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Las criptomonedas se derrumban y todos se preguntan cuál será el piso

Si uno preguntara hasta cuánto pueden bajar las criptos la respuesta debería ser “a cero”

Bitcoin
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El índice de inflación del último mes en Estados Unidos marcó que los precios en ese país subieron 7% respecto al año anterior. Sin embargo, quienes tienen dólares no están saliendo desesperados a desprenderse de sus billetes verdes. Nadie está tomando decisiones pensando que el dinero pueda perder 40% de su valor en los próximos, digamos, 3 meses.

¿A qué viene ese comentario? Eso es lo que perdió Bitcoin desde mediados de octubre. Todos saben que la moneda digital más conocida es volátil, pero la diferencia con el dólar va más allá de un tema de volatilidad. 

Si uno preguntara hasta cuánto pueden bajar las criptos la respuesta debería ser “a cero”

En el caso de las monedas nacionales todos sabemos que tienen algo así como una red de contención. Incluso con el peso argentino, cuya inflación está entre las más altas del mundo, todos tienen una teoría de lo que podría hacer el Gobierno para que esa suba de precios se detenga. Si uno preguntara hasta cuánto pueden bajar las criptos la respuesta debería ser “a cero”. 

Cuando las criptos se derrumban la sensación es que su precio no tiene un piso. Si uno descuenta el valor futuro de los resultados de una empresa puede estimar el valor aproximado que debería tener la acción, algo similar puede hacer con las deudas pero, ¿cómo valuar una criptomoneda? ¿Cuál sería el flujo futuro que deberíamos descontar? 

En el caso de Bitcoin, el relato dice que es la versión digital del oro y que, así como el metal tiene un precio de mercado que se sostiene en el tiempo, Bitcoin también puede tenerlo. La experiencia de los últimos tiempos parece contradecir ese razonamiento. Quien compró el metal amarillo no sufrió lo que están sufriendo los criptofans.

Esta es la hora de quienes dicen que el precio de las criptos es especulación pura. Es posible, la enorme mayoría de quienes han apostado en ese ecosistema no tienen mucha idea de qué se trata. Suelen suponer que el dólar, el peso o el yen tienen la misma esencia que las criptomonedas y que sus diferencias es sólo una cuestión de forma. La palabra moneda, luego de “cripto” confunde: vende algo que no es y muchos son los que caen en la trampa.

Suele decir Warren Mosler que el mercado puede definir los precios relativos de los bienes y servicios, a cuantos kilos de tomate equivale un corte de pelo por ejemplo, pero lo que no pueden determinar es el nivel general de precios. Esa información les llega “desde fuera” y es el Gobierno cuando gasta el que define el valor de la moneda y que sirve de numerador para que el mercado defina sus precios en términos de aquella.

En el sector de las criptomonedas podemos explicar por qué Ethereum debería valer más que Cardano o por qué Algorand debería valer más que Solana, pero lo que no está claro es cuánto debería valer el “nivel general de precios de las criptomonedas”. ¿Cómo se define el valor relativo entre las criptos y el kilo de tomates? Es algo que no está para nada claro y por ahora flotamos en una nebulosa en ese sentido.

No tenemos buenos modelos de valuación para las criptos, esas “monedas” con las cuales se recompensa a aquellos que sostienen las redes, sean mineros o validadores

No me malentiendan, no estoy diciendo que las blockchains no sirven o no tengan futuro, lo que estoy poniendo sobre la mesa es que no tenemos buenos modelos de valuación para las criptos, esas “monedas” con las cuales se recompensa a aquellos que sostienen las redes, sean mineros o validadores.

Nadie sabe muy bien qué fue lo que pasó para que las criptos se derrumbaran como lo hicieron. Tal vez fue el anuncio de la Fed de que subiría las tasas, tal vez sea que se asustaron por una posible escalada bélica entre Estados Unidos y Rusia. Lo que sí sabemos es que los movimientos suelen ser acentuados por los bots que están programados para reaccionar ante las oscilaciones en los precios.

Es esa incógnita la que preocupa a la SEC cuando analiza un posible ETF de Bitcoin. No quiere autorizar ese instrumento en un mercado que, por ahora, puede ser influenciado por pocos actores a los que llaman “ballenas” por tener una enorme cantidad de monedas en su poder. Es por eso que volvió a rechazar el pedido de lanzar un Fondo Común de Inversión con respaldo en aquella moneda digital. Esta vez les toco a First Trust Advisors y a SkyBridge.

Este último es el fondo manejado por Anthony Scaramucci, ex director de Comunicaciones de la Casa Blanca y que está muy vinculado a la red Algorand, al punto de que acaba de anunciar que está escribiendo un libro sobre ella.

Las stablecoins por ejemplo son un caso de uso en el que uno puede tener algo muy parecido a un dólar en el mundo cripto. De hecho, los bancos NBH Bank y New York Community Bank hicieron la primera transacción de la USDF coin que es el criptodolar que tiene la particularidad de ser emitido por un consorcio de bancos con seguro FDIC (respaldado por la Reserva Federal) y que anticipamos la semana pasada.

Esa stablecoin funciona sobre la Provenance Blockchain, una red descentralizada poco conocida y que fuera lanzada en mayo del año pasado. Funciona con un sistema “Proof of Stake”, lo cual le asegura transacciones muy económicas y veloces. Así debe ser si quieren competir, por ejemplo, con Wise (ex TransferWise), que dice procesar 45% de sus transacciones de manera instantánea y 65% en menos de una hora.

Otro banco que se había sumado a la fiebre cripto es JP Morgan con su JPMCoin, la cual está facilitando operaciones intradiarias de Repo por miles de millones de dólares en lo que pareciera solo el comienzo de una revolución tecnológica.

El mundo financiero va claramente hacia la instantaneidad de sus operaciones. El valor de las criptos y sus fundamentals son una incógnita difícil de resolver. Por ahora pareciera que a esas monedas las maneja la especulación pura. Probablemente el tiempo hará lo suyo y podremos algún día tener un buen modelo que nos ayude a entenderlas.

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