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Javier Milei
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El pantano de la estanflación

Es imprescindible pensar el desarrollo: convertir en acto lo que es potencial. De eso hace décadas que no hablamos.

Carlos Leyba 30 noviembre de 2023

El Presidente electo tuvo un exitoso viaje a EE.UU.: fue recibido por J. Sullivan. Extraordinario para un desconocido en la política, la economía, la cultura; un don nadie, "homo qualunque", pero votado abrumadoramente. 

Al volver anunció un "período de estanflación". Audaz. 

A eso se refería cuando le dijo al Santo Padre que tenía "coraje". 

Nuestra sociedad tiene sordera y ceguera selectiva, sea por amor o simpatía o por simple negación. 

Javier goza de las mieles de millones de ciegos que J. Saramago no hubiera imaginado. Y además, sordos. Lo dicho pasó como si nada. "Opina Argentina", encuestadora, midió que 55% de los argentinos, después de ese anuncio, tiene imagen positiva de Milei. Amor

Pero, salvo la derogación de la Ley de Alquileres, Ley del Aborto, reducción de ministerios y privatización de medios públicos, que gozan de acuerdo mayoritario, en el resto no hay acuerdo con las propuestas de Milei. Lo dice la encuesta. ¿Sordos, ciegos? 

Excelente imagen de aquel que quiere ejecutar decisiones con las que no estamos de acuerdo. 

¿Si esa mayoría no está de acuerdo con las decisiones prometidas y se llevan a cabo y eso ocurre en profundización de la estanflación, qué puede avalar la continuidad de lo que no es querido? 

El 55% de Javier contiene un porcentaje importante de repudio al kirchnerismo, lo que, según la encuesta, disminuye el porcentaje del apoyo al programa de Milei. 

En ese caso "el éxito inmediato" es condición para "dejar pasar" todo aquello con lo que no se está de acuerdo. El éxito inmediato es que los salarios vayan por el ascensor y los precios por la escalera. ¿Pero si se mantiene el clásico "los salarios por la escalera" y consecuencia del ajuste fiscal y cambiario, los precios velozmente en el ascensor? ¿Quién cultivará la tolerancia al después? ¿Esa es parte de la sabiduría que Milei está buscando?  

Los industriales pymes, en el seminario UIA, aplaudieron al futuro ministro del Interior cuando anunció su alto menemismo en sangre. El menemismo que ahogó a muchos industriales víctimas del tercer capítulo del industricidio. Los previos fueron Rodrigazo y Dictadura. ¿De regreso?

Además fueron celebradas las humoradas de la futura Canciller cuando anunció "cancha nivelada y abierta para Mercosur" y -entre otras- export parity para la energía y dijo "la reversión del gaoducto del norte ... será gas a San Pablo", acuerdo UE, etcétera. La Mondino habló como ideóloga de la economía: libertaria al mango. Pero concitó entusiasmo en los industriales. 

El gobernador de Chubut, Ignacio Torres; Alfredo Cornejo de Mendoza; Raúl Jalil de Catamarca y Axel Kicillof de Buenos Aires
El gobernador de Chubut, Ignacio Torres; Alfredo Cornejo de Mendoza; Raúl Jalil de Catamarca y Axel Kicillof de Buenos Aires

También I. Torres, gobernador de Chubut, pero con discurso desarrollista, elegido por el PRO versión Larreta. Y también A. Kicillof que enumeró maravillas provinciales y olvidó contar que su provincia vive atormentada por la pobreza, la inseguridad y la decadencia educativa: la productividad del sistema se mide por esos resultados y no por la prolija contabilidad que leyó como si fuera el gobernador de California. Pero a todos aplaudieron. Difícil de desentrañar. Tal vez sólo sea buena educación, lo que no es malo. 

Javier había dicho "apertura unilateral": la canciller le puso detalles: es ahí donde está el diablo. Arturo Uslar Pietri dijo que "el petróleo es el estiércol del diablo": tenía esas razones para explicar a Venezuela. Para Javier el peso moneda nacional es estiércol de la casta: por eso no ha renunciado a la dolarización y la aparición del Toto Caputo es "el financista" para allanar el camino. Pasada la profundización de la estanflación prometida el tren de Javier se propone llevarnos a la dolarización. 

Completado el anuncio de "estanflación", que es puro coraje, la sabiduría será "qué hacemos con las consecuencias". 

Vivimos en ellas. Hace 50 años que estamos enfermos de estanflación. La traducción de la afirmación de Javier es que anuncia "más estancamiento", caída de la actividad, más profunda  y más inflación, calculan efectos inmediatos de las medidas próximas con tasa mensual del doble.

El Milei policy maker propone ejecutar una "macha sangría" para terminar con la infección: mucho desempleo, mucha liquidación de stocks, baja de importaciones, en una de esas aumento de exportaciones, depresión salarial y -hay teóricos que lo recomiendan- una retahíla de sopapos. Eso es la estanflación en estanflación.

El discurso del 10 de diciembre, será el "para qué" del sacrificio. La profundización de la estanflación será la condición necesaria, según Javier, para instalar, de una vez y para siempre, la dinámica esplendorosa de los mercados liberados de restricciones y regulaciones. 

A ese "pronóstico propósito" intermedio, acaba de responder Cristina, vena inflamada, con: "es una catástrofe social". 

