El Economista - 70 años
Versión digital

vie 19 Abr

BUE 24°C
Escenario desafiante

Una oportunidad para regenerar la misión global de la década

El escenario global nos indica un estancamiento en los compromisos y una consecuente deuda con la población y sus ecosistemas

Es esencial aprovechar el momento de disrupción tecnológica actual para implementar procesos de recolección, análisis y comunicación de datos
Es esencial aprovechar el momento de disrupción tecnológica actual para implementar procesos de recolección, análisis y comunicación de datos
Alejandro Orozco 07 agosto de 2022

En los albores de la Agenda 2030, el entonces Secretario General de las Naciones Unidas Ban Ki-moon señalaba que la prueba de fuego para el cumplimiento de dicha consigna de desarrollo sería su implementación a través de objetivos concretos y un compromiso político cristalizado en una alianza mundial renovada. 

Habiendo transcurrido la mitad del camino y en medio de un cimbronazo global todavía en curso, gobiernos, empresas y sociedad civil se ven ante el reto de despejar las incertidumbres existentes para garantizar que la calidad de vida en el planeta se asiente sobre pilares sostenibles. ¿Qué aprendizajes y perspectivas nos ofrece la ciudadanía para resolver este desafío?

En primer término, el escenario global nos indica un estancamiento en los compromisos y una consecuente deuda con la población y sus ecosistemas. Como muestran los resultados del reporte 2022 de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible (SDSN), existe un cambio de prioridades políticas hacia la resolución de crisis de corto plazo como la guerra en Ucrania y la pandemia del SARS-Cov-2. 

Esta decisión ha revertido progresos técnicos en la reducción de la pobreza y la promoción del trabajo decente en los países en desarrollo, mientras que ha ralentizado las agendas del clima y la biodiversidad en los países desarrollados. En estas condiciones, la confianza en que las autoridades podrán adoptar planes creíbles se ve severamente mermada y aumenta la incertidumbre en torno al flujo de financiamiento internacional hacia proyectos regenerativos para las comunidades locales. 

Desde una perspectiva regional, el panorama se potencia e interpela a unas sociedades en ebullición constante. En medio de inestabilidad política y crecientes inequidades sociales, el estudio más reciente de las Naciones Unidas expone que la región de América Latina y el Caribe se encuentra en un limbo entre el impasse y el deterioro en su compromiso por la sostenibilidad. Esto es especialmente notable en materia de seguridad alimentaria, crecimiento económico, equidad y resiliencia frente al cambio climático. 

Argentina, por su parte, se perfila en una situación paradójica: a primera vista parece haber cumplido gran parte de los objetivos del desarrollo sostenible (ODS) y sus actividades socioeconómicas generan efectos mayoritariamente positivos para que otros países puedan implementar exitosamente sus planes de desarrollo. No obstante, mientras que solo se han logrado avances perceptibles en calidad educativa y equidad de género, persisten desafíos crónicos en el cuidado de los ecosistemas, en la erradicación del hambre y en la consolidación de instituciones sólidas. En este marco, la constante inestabilidad política y los hábitos extractivistas de la población sólo refuerzan una espiral regresiva.

Frente a esta situación, los ciudadanos reclaman garantías en el ambiente habilitante de la sociedad civil para solventar legítimamente los retos de nuestro tiempo. Como recalca CIVICUS, dadas las restricciones actuales al involucramiento de las organizaciones civiles en las decisiones públicