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Mejor una verdad incómoda que una mentira confortable

Para salir de la crisis se requiere un Plan Integral, que todavía no aparece, decisión política y un equipo con pericia profesional y técnica para implementarlo. Una vieja recomendación para cualquier nueva gestión: nunca hay una segunda oportunidad para una primera buena impresión.

Luis "Toto" Caputo
Luis "Toto" Caputo .
Gustavo Reija 15 diciembre de 2023

La frase que da título a esta columna fue dicha por el Presidente Javier Milei en su discurso inaugural en las escalinatas del Congreso y, por supuesto, coincidimos plenamente con el sentido de la misma.

En ese marco, parece interesante realizar algunas reflexiones en esta primera semana de gestión y en base a lo anunciado y prometido hasta el momento.

El conjunto de medidas anunciadas por el ministro Luis Caputo no constituye un Plan Económico de Estabilización ya que sólo se trata de un listado de acciones con el objeto de generar una licuación del gasto público, vía fogonazo inflacionario, y una caída de los niveles de consumo interno que permitan generar las condiciones para el fortalecimiento de las reservas del Banco Central a través de una doble vía: caída de las importaciones e incremento del saldo exportable. 

Con ese objeto, el set de medidas incluyó una importante devaluación del tipo de cambio oficial que lo ubica, en términos del Indicie de Tipo de Cambio Real Multilateral, a valores de 2002, un incremento de las retenciones agropecuarias, un incremento del impuesto país para las importaciones y la eliminación de los programas de administración de precios. 

Un conjunto de medidas de ajuste fiscal ortodoxo, que recuerdan a la dinámica de los "stop and go" de la economía argentina, en los cuales a una etapa de desajustes fiscales y pérdida de reservas por atraso del tipo de cambio se sucedía una fuerte devaluación, caída del salario real e incremento exportador, reiniciando el ciclo que, a lo largo de los años,  generó el círculo vicioso que ha terminado convirtiendo a nuestro sistema económico en una fábrica de pobres.

No existen soluciones financieras que puedan suplir a una adecuada reforma estructural que genere un esquema de incentivos sustentables, a lo largo del tiempo, para crear las condiciones propicias a un proceso de inversión orientado al incremento de la productividad de nuestro sistema económico mediante el cambio de la matriz productiva nacional.

La grave situación en materia económica y social, que el propio Presidente ha descrito, no admite soluciones que se limiten a la licuación del gasto público y el aumento de impuestos.

  • ¿Cuál será el verdadero grado de licuación del gasto público? 
  • ¿Acaso alguien puede suponer que no habrá reajustes salariales y previsionales durante 2024? 
  • Con una tasa de inflación disparada, como el propio Gobierno admite para los próximos meses, ¿es sostenible usar un ancla cambiaria con un crawling peg del 2% mensual? 
  • ¿Cuánto tiempo demora el tipo de cambio en volver a estar retrasado? 
  • Y, en este último caso ¿se vuelve a devaluar y acentuar el fogonazo inflacionario? 
  • ¿Es sostenible?

Este conjunto de preguntas nos lleva a ver que este enfoque, sólo financiero del problema, es limitado y está condenado a su autodestrucción en un plazo breve si, al mismo tiempo, no se avanza decididamente en el programa de reformas estructurales.

Desregular sectores económicos y actividades, generar programas de competitividad sectorial mediante rebajas impositivas con un marco legal que brinden previsibilidad a la inversión, poner en valor las potencialidades de nuestra minería, liberar al sector generador de conocimientos de trabas, sacar el pie de encima al sector agropecuario fomentando la generación de valor agregado exportable, prohibir el financiamiento del Central al Tesoro, son sólo algunas de las reformas indispensables.

El tiempo no es neutral en la implementación de una política económica. La demora en anunciar las reformas estructurales y su tratamiento en el Congreso tiene una relación inversamente proporcional con el éxito del programa. 

Es cierto que esta administración asumió hace pocos días, pero no es menos cierto que los planes iniciales de gestión, en un contexto previo a la hiperinflación y con índices sociales graves, debieron estar terminados para ser presentados en forma integral el día de la asunción.

No es cierto que las economías tengan un piso de caída a partir del cual se rebota. Esta es una ilusión peligrosa que muchos han venido sosteniendo por años.

Para salir de la crisis se requiere un Plan Integral, que todavía no aparece, decisión política y un equipo con pericia profesional y técnica para implementarlo.

Los riesgos son altos y todos los argentinos estamos en este barco que viene hundiéndose hace décadas.

Por último, una vieja recomendación que se aplica a cualquier nueva gestión: nunca hay una segunda oportunidad para una primera buena impresión.

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