embargo, también tiene enormes implicaciones para el resto del mundo, incluso para los aliados cercanos de EE.UU., muchos de los cuales temen que Washington esté abandonando su papel como defensor global del libre comercio.

En este sentido, a medida que se acercan las elecciones presidenciales, los aliados del Gigante Norteamericano se preparan para una mayor intensificación de estas políticas, principalmente si Trump vuelve al poder.

Pero también miran con preocupación un posible gobierno de Kamala Harris, ya que incluso Biden ha ido mucho más lejos que Trump al vincular la seguridad económica con la seguridad nacional.

Por ejemplo, la Ley de Reducción de la Inflación, diseñada en 2022 para reducir las emisiones de carbono y estimular la industria nacional de energía limpia de EE.UU., provocó gran malestar en la Unión Europea debido a sus incentivos para producir en el país norteamericano. 

En un discurso pronunciado en abril de 2023, Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, enumeró los cuatro retos a los que se enfrenta Estados Unidos y que han dictado el cambio de política económica. 

Estos incluyeron el vaciamiento de la base industrial de EE.UU., la necesidad de desarrollar bienes públicos globales como la energía limpia, la lucha contra la desigualdad económica, y "adaptarse a un nuevo entorno definido por la competencia geopolítica y de seguridad, con importantes impactos económicos".

Según la administración Biden, el nuevo enfoque no está alterando el sistema de comercio internacional y el uso de la política industrial se ha diseñado con la cooperación de aliados clave. 

Pero, por ejemplo, los controles sobre las exportaciones de tecnologías clave a China han sacudido la industria global, incluso en aliados clave como Alemania.

Por ejemplo, Trumpf, un fabricante de láseres con sede cerca de Stuttgart, es un proveedor clave para la industria de los semiconductores al proporcionar láseres de última generación.

Pero, bajo la presión de Estados Unidos, el gobierno alemán ha restringido muchas de las exportaciones de Trumpf a China, ya que se consideran de "doble uso" con posibles aplicaciones militares.

Además, Estados Unidos llegó a un "acuerdo" con Japón y los Países Bajos, después de complejas y prolongadas negociaciones, para dificultar que China obtenga máquinas para fabricar semiconductores avanzados.