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A diez años de su muerte, el legado de Mandela continúa

Este martes 5 de diciembre, se cumple una década desde que el ex presidente de Sudáfrica falleció a los 95 años de edad en 2013. Recordado como uno de los grandes defensores de los derechos humanos, el legado de Mandela continúa más vigente que nunca en el país africano.

A diez años de su muerte, el legado de Mandela continúa
Damián Cichero 05 diciembre de 2023

Este martes 5 de diciembre no es uno más, ya que se cumplen 10 años desde el fallecimiento de Nelson Mandela, uno de los líderes internacionales más famosos de la humanidad.

En realidad, Mandela tiene su día, ya que su fecha de nacimiento, el 18 de julio, fue establecida por las Naciones Unidas como Día Internacional de Nelson Mandela en forma de "reconocimiento a la contribución del expresidente de Sudáfrica a la cultura de la paz y la libertad".

Sin embargo, a una década de su partida, vale la pena recordar por qué el exmandatario sudafricano es tan recordado en todo el mundo. 

Sus orígenes

Nelson Rolihlahla Mandela, también conocido como "Madiba", fue un abogado que nació en la provincia del Cabo Oriental, Sudáfrica, el 18 de julio de 1918, y es reconocido por su lucha contra el apartheid.

Mandela entró en la política en 1944, cuando se afilió al partido Congreso Nacional Africano (CNA). Sin embargo, su sueño de participar en dicha área pronto llegó a su fin, ya que, entre 1948 y 1994, el régimen del apartheid comenzó en Sudáfrica. 

En 1948, el radical Partido Nacional se impuso en las elecciones generales en una coalición con el Partido Afrikáans, dirigido por el pastor protestante Daniel François Malan. Ya en su primer discurso puso de manifiesto la semilla de la discriminación: "Hoy Sudáfrica vuelve a ser nuestra, Dios permita que sea nuestra siempre", en referencia a la población blanca, pese a que estos apenas representaban el 21% de la población total del país. 

Acto seguido, el gobierno de Malan emitió leyes para segregar a cada individuo de acuerdo a su raza: básicamente, este sistema determinaba, en función de la raza, dónde podían vivir y trabajar los sudafricanos, el tipo de educación que podían recibir y si podían votar o no. 

Además, se prohibían los matrimonios interraciales y se consideraba como un delito a las relaciones sexuales entre individuos de razas diferentes.

Sin embargo, Mandela no tardó en comenzar a oponerse a estos abusos y saltó definitivamente a la fama en 1952, cuando lideró la campaña que cuestionaba la llamada "ley del pase", la cual obligaba a los no blancos a llevar documentos que autorizaran su presencia en zonas consideradas "restringidas". 

Automáticamente, Mandela empezó a ser señalado por las autoridades, ya que también tuvo un papel fundamental en 1960, tras la masacre de Sharpeville (en la que la policía reprimió a las personas que protestaban contra el apartheid, dejando unos 250 muertos y heridos).

En ese momento, Mandela, reconocido como uno de los defensores de las protestas pacíficas, comenzó a impulsar manifestaciones violentas en contra de los gobernantes, incluso fundando el grupo Umkhonto we Sizwe, brazo armado del CNA. Por ello, en 1963, fue juzgado por sabotaje, traición y conspiración, siendo condenado a cadena perpetua.

Unos 27 largos años

Mandela pasó 27 años en prisión, aunque continuó estudiando y con su lucha contra el apartheid, lo que lo convirtió en un héroe tanto para la comunidad local como para la internacional. 

Y gracias a la presión internacional, lo que incluyó la imposición de sanciones, el apartheid comenzó a llegar a su fin y Mandela fue liberado el 11 de febrero de 1990. 

Pero, tras su liberación, lejos del rencor y del odio, Mandela abogó por la reconciliación: "Mientras salía por la puerta que me conduciría a mi libertad, supe que, si no dejaba atrás mi amargura y mi odio, todavía estaría en prisión", dijo el líder sudafricano.

Gracias a sus actos, en 1993, recibió el Premio Nobel de la Paz, junto con Frederik Willem de Klerk, y, en 1994, se convirtió en el primer presidente negro de una Sudáfrica democrática, consolidándose como símbolo de la lucha contra la opresión racial.

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Mandela con su Premio Nobel de la Paz

El mundial de 1995

Durante su presidencia, Mandela realizó importantes actos, como la creación de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR) para investigar las violaciones de los derechos humanos durante el apartheid.

Sin embargo, uno de sus mayores actos fue unir a su país a través del deporte: en 1992, visitó Barcelona durante los Juegos Olímpicos y se percató de cómo esta era una gran herramienta para penetrar en la sociedad. 

En aquel entonces, la Selección sudafricana de Rugby (los Springboks) era un símbolo del poder blanco, ya que apenas tenía un jugador negro (para la ley era mestizo). Incluso los aficionados negros hinchaban en contra de su Selección ante esta situación. 

No obstante, consciente de que su país organizaría el Mundial de 1995, Mandela se reunió con François Pienaar, capitán de los Springboks, y le pidió que recorrieran el país durante el año previo al Mundial dando clases de rugby en las regiones más pobres para los niños negros del país. 

Además, le dio un poema, 'Invictus', unos versos que leyó durante sus años en prisión, entre cuyas frases se destacaba: "Ya no importa cuán estrecho haya sido el camino, ni cuantos castigos lleve mi espalda, soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma". 

Pienaar aceptó el pedido presidencial, aunque Mandela fue muy criticado por la decisión, ya que él mismo había alentado en contra de los Springboks. De todas formas, el líder sudafricano continuó firme con su estrategia.

Así, el 24 de junio de 1995, en el estadio Ellis Park, de Johannesburgo, los Springboks, en contra de todos los pronósticos, derrotaron a la favorita Nueva Zelanda (All Blacks), y todo el país celebró unido. 

Ese día, Mandela, vestido con la camiseta de los Springboks, le entregó la Copa del Mundo a Pienaar, quien le dijo al mandatario: "No hemos ganado para los 60.000 aficionados que hay en el estadio, hemos ganado para los 43 millones de sudafricanos".

Mandela abandonó la presidencia en 1999, aunque tuvo algunas alegrías, ya que los Springboks ganaron el Mundial de 2007, en Francia, además de que pudo presenciar cómo su país organizaba la Copa del Mundo de Fútbol en 2010, la cual fue obtenida por España. 

El exmandatario falleció el 5 de diciembre de 2013, a los 95 años y, quizás en una ironía del destino, justo cuando se cumplen 10 años de su partida, el pasado 28 de octubre los Springboks volvieron a coronarse campeones del mundo, derrotando nuevamente a los All Blacks. 

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Mandela junto a Pienaar

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