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Schale: “La industria está en una senda de reactivación muy firme”

"Tener industria es, antes que nada, una decisión política", sentencia Ariel Schale

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Agustín Maza 02 septiembre de 2021

Por Agustín Maza

El Gobierno asumió con el compromiso de recomponer un entramado productivo muy golpeado en los años previos y con un estancamiento desde 2011. La pandemia significó un desafío para comenzar a producir en un entorno de incertidumbre.

En diálogo con El Economista, el secretario de Industria, Economía del Conocimiento y Gestión Comercial Externa, Ariel Schale, aseguró que luego de la pandemia “la industria está en una senda de reactivación muy firme”. Para el funcionario, tener industria es una decisión política.

De larga trayectoria como empresario en la industria textil y la gestión pública, Schale se pronunció sobre la importancia del cuidado del medio ambiente que deberían tener en cuenta los procesos productivos. “Va a ser muy difícil conquistar mercados internacionales con actividades que no sean amigables con el medio ambiente”, sentenció.

¿Cómo evalúa el proceso de recuperación que está teniendo la actividad industrial?

La industria está en una senda de reactivación muy firme y eso es producto de la política industrial que llevó adelante el Gobierno nacional. Tener industria es, antes que nada, una decisión política. Argentina tiene que ser un país industrial para garantizar su esquema de desarrollo económico y social. Que seamos un país industrial significa dar la batalla productiva y consolidar el salto de ese esquema primarizante a uno que despliegue todas sus capacidades en la agregación de valor a sus recursos naturales, que vincule a todas las actividades intensivas en conocimiento e innovación para tener una estrategia de inserción internacional en base al valor agregado.

En el mundo, y durante la última década, cobraron mucha relevancia los servicios vinculados a las plataformas digitales. ¿Se puede articular eso con un programa de desarrollo productivo?

Las potencias mundiales son, antes que nada, potencias industriales. La centralidad que tiene en esos países la política industrial, aún hoy, es categórica. Tenemos nuevos paradigmas, pero se repite la necesidad de la incorporación de tecnología para tener un salto de calidad en la vida de nuestras sociedades. La industria de este siglo está atravesada por el paradigma de la revolución 4.0, que deviene también en la instancia de poder conocer al instante las decisiones del consumidor y eso tiene impactos tremendos en la organización de la producción, la distribución y la comercialización. Sin duda, otro desafío central es incentivar la incorporación de la economía del conocimiento. Es muy difícil pensar específicamente en una actividad sin que esté atravesada por la tecnología en alguna parte de su proceso productivo.

¿Qué objetivos a mediano plazo se plantea la política industrial del Gobierno?

Estamos enfocados en dos objetivos: recuperar los niveles de producción que teníamos antes de 2015 y comenzar a resolver los problemas que nos da el crecimiento que tenemos por delante. Cuando asumimos, nuestra industria era insostenible, no había casi racionalidad económica. Teníamos una tasa de interés incompatible con el esquema productivo y un entorno macroeconómico sumamente hostil para la actividad industrial. Hoy tenemos que garantizar los recursos humanos capacitados para incorporarnos al mercado de trabajo industrial, tener una política de administración cada vez más refinada para que nuestras empresas puedan disponer de los dólares necesarios para la compra de bienes de capital e incorporar tecnología. El componente más dinámico de la demanda en nuestro país es la inversión que realizan los industriales, que prevén en los próximos años un buen contexto para producir.

Un tema muy relevante en la discusión internacional es el cuidado del medio ambiente, ¿Cuál es su mirada al respecto?

