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Títulos locales arrastrándose como en el fondo de un pozo

La interna provocada por la derrota en las PASO agudizó la huida del peso y los inversores que hasta ahora se quedaron con bonos y acciones no venden en estos precios

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Luis Varela 20 septiembre de 2021

Por Luis Varela

Con una rabieta, haciendo puchero, como si se tratara de un chico que dice "me llevo la pelota" porque en el potrero le están ganando 3 a 0, el Gobierno tuvo a todo el país en vilo durante toda una semana porque perdió una elección.

Y demostrando que siguen sin entender por qué perdieron, el ala más fuerte de la coalición de Gobierno, liderada por Cristina Kirchner, insiste con lo mismo: hay que repartir más plata para que se reactive el consumo.

"Subejecutaron el Presupuesto, hicieron ajuste, dejaron a la gente sin dinero y por eso perdimos", fue la lógica que encontraron a la paliza electoral en la que perdieron en 17 provincias. Sin entender, ni por asomo, que la causa de la derrota fue completamente otra: la inexistencia absoluta de empleos nuevos.

A punto de cumplir 22 meses de mandato, el Gobierno -con el ministro Martín Guzmán como brazo ejecutor- se cansó de meter mano en cajas ajenas, manoteando dinero de donde fuera, incautando impuestos solidarios, sin comprender que esa política económica espanta la inversión y elimina la creación de empleo.

Y ahora, a 55 días de la elección legislativa de medio término, la carta pública de la vicepresidenta pide lanzar a los bolsillos de los consumidores un monto equivalente a $1 billón, y con eso -mientras se armaba el nuevo Gabinete- firmaron un decreto urgente para usar los DEG por US$ 4.334 millones del FMI para aumentar la emisión serán unos $ 422.000 millones.

O sea, por ocho semanas, con una masa empresaria nacional que no invierte ni aumenta la producción (en muchos casos por no tener insumos importados suficientes por el cepo), la idea es repartir más plata, fomentar el consumo para intentar revertir o moderar la derrota.

Por supuesto, más dinero en el mercado sin la fabricación de productos suficientes como para abastecer la demanda tiene un solo resultado inmediato: más inflación. El ministro Guzmán seguirá anclando todas las variables (tarifas, tipo de cambio, etcétera) hasta que se vote.

La visión del sector privado

Desde el ala empresaria, la lectura que se multiplica tiene dos conclusiones muy claras: habrá más inflación, pero lo más preocupante es que la tensión interna del Gobierno pueda terminar afectando más la actividad.

Y detrás de toda esta problemática de política interna de corto plazo, hay otro riesgo que está ahí, latente, con horizonte desconocido. Con una vacunación que sigue avanzando (sobre la población total del país, el 64% ya tiene una dosis y el 44% dos dosis), todos los distritos están abriendo más los permisos de actividad, pero la cepa Delta ya produjo una muerte y se acaban de detectar algunos contagios.

Y la llegada de la cepa Delta debe ser tomada con total responsabilidad: en la última semana en el mundo las muertes crecieron 1,3%, pero en un país altamente vacunado como EE.UU. (pero con un buen número de población anti-vacunas) en la semana la cantidad de muertes creció 2,1%, muy por encima de la media mundial. La cepa Delta ya está provocando mucha muerte en América Central y está empezando a esparcirse en el norte de Sudamérica, lo cual plantea que el desafío contra la enfermedad continuará.

Con toda esa realidad (pobreza, virus, inseguridad, narcos amenazando a fiscales si no dejan libres a sus jefes), aquí, allá y en todas partes las naciones van percibiendo que la salida del virus será trabajosa, ya que las empresas perdidas con la pandemia tardarán en recuperarse, los niveles de empleo demorarán en volver, con más dificultad en los países en los que hay leyes laborales estrictas (¿qué empresario tomará un operario nuevo si después tiene que pagarle doble indemnización si no lo necesita?)

Frente a todo eso, en el mundo se profundizó en la última semana la búsqueda de posiciones seguras y el abandono de posiciones más riesgosas. Así, increíblemente, mientras Estados Unidos sigue emitiendo dólares sin fin, en el balance de la semana hubo un generalizado corrimiento mundial hacia el dólar: en los últimos días el billete verde subió 1,5% contra el franco suizo, 0,8% contra el real, 0,7% contra el euro y la libra, 0,3% contra el yuan, no cambió contra el yen y bajó 0,5% en Chile.

El mercado local

Y si se mira el mercado cambiario local, la huida del peso se profundizó, mucho más con la "estudiantina" peronista (así la calificó el Presidente), por lo que el dólar hubiera pegado un salto de proporciones, que no ocurrió porque el BCRA quemó un cúmulo de reservas para frenarlo: se desprendió de US$ 191 millones el viernes, que redondearon una salida de US$ 427 millones en reservas en la semana y una reducción de US$ 1.049 millones en las últimas cuatro semanas, un monto equivalente al 30,9% de todo lo juntado con una cosecha carísima a lo largo de los nueve meses anteriores.

Así y todo, en el balance semanal, el contado con liquidación libre (dólar Senebi llegó a un récord histórico de $180,50, acercándose más al blue que finalizó la semana sin cambios en $185 , aplastado por la intervención de manos amigas. Pero atención, el contado con liquidación en blanco subió 1,1% llegando a su segundo valor más alto de toda su historia, sólo superado el 22 de octubre del año pasado por tres horas, y el dólar mep subió 1% en la semana, cerrando en un máximo histórico sin ningún precedente.

Esto indica que los dólares fuga (CCL y Senebi) siguen saliendo, mientras que los dólares caja fuerte o colchón (MEP y blue) también mantienen su dirección de salida, con un temblor que con un avance semanal del 1% no parece excesivo, pero eso fue a costa de un Banco Central que se sigue desangrando.

Y por más que el viernes se haya firmado el decreto del uso de los DEG, mañana martes hay que pagarle al FMI una cuota por US$ 1.900 millones. Y si no se hace, estaremos rompiendo lanzas con el único prestador de última instancia que nos queda.

Hoy, además, Guzmán realizará la segunda vuelta de la pobre licitación de deuda que realizó el jueves pasado. Ese día tomó $21.947 millones en Letras del Tesoro, pero con dos particularidades: el 30% de esa suma no vino de inversores sino de la Anses y de otros organismos públicos y el 67% del dinero tomado no fue captado con tasa de interés sino con papeles que ajustarán por inflación. Esto tiene una sola lectura: los inversores locales creen que las tasas de interés actuales son negativas, y la única manera de cubrirse es irse al dólar o, si están obligados, tomar papeles ajustables por CER.

Ahora bien, como parte muy relevante de todo este movimiento debe decirse que a pesar de la internita oficial o de la presión cambiaria, los tenedores de títulos argentinos no se desprendieron de activos locales. En el balance de la semana, mientras la Bolsa de Nueva York cedió 0,3%, mientras México achicó 0,4%, mientras Frankfurt 0,8% y al tiempo que la Bolsa de San Pablo cayó un preocupante 2,5%, la Bolsa de Buenos Aires tuvo una suba semanal del 3,4% y los bonos argentinos ganaron 1,3%.

Es cierto que toda la ganancia de los papeles argentinos se dio el lunes, tras la derrota más dura de toda la historia para el PJ, y que en las ruedas siguientes todo estuvo colocado en un tobogán, con bajas ininterrumpidas el martes, el miércoles, el jueves y el viernes. Pero el sostén que redondearon los papeles locales en el balance semanal refleja una realidad: los inversores que aún tienen valores argentinos (ultra devaluados) no están dispuestos a venderlos en estos precios.

Es más, un analista bursátil con años en su espalda sentenció: "E que no se fue a tiempo, tiene las acciones y los bonos tirados en un cajón, y no los va a vender en estos precios. Con esta actitud, las cotizaciones están arrastrándose como en el fondo de un pozo. Y toda suba será una oportunidad de venta, para salir, pero mientras esa suba no ocurra, todo seguirá quieto, con volúmenes insignificantes".

Por supuesto, hay muchos interrogantes. Primero, saber si el 14 de noviembre volverá a repetirse la paliza de las PASO. Después, cómo será el durísimo proceso hasta llegar a la presidencial de 2023. Y hay un gran temor por delante. Hay una durísima barrera en 2022, con gran chance de que el loto de los granos no exista. En los últimos dos meses la soja bajó en Chicago de US$ 610 a US$ 472, el maíz achicó de US$ 305 a US$ 207 y el trigo descendió de US$ 309 a US$ 260 .

Esta semana, mientras Cristina le grita a Guzmán que gaste, el ministro acaba de mandar al Congreso un Presupuesto de 2022 que plantea una inflación del 33% anual y una devaluación del 31%, cuando los economistas de todas las orientaciones ven en promedio una inflación cercana al 48% y una devaluación de por lo menos 58%.

Las diferencias son enormes y, hasta que la política no entienda lo que sucede, la situación de crisis se seguirá extendiendo.

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