Por Ernesto Calvo, Gonzalo Elizondo y Rodrigo Zarazaga
"Mañana arrasamos", decía un puntero peronista de Solano el día previo a las elecciones nacionales de octubre. Los resultados conocidos en la noche del 26, sin embargo, lo sorprendieron. Es justo reconocer que no solo a él, sino a casi toda la sociedad argentina. La Libertad Avanza (LLA) resultó la fuerza más votada a nivel nacional, ganando incluso en la Provincia de Buenos Aires (PBA). El resultado en esta provincia —que es el que buscamos analizar en este artículo— fue particularmente sorprendente, ya que un mes y medio antes, Fuerza Patria había triunfado holgadamente por alrededor de 14 puntos en las elecciones legislativas provinciales.
En las vísperas de la elección de octubre, la derrota de Milei frente al peronismo en la PBA se daba por descontada. Para la mayoría de los analistas, los resultados de las elecciones legislativas de septiembre hacían inimaginable que el resultado pudiera revertirse. Sin embargo, lo inimaginable ocurrió y a las pocas horas, un número no menor de argumentos, no excluyentes entre sí, fueron propuestos para explicar el sorpresivo desenlace: (1) hubo un importante aumento en la participación, que se volcó mayoritariamente hacia LLA; (2) el desdoblamiento de las elecciones llevó a que quienes se interesan por la gestión local participaran en las elecciones municipales (septiembre), y a que quienes se interesan por la política nacional votaran en las elecciones nacionales (octubre), y (3) el uso de la Boleta Única de Papel (BUP) impidió al peronismo cometer fraude.
En esta nota discutimos por qué la elección de septiembre nos resultó tan inesperada, por qué la de octubre fue sorpresiva y qué evidencia existe para explicar el cambio en la tendencia del voto. El argumento que presentamos se enfoca, en primer lugar, en las diferencias en la participación de los votantes de LLA cuando la competencia es provincial o nacional y, en segundo lugar, en las diferencias en el esfuerzo movilizador de Fuerza Patria entre septiembre y octubre.
Por un lado, mostramos, que los votantes de LLA muestran un claro interés por la política nacional, reforzado por el hecho de que el partido prácticamente no cuenta con intendentes ni con máquinas o aparatos locales propios en la PBA.
Por otro lado, dentro del peronismo, dos grupos bien definidos de dirigentes y votantes manifestaron intereses distintos respecto de los resultados locales y nacionales, lo que derivó en dos tasas de participación diferentes entre septiembre y octubre. Esta diferencia interna del peronismo explica también, como veremos a continuación, las oscilaciones en los resultados entre ambas elecciones.
Suspenso en septiembre, sorpresa en octubre
Hace una década, los economistas Ely Jeffrey, Alexander Frankel y Emir Kamenica presentaron un estudio sobre cómo procesamos la información que nos resulta novedosa. ¿Por qué consumimos noticias sobre una elección que ya concluyó, si tener más información sobre los eventos del día no cambia el resultado? La metáfora que utilizaron es la de un partido de básquetbol, en el que cada canasta y cada pérdida de pelota inclinan el resultado a favor de un equipo u otro. El suspenso, explican los autores, aparece cuando esperamos la llegada de nueva información que debería actualizar nuestras creencias previas. Esperamos el resultado de la elección como esperamos el próximo gol en un partido de fútbol, y el suspenso que nos mata es la información que todavía no tenemos. La sorpresa, en cambio, ocurre cuando un evento informativo nos obliga a modificar las creencias que teníamos sobre el mundo. El suspenso es una actualización "hacia adelante"; la sorpresa, una actualización "hacia atrás". La clave, sin embargo, está en desde qué preconcepción actualizamos esa información.
En septiembre, gran parte de los analistas políticos esperaba una elección muy reñida, en la cual el peronismo, de ganar, lo haría por un margen estrecho. El suspenso era bajo —no anticipábamos un futuro muy distinto—, pero la sorpresa fue grande. El peronismo ganó por 14 puntos, un triunfo considerablemente más amplio que el pronosticado por las encuestas. A la luz de este resultado interpretamos que el gobierno había perdido muchos más votantes de lo que todos habíamos esperado. Dado que la elección ya había concluido, y sin contar con información sobre las preferencias de los no votantes (casi un 40% del electorado), asumimos que ese resultado era el dato de la realidad que desconocíamos —fait accompli—: un alineamiento de los votantes con los partidos políticos que no habíamos medido correctamente por la falta de una elección previa.
En lugar de actualizar bayesianamente y asumir que el resultado de septiembre debía combinarse con lo que sabíamos antes de la elección, la gran mayoría de los políticos, periodistas, militantes y votantes actualizamos nuestras creencias y fijamos una nueva ancla: "el peronismo tiene una ventaja de 14 puntos sobre La Libertad Avanza en PBA". Esa ancla de 14 puntos a favor del peronismo, que nos fue revelada en septiembre y reemplazó nuestra creencia original de paridad, fue lo que motivó una nueva sorpresa en octubre. Contra la mayoría de los pronósticos, La Libertad Avanza ganó las elecciones legislativas nacionales, tanto a nivel nacional como en la PBA.
Si consideramos las elecciones intermedias de los últimos años, el 26 de octubre no debería habernos resultado tan sorpresivo. De hecho, como señaló un dirigente local del peronismo, el verdadero resultado inesperado fue el triunfo de septiembre en la provincia de Buenos Aires, "que quebró un ciclo histórico de 20 años de derrotas electorales consecutivas del peronismo en la provincia en las elecciones legislativas de 2009, 2013, 2017 y 2021".
Una lectura alternativa de la elección de octubre a nivel nacional podría sostener que la absorción del PRO por parte de La Libertad Avanza implicó una pérdida de 13 puntos respecto de la suma de votos de ambos partidos en la categoría de diputados nacionales de 2023 (54% contra 41%), mientras que el peronismo perdió apenas 4 puntos (38% contra 34%). Por supuesto, ninguna de estas son comparaciones adecuadas para medir el cambio real en la intención de voto.
Movilizar o no movilizar, esa es la cuestión
Analicemos la primera teoría: el aumento de la participación. Sin contabilizar a los extranjeros —no habilitados para votar a nivel nacional—, más de 600.000 nuevos votantes se incorporaron en las elecciones de octubre en la provincia de Buenos Aires. Por su parte, La Libertad Avanza sumó alrededor de un millón de votos nuevos, mientras que Fuerza Patria perdió algo menos de 100.000. ¿Todos los nuevos votantes apoyaron a LLA? ¿Cómo se explica este comportamiento electoral?

Asumiendo que los votantes eligen de forma constante al mismo partido tanto a nivel local como nacional, la diferencia radicaría en su decisión de asistir o no a las urnas en ambas elecciones. La pregunta sería, entonces: ¿por qué una parte de los votantes peronistas se movilizó en septiembre pero no en octubre? Y, a la inversa, ¿por qué gran cantidad de votantes de La Libertad Avanza que concurrieron mayoritariamente en octubre no lo hicieron en septiembre?
Aun si los votantes tienen preferencias generales por un partido y no cambian estas preferencias entre distintas elecciones, la política local y la nacional no necesariamente son igualmente importantes. Es decir, no afectan de la misma manera sus intereses y preocupaciones —ni las de sus dirigentes—. En este sentido, la capacidad de los intendentes para aumentar la participación el día de la elección, reduciendo los costos de movilización, energizando a la militancia y haciendo campaña, constituye una forma de modificar las probabilidades de que un votante decida asistir o no a las urnas.
Para explicar el cambio en los totales de votos entre ambas elecciones y cómo influyeron en ello los dirigentes locales, ponemos la lupa en los 33 municipios del conurbano bonaerense. Estos distritos representan algo más del 70% del electorado provincial y constituyen, tradicionalmente, un bastión electoral del peronismo. Un axioma de la política bonaerense sostiene que, si el peronismo realiza una buena elección en esta región, el resultado a nivel provincial se vuelve prácticamente irremontable para sus opositores.
La sangría de votos del peronismo en su bastión electoral es una de las claves —una fundamental— para comprender la victoria de Milei en la provincia en octubre.
- Comparando los resultados provisorios, y sin considerar a los votantes extranjeros, se observa que en octubre LLA venció al peronismo en nueve municipios del conurbano (cuando solo lo había hecho en tres en septiembre) y sumó un total de 580.000 votos, mientras que el peronismo perdió casi 140.000 respecto de septiembre.
Uno de los argumentos mencionados previamente sostiene que, debido al desdoblamiento, algunos votantes peronistas con mayor interés en la política local emitieron su voto en septiembre pero no asistieron a las urnas en octubre. En contrapartida, en el caso del voto libertario, el mayor interés por el resultado nacional —alimentado por la polarización y la campaña del "riesgo kuka"— movilizó a una mayoría de adeptos que no había participado en septiembre. Si este fuera el caso, debería observarse una tendencia homogénea a lo largo de los municipios y circuitos electorales.
Analizando en primer lugar el comportamiento del voto a La Libertad Avanza, el Gráfico 1 muestra la relación entre el aumento en la participación (nuevos votantes entre septiembre y octubre, en números absolutos, eje X) y el aumento del voto a los candidatos libertarios (nuevos votantes entre septiembre y octubre que votaron a LLA, en números absolutos, eje Y), por circuito electoral en los 33 municipios del Conurbano. La correlación es estadísticamente significativa al 99% de confianza, con un coeficiente de 0,88. Estos datos indican que los nuevos votantes que se incorporaron en la elección de octubre eligieron mayoritariamente a La Libertad Avanza, ya sea motivados por los resultados de septiembre, por el efecto de la polarización o por el temor a una debacle económica poselectoral. Al observar el gráfico, se aprecia una tendencia homogénea a lo largo de los 356 circuitos electorales analizados.
Gráfico 1. Nuevos votantes de LLA según aumento en la participación entre septiembre y octubre.

Ahora bien, analizando el comportamiento del voto peronista no se observa una tendencia homogénea. Mientras que en algunos municipios Fuerza Patria ganó votos con respecto a septiembre, en otros tuvo pérdidas menores, y en algunos casos extremos se perdieron más de 25.000 votos.
Si ponemos la atención en los 27 municipios del conurbano gobernados por intendentes de Fuerza Patria —que engloban poco más de 300 circuitos electorales, y representan cerca del 60% del electorado provincial—, se pueden distinguir con claridad dos grupos: uno conformado por 17 municipios donde el peronismo logró conservar gran parte de su volumen electoral en octubre (un promedio de 3 puntos porcentuales de pérdida de votos) —al que llamaremos Grupo 1—, y otro grupo de 10 municipios donde la pérdida de votos fue mucho más abultada (con un promedio de 16 puntos porcentuales de sangría de votos) —denominado Grupo 2. Este último grupo por sí solo explica una pérdida de casi 160.000 votos, número que habría sido suficiente para revertir el resultado a nivel provincial.
El triunfo de LLA se explica porque la derecha volvió a enfrentar a un peronismo dividido
El Gráfico 2 muestra el comportamiento diferenciado de estos dos grupos. En el eje X, similar al gráfico anterior, se observa el volumen de nuevos votantes por circuito electoral, y en el eje Y, el cambio en el número de votantes de Fuerza Patria entre septiembre y octubre. Las líneas de tendencia son claras, mientras que un grupo logró mantener o incluso incrementar el número de votos con el aumento de la participación, en el otro grupo, pese a que la participación creció, el número de votantes a Fuerza Patria disminuyó. Es decir, muchos de quienes eligieron a los candidatos de Fuerza Patria en septiembre, en octubre se quedaron en sus casas. ¿Cómo se explica esto?
Gráfico 2. Nuevos votantes de Fuerza Patria según aumento en la participación entre septiembre y octubre, y distinguiendo dos grupos de municipios.

Los argumentos referidos a los efectos del desdoblamiento, o incluso al uso de la Boleta Única de Papel, no alcanzan para explicar por qué el comportamiento del voto peronista fue tan dispar entre municipios gobernados por el peronismo en su bastión electoral. Asumiendo que los votantes peronistas optarían por Fuerza Patria tanto en septiembre como en octubre, la diferencia radica en las motivaciones y los costos de concurrir a las urnas el día de la elección. En este punto entra en juego lo que comúnmente se denomina "la máquina" o "el aparato electoral" de los intendentes. Por eso, centramos el análisis en los 27 municipios del conurbano gobernados por intendentes que respaldaron la boleta de Fuerza Patria.
Las marcadas diferencias que se observan entre ambos grupos indican que, mientras todos los intendentes peronistas se jugaban su gobernabilidad en la elección de septiembre, no todos tuvieron los mismos incentivos en la de octubre. Los intendentes alineados con CFK —quien definió la estrategia y la lista de Fuerza Patria a nivel nacional en la provincia— sí tuvieron motivos para movilizar, ya que su facción partidaria podía salir debilitada por una derrota en octubre.
- En cambio, los intendentes no alineados con el kirchnerismo carecieron de incentivos para replicar en octubre los esfuerzos realizados en septiembre: sin lugar en las listas nacionales, no asumieron los costos de movilizar su aparato electoral.
