Exequiel Zeballos, la gran figura del Superclásico ante River con un gol y una asistencia, es hoy uno de los talentos más prometedores y queridos de Boca. A sus 23 años, el "Changuito" no solo deslumbra por su habilidad, velocidad y desequilibrio ofensivo, sino también por su historia de superación, marcada por la fe, la resiliencia y un amor inquebrantable por la camiseta azul y oro.
Nacido en La Banda, Santiago del Estero, Zeballos comenzó su camino futbolístico en el club local Sarmiento de La Banda, donde su talento precoz llamó la atención de un captador de Boca a los 11 años. En 2016 se mudó a la pensión del club en Buenos Aires, dejando atrás a su familia y a su entorno para perseguir un sueño.
Dos años después firmó su primer contrato profesional, y el 29 de noviembre de 2020 debutó en Primera de la mano de Miguel Ángel Russo. Un año más tarde anotó su primer gol oficial en la goleada 8-1 a Central Córdoba, el club de su provincia natal, y pocos días después le marcó al Barcelona en la Maradona Cup disputada en Arabia Saudita. Ese tanto, ante el gigante catalán, fue la carta de presentación de un jugador diferente.
Sin embargo, su ascenso meteórico se vio frenado por una seguidilla de lesiones que pusieron a prueba su espíritu. Entre 2022 y 2023, sufrió tres lesiones graves que pusieron en duda su carrera: una fractura de tobillo derecho con lesión ligamentaria tras una durísima falta de Milton Leyendeker (Agropecuario) por Copa Argentina; una rotura de meniscos en la rodilla izquierda y, finalmente, una rotura de ligamentos cruzados y menisco externo en la rodilla derecha. Tres operaciones en apenas 14 meses.
Zeballos enfrentó esos meses con una fortaleza que impresionó incluso dentro del club. "Es un torito, nunca estuvo caído ni mal anímicamente", cuentan los que lo vieron rehabilitarse en silencio. Durante la rehabilitación, el apoyo de su familia y el nacimiento de su hija fueron su combustible emocional. En mayo de 2024 volvió a entrenar con intensidad y, de a poco, se reencontró con la pelota. En noviembre, tras un año sin convertir, volvió al gol ante Godoy Cruz en la Bombonera. Su grito, lleno de lágrimas, fue el símbolo de un renacer.
Desde entonces, su carrera tomó nuevo impulso y el 2025 lo encontró en plenitud. Claudio Úbeda, actual entrenador tras el fallecimiento de Miguel Ángel Russo, le dio confianza y continuidad. Zeballos respondió con goles, asistencias y actuaciones decisivas. En los últimos cinco partidos participó en seis de los ocho goles de Boca, con tres tantos y dos asistencias, entre ellos su actuación consagratoria en el Superclásico ante River, donde fue la figura absoluta del 2-0.
El partido tuvo tintes de película. Abrió el marcador con un golazo tras insistir dos veces frente a Armani, y luego armó una jugada letal para asistir al uruguayo Miguel Merentiel. Cuando fue reemplazado, la Bombonera entera se puso de pie para ovacionarlo. Entre lágrimas, el santiagueño devolvió con aplausos ese amor que esperó años.
"Solamente hay que tener paciencia y seguir trabajando. Los planes de Dios son perfectos. Tengo un grupo de trabajo fuera del club que es muy importante para mí. Son solamente ocho o diez personas que cuando vaya al vestuario les voy a contestar", dijo emocionado tras el partido.
Campeón con las juveniles Sub-15 y Sub-17 y convocado por Lionel Scaloni a la Selección Mayor en 2021, Zeballos combina técnica, personalidad y sentido de pertenencia y es hoy un símbolo de la nueva generación de Boca. Su contrato vence en diciembre de 2026, aunque la dirigencia comandada por Juan Román Riquelme ya trabaja para extenderlo.
"Zeballos tiene cosas que se las veo a muy pocos. Patea con las dos piernas igual y lo vamos a cuidar muchísimo", había anticipado Riquelme tiempo atrás. Hoy, una década después de aquel sueño infantil de "jugar en la Bombonera y tirar magia", el "Changuito" está cumpliendo su destino. En cada gambeta, en cada desborde, late la historia de un pibe del interior que convirtió el dolor en combustible.