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Tras la pandemia

La recuperación de la economía “tocó techo”

Según Itega, se está “consolidando el amesetamiento niveles alcanzados en los meses previos al ASPO en 2020”.

Se explica por un “magro repunte” en el consumo y “un freno” de la inversión.
Se explica por un “magro repunte” en el consumo y “un freno” de la inversión. Archivo.
13 octubre de 2021

Argentina enfrenta un desafío central para poder salir de su situación de crisis y mejorar sus indicadores sociales y laborales: crecer de manera sostenida. Sin embargo, los datos de actividad que se conocieron en la última semana parecen haber mostrado cierto agotamiento en el proceso de recuperación. 

Un trabajo del Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala (Itega) consideró que la actividad económica post-Covid “parece haber encontrado un techo”. Tal como indicaron, esa dinámica se explica por un “magro repunte” en el consumo y “un freno” de la inversión. 

El trabajo recordó que según su Indicador Mensual de Actividad Económica (IMA), en agosto la economía se incrementó 0,3% respecto a julio, “consolidando el amesetamiento en torno a los niveles alcanzados en los meses previos al Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (Aspo) en 2020”.  

Esto también se verifica en la industria, con el dato del octavo mes recientemente publicado por el Indec, que reflejó una caída de 0,6% mensual en términos desestacionalizados, la segunda baja consecutiva. 

Consumo e inversión frenados 

Para Itega, esa dinámica obedece fundamentalmente al magro repunte que tuvo el consumo, sumado al freno que se observó en lo que va del año de la inversión, tras un fuerte repunte que había mostrado en la segunda parte de 2020. 

En efecto, en agosto último el consumo medido por el Indicador Mensual de Consumo (IMC) que releva la entidad se incrementó 0,6% mensual, y se ubicó 2,3% debajo de los niveles prepandemia mientras que su Indicador Mensual de la Inversión (IMI) mostró una caída del 1,2% mensual en julio, reflejando el estancamiento de este componente. 

A pesar de esta dinámica, el Gobierno estimó un crecimiento del 8% para 2021, que quedó plasmado en la reciente presentación de las proyecciones del Presupuesto para 2022. Asimismo, el mercado convalidó esa visión, ya que el Relevamiento de las Expectativas del Mercado (REM) con los datos de septiembre que acaba de publicar el BCRA mostró que el top -10 de las consultoras ajustaron 0,5 puntos porcentuales al alza su estimación de un promedio de 7,3% a 7,8%.  

El informe señaló que esta “aparente contradicción” en realidad está explicada por el fuerte “efecto arrastre” que dejó el repunte de la actividad en la segunda parte del 2020 y principios de 2021, tras la salida de la cuarentena estricta provocada por la pandemia. “En efecto, el arrastre al primer trimestre de 2021 es, precisamente, del 8%”, consignó Itega. 

Aumentar el gasto 

El Gobierno se planteó una estrategia luego de la derrota que sufrió en las elecciones PASO de septiembre, la cual implica un aumento del gasto para “poner plata en el bolsillo”. Respecto a este punto, los desafíos rondan entre financiar el aumento del déficit fiscal para un aumento de la actividad y sí esa iniciativa resulta verdaderamente efectiva. 

En consecuencia, Itega comentó que no hay dudas de que el impulso fiscal para los próximos meses que lleva implícito el presupuesto representan un desafío para la gestión, “que lejos de explicarse por una aceleración del gasto previsional como pasó en 2017 parece encontrar su sentido en el gasto de capital, el cual se destaca por su notable subejecución en lo que va del año”.  

En concreto, el gasto de capital representa la obra pública un dinamizador que los gobiernos utilizan generalmente para reactivar la economía, ya que genera un movimiento en el consumo y el empleo en los sectores de menores ingresos. El trabajo explicó que, si bien esta partida no suele tener una estacionalidad marcada ya que se paga contra presentación de certificados de obra, los cuales se acumulan hacia el final del ejercicio, “en los últimos años el grado de ejecución del gasto de capital para el mes de agosto ronda en el 62%, por lo que el valor de 34% de ejecución que se observa en lo que va de 2021 resulta más que llamativo”. 

Así, alcanzar la nueva proyección de cierre fiscal que implica un déficit primario de 4% del PIB que marca el Presupuesto “parece un objetivo difícil de alcanzar”. Sin embargo, dijo Itega, aun considerando un déficit inferior en el orden del 3,5% que resulta más factible de ejecutar, lo cierto es que se mantendrá una inercia en las partidas presupuestarias que harán muy difícil alcanzar un valor para 2022 por debajo del 3% del PIB. Esta dificultad la refleja la hoja de ruta que delineó el Ministerio de Economía que estima para 2022 un déficit primario de 3,3% del PIB, aun considerando un gasto primario que se contrae ligeramente en términos reales.  

“Los interrogantes que se abren en este punto nos llevan a pensar no solo si es posible mantener fuentes de financiamiento para esta magnitud de déficit, sino también en qué medida un resultado primario casi sin signos de mejoría y que ni siquiera parece lograr un impacto positivo sobre la actividad es consistente con un eventual acuerdo con el FMI”, concluyó Itega.  
 

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