Como era de esperarse, estos resultados alimentaron el fuego cruzado al interior del peronismo. Tal es el caso del intendente de Ezeiza —donde se perdieron casi 15.000 votos—, quien declaró que los resultados electorales son "un mensaje para los dirigentes nacionales, que tienen que entender que los intendentes somos los que tenemos los votos".
En uno de los municipios donde la pérdida de votos fue sustancial, un funcionario reconoció, antes de las elecciones de octubre, que no harían la inversión de septiembre de 3.000 autos para movilizar a sus votantes; inversión nada despreciable de $100.000 pesos por auto. En otro municipio, donde Fuerza Patria logró conservar la mayor parte del voto de septiembre, un armador territorial reconocía que volvería a poner autos en octubre. Un puntero de ese mismo municipio subía en sus estados de WhatsApp fotos coordinando los autos en su barrio el día de la elección.
¿De quién son los votos?
Hace unos años, un intendente peronista reconvertido a Cambiemos reconocía en una entrevista personal que "no ganás solo con el aparato, pero sin el aparato tampoco... nunca sabés que puntero te garpa tener y cuál no". Las preguntas sobre cuántos votos mueven las máquinas municipales es recurrente, y la incertidumbre alcanza incluso a los intendentes que las sostienen. Estas elecciones ofrecen una tentativa de respuesta. Si observamos dos grupos diferenciados de intendentes peronistas —unos que invirtieron esfuerzos en campaña y movilización tanto en septiembre como en octubre, y otros que lo hicieron solo en septiembre—, la diferencia en su desempeño electoral en octubre puede interpretarse como el efecto de haber puesto en marcha (o no) sus "aparatos".
El aumento de la participación, la BUP o el desdoblamiento no bastan, por sí solos, para explicar la derrota del peronismo en Buenos Aires
Una consideración fundamental es que este efecto debería ser particularmente visible en los circuitos electorales con mayor nivel de pobreza, asumiendo que las maquinarias electorales de los intendentes operan principalmente en los sectores más vulnerables de sus municipios. Encontramos indicios de ello al medir la relación entre participación electoral y pobreza. Si la movilización de votantes y la puesta en marcha de las máquinas electorales pueden influir en los resultados electorales, en primer lugar deberían impactar en la participación de los sectores de menores ingresos. El análisis estadístico respalda esta interpretación: en el Grupo 2 de municipios (aquellos que asumimos "no movilizaron"), se observa una relación negativa entre pobreza y nuevos votantes. Es decir, a mayor pobreza, menor participación en la elección de octubre en comparación con septiembre (significativo al 99% de confianza). En cambio, esta relación no se replica en el Grupo 1.
El siguiente paso consiste en analizar la variación del voto a Fuerza Patria entre ambos grupos, según el nivel de pobreza del circuito electoral. ¿Qué deberíamos esperar de esto? Si la hipótesis es correcta, el grupo que desistió de movilizar y hacer campaña en octubre debería mostrar una merma más pronunciada entre los votantes más pobres. El Gráfico 3 muestra la variación porcentual del voto a Fuerza Patria entre septiembre y octubre (en el eje Y), según el nivel socioeconómico del circuito electoral (en el eje X, donde 1 es el más rico y 6 el más pobre), distinguiendo los dos grupos de municipios. Allí se confirman nuestros argumentos: se observa una clara diferencia entre ambos grupos en su capacidad para conservar el nivel de voto obtenido en septiembre. Asimismo, la línea de tendencia muestra que el Grupo 2 pierde votos de manera más marcada en los circuitos de menor nivel socioeconómico
Gráfico 3. Variación porcentual del voto a Fuerza Patria entre septiembre y octubre por circuito electoral según nivel de pobreza, para dos grupos de municipios.

Estos resultados muestran que el aumento de la participación, la introducción de la BUP o el desdoblamiento electoral no bastan, por sí solos, para explicar la derrota del peronismo en la provincia de Buenos Aires. Estos factores deberían haber afectado de manera homogénea a todos los municipios, pero los datos contradicen ese corolario.
Una explicación fundamental es que no todos los intendentes movilizaron en octubre con la misma intensidad que en septiembre.
En definitiva, el triunfo de LLA se explica porque la derecha volvió a enfrentar a un peronismo dividido; dividido no verticalmente, como en el 2015, entre Frente Renovador y Frente para la Victoria, sino horizontalmente, entre el peronismo municipal del conurbano y su expresión nacional. Cuando llegan las elecciones, como en Antón Pirulero, en el peronismo cada cual atiende su juego.