Tal vez, esa conclusión de Cris, sea la razón por la que Alberto F., a riesgo de renunciar a su jubilación de privilegio (Cristina tiene 2), anunció su radicación en España. Del mismo modo Sergio Massa manifestó que le han ofrecido en exterior, no uno sino tres empleos privados sin experiencia laboral. Siempre fue empleado público. Y su último registro, más que documentado, es el de tener sobre sus espaldas un fracaso económico notable. No sólo la chocó sino que la desarmó. 

Sergio y Alberto prefieren mirarla desde afuera: no va a ser fácil si se profundiza "la catástrofe" caminar por la calle, las miradas de reproche incomodan y es difícil evitarlas. ¿Mirarla desde afuera es mejor? ¿Sólo para ellos?

Cristina saca "conclusiones públicas". Pícara. Dice, la "catástrofe social" está por venir, como si lo que vivimos hace décadas no fuera una fenomenal catástrofe social. 

Cristina, Alberto y Massa estuvieron en casi todas las contribuciones magnas a la catástrofe social que vivimos. 

La mejor, dramática, concluyente, manera de medir la catástrofe es el crecimiento, sin desmayo, de la pobreza iniciado en 1975, con una política amateur que se aplicó con la voluntad de disciplinar la reacción social. Luego las armas. Aunque, en realidad, todo empezó por otras armas. Pero es otro tema.

Entonces, cuando todo empezó, las personas pobres (luego de una década, 1964/74, de crecimiento industrial, de salto en la productividad, de avance exportador) eran 800.000, 4% de la población. Hoy suman un mínimo de 16 millones (40% de la población). Delante de nuestros ojos al ritmo del Google Maps que expandía las villas en todo el territorio. Nadie puede decir "no lo ví".

Las personas pobres, en 50 años, se multiplicaron por 20 y la población apenas se duplicó: fábrica de pobres y fábrica de niños pobres, que hoy son 60% por ciento de los niños lo que nos garantiza la continuidad "sine die" de la "catástrofe social" que, con colosal caradurismo, Cristina Kirchner anuncia que llegará por la "estanflación" anunciada por Milei, como si ya no estuviéramos empantanados en ella. 

Cristina, Néstor y Alberto participaron activa y entusiastamente en la tercera vuelta de esa política de deshilachamiento social, que fue el programa menemista y no lo revirtieron. 

Todos los "aceleradores" de catástrofe se alimentan de la misma ignorancia. La ignorancia de que, en la política, lo más importante son las consecuencias aún de los que creemos éxitos. O "se puede ganar una guerra y al mismo tiempo exterminar a toda la población, la vencida y la vencedora". Pasa. 

Podremos encontrar giros discursivos en las políticas que dieron lugar al nacimiento del kirchnerismo. Pero no podremos encontrar nada que haya terminado con el núcleo reproductor de la pobreza estructural. 

Hubo picos, hubo valles, pero nunca dejó de crecer el mínimo del porcentaje de la pobreza - ¡Axel Kicillof se negó a medirla! hasta a eso llegamos - y nunca dejó de crecer el número de pobres. 

Esa es la síntesis del fracaso, sobre todo, de aquellos que alardean de "la Patria es el otro, donde hay una necesidad hay un derecho, la Justicia social". En su participación en el seminario de UIA, ayer, Kicillof habló maravillas de la PBA (Estado, producción, etc.) pero - como es su costumbre - no habló de la pobreza que se expande sin cesar en el territorio que él gobierna y gobernará por 4 años más. La pobreza no está en su discurso auto laudatorio. Dirigente estudiantil eterno. 

El peronismo, mejor dicho y para ser correctos, si la marca que usan algunas personas, sirve como identificador, es bueno recordar que de 1975 a la fecha, los que han usado "esa marca" para llegar al poder, son los que la mayor cantidad de años han gobernado y por lo tanto aquellos a los que les cabe la mayor responsabilidad. Por cierto no los únicos.

Los menciono porque Cristina, que funge como la última líder de ese agrupamiento, acaba de anunciar que se viene "la catástrofe social" ignorando ex profeso que estamos instalados en esta infamante catástrofe social de la pobreza en la que viven la mayoría de los niños y en la que vive nuestro futuro: de ahí venimos, aquí estamos y allá vamos. 

La estanflación, que anuncia Milei, es una noticia muy vieja. Con un criterio histórico, de larga duración, la Argentina desde 1975 -fecha concreta- está en un proceso de alta inflación, con algunos períodos de estabilización de precios transitoria plagados de deuda externa, de creciente desempleo y creciente pobreza. Y desde entonces está en un gigantesco estancamiento estructural cuya medición objetiva es que el PIB por habitante de 2020 (pandemia) fue igual al de 1974. 

No es un "gigantesco derrumbe" en un año, después de 46 años de crecimiento previo. No. Es una síntesis de un estancamiento de largo plazo del que no hemos salido. La multiplicación por 20 del número de pobres, no es más que la contracara del desplome de la productividad económica, la desarticulación del aparato productivo; y del desplome de la productividad social, la desarticulación de eso que llamamos Estado.

Es imprescindible pensar el desarrollo: convertir en acto lo que es potencial. De eso hace décadas que no hablamos. Estamos en la trampa de la estanflación. Y no saldremos de ella hasta que una estrategia de productividad sistémica, que incluye al Estado, sea lo que pueble los discursos y los seminarios.

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