Existen tres vectores de sustentabilidad a tener en cuenta: el económico, el social y el ambiental. Debemos integrar esos conceptos y es lo que estamos haciendo en un momento tan difícil para fundar una política industrial, porque estamos atravesando por una crisis sanitaria sin precedentes. La verdad es que, en ese contexto, nunca dejamos de aplicar medidas que tengan que ver con la industria del futuro donde el vector ambiental funciona como eje organizador. Asimismo, ahí hay una cuestión comercial muy relevante. Va a ser muy difícil conquistar mercados internacionales con actividades que no sean amigables con el medioambiente. Todo el esquema de certificación va a ser parte inmanente de los productos que se fabrican y Argentina necesita una política que le de sustentabilidad futura al entorno macroeconómico. A eso se suma la necesaria conciencia no depredatoria de cuidar el planeta. De todas formas, existe una tensión entre la depredación y el prohibicionismo. Nosotros tenemos que llevar adelante todo el despliegue de nuestras capacidades. No hay actividades contaminantes, hay tecnologías contaminantes, por eso el deber de la política es velar por que todo se haga en el marco del resguardo del medio ambiente. Ni la depredación ni el prohibicionismo, que son extremos, nos van a permitir el desarrollo que necesitamos. Es menester que nuestra sociedad pueda darse esa discusión.

¿Se puede concertar ese esquema con el incentivo a las exportaciones y la generación de divisas?

El principal problema de la estructura macroeconómica argentina se centra en su restricción externa. Esa restricción es la falta de dólares que necesitamos para retroalimentar un esquema de crecimiento, ese círculo virtuoso entre la producción, el consumo y la inversión. Esos dólares sólo se consiguen exportando más. Vender al mundo es la única actividad genuina para generar los dólares que necesitamos. Para exportar más vamos a necesitar, repito, una actividad productiva que esté certificada ambientalmente. En breve enviaremos al Congreso un proyecto de ley para el desarrollo de la movilidad sustentable, para crear un marco regulatorio de largo plazo que incentive ese paradigma. Si no lo hacemos ahora, vamos a necesitar dólares para comprarle al mundo lo que sí hizo en el momento indicado. Dentro de la electromovilidad, nuestro país tiene un sendero muy prometedor por recorrer. Contamos con el principal recurso natural, porque somos la segunda reserva de litio a nivel mundial. Podemos fabricar baterías aquí y que sean parte integrante de automotrices que fabrican movilidad sustentable. Queremos situar a la Argentina como la plataforma de inversiones extranjeras más importante de la región en términos de electromovilidad.

Hoy existen diferencias sustanciales respecto a los lineamientos a seguir en el Mercosur, Brasil y Uruguay exponen diferencias respecto a la postura de Argentina. ¿Le preocupa esa dinámica?

El Mercosur es un proceso de integración económica regional. Esas cuestiones tienen a veces etapas de avance y de conservación en función de la coincidencia de las visiones políticas de los Gobiernos que forman parte de eso. Actualmente, el bloque se caracteriza por divergencias en las ideas. Las discusiones que se dan hoy son de instrumentos, no de objetivos. Los países que lo integramos compartimos la premisa de que el bloque representa un esquema importantísimo de integración internacional, eso no está en discusión. La divergencia hace que haya disonancias respecto de la dinámica y el uso de los distintos instrumentos para consolidar un proceso de integración adecuado. Las cuatro naciones que formamos parte del Mercosur tenemos mucha experiencia para saber ecualizar esas diferencias y preservar un espacio de construcción conjunta. Tenemos el ejemplo de los países centrales, que son tan aperturistas o proteccionistas allí donde les conviene a su estrategia de desarrollo. La región tiene un futuro enorme en el comercio internacional.

¿Qué implicancia tienen las pymes a la hora de definir una política industrial?

Las pymes son la estructura genética de nuestro entramado productivo. Además, son las más dinámicas en términos de integración de las nuevas tecnologías. Todo lo que hacemos es para generar un entramado pyme productivo cada vez más fuerte. Esas firmas deben funcionar en un contexto macroeconómico que permita su operación. Producir en argentina era perder plata cuando asumimos, hoy no es así. Debemos fortalecer el mercado interno, esto significa que los ingresos permitan un mayor consumo y que haya una mayor cantidad de puestos de trabajo de calidad. Eso le permitirá a las pymes tener rentabilidad y mercado. Con esas condiciones, van a poder motorizar el desarrollo económico.

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