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Bolsonaro vs. Lula, la carrera hacia el poder

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22 marzo de 2021

Por Pedro Ferrario Licenciado en Relaciones Internacionales

La situación en Brasil se vuelve cada vez más compleja porque las extremas derechas e izquierdas podrían volver a enfrentarse. La exhumación de Lula pateo el tablero brasileño y trajo caos a la arena política, poniendo en apuros a la administración de Jair Bolsonaro.

Luis Inácio “Lula” da Silva llegó a la presidencia, con el Partido de los Trabajadores (PT), en el 2003. Gracias a una década caracterizada por el boom de commodities, su popularidad fue en aumento, permitiéndole lograr su reelección en el 2006. En 2018, llevaba la delantera en las encuestas con el 39% mientras que Bolsonaro solo alcanzaba el 19%. Sin embargo, eso no pudo verse plasmado en las urnas, ya que el petista fue condenado a cumplir 9 años y 6 meses de prisión por verse implicado en causas de corrupción en la operación Lava Jato. A último momento fue remplazado por Fernando Haddad, quien no pudo en el ballotage contra el actual presidente.

Pero, a pesar de su condena, Lula podría tener su tan ansiada revancha. El lunes pasado, el juez de la Suprema Corte, Edson Fachin, anuló todos los cargos contra el líder del PT, logrando que el exmandatario recuperara sus derechos políticos. A solo 5 días de su recuperación judicial, se dirigió al lugar que lo vio nacer: el Sindicato de Metalúrgicos en São Bernardo Do Campo, donde alguna vez fue un simple obrero. En el escenario, se sacó el barbijo, por única vez en el día y, luego de desinfectar el micrófono, se dirigió al pueblo brasilero en un discurso de 150 minutos de pura elocuencia en el que buscó el “catch all”. Se trataron temas generales, como empleo, religión, empresariales y justicia, los cuales Lula considera claves para que Brasil vuelva levantarse. El único momento de polarización contra el Gobierno llegó cuando trató el tema de la salud.

Además de este discurso, que buscó englobar a la mayor cantidad de simpatizantes posibles, Lula, después de vacunarse, prometió hacer una recorrida maoísta por todo Brasil para hablar con la gente. Si bien no se postuló abiertamente para las elecciones del 2022, esas maniobras son clásicas de un posible candidato. Mientras tanto, busca acercarse a la mayor cantidad de simpatizantes de Bolsonaro que se encuentran disconformes con la crisis sanitaria, lo cual puede ser clave para desestabilizar al oficialismo.

Recordemos que Brasil, después de Estados Unidos, es el segundo país con más muertes, alcanzando un total de 279.000 y 11,5 millones de casos. Desde un principio, el Presidente se dedicó a subestimar la pandemia, priorizando la economía y manteniéndose escéptico sobre las vacunas chinas (las más utilizadas en el país). La tardía respuesta ante el virus y la confusión en la administración (4 ministro de Salud distintos en un año) podría ser el caballo de Troya de la oposición. Lo que alguna vez fue el rechazo por corrupción hacia el PT, ahora se convirtió en la esperanza de un Brasil mejor gobernado. Las encuestas realizadas por el Instituto del IPEC colocan a exmandatario con una intención de voto del 50%, mientras que al actual jefe de Gobierno solo tendría el 38%.

Bolsonaro deberá que recurrir otra vez al discurso de odio antipetista que tan buenos resultados le dio hace tres años, lo cual inevitablemente aumentará la polarización ya existente en el país. Además, deberá terminar con su apuesta a la economía, poniendo fin a su plan de ajuste, y tendrá que acudir al aparato estatal para aumentar la cantidad de votos, recurriendo a políticas públicas que generen mayor cantidad de votos. Esto significaría el fin del modelo antiestablishment que había prometido desde su llegada al poder. Y, por supuesto, deberá formar un partido, ya que actualmente no se encuentra en ninguno.

Lula estuvo encerrado 19 meses en prisión, pero ahora tiene 19 meses para las próximas elecciones. ¿Podrá Bolsonaro revertir el descontento social o la “gripezinha” provocará la caída y muerte de su Gobierno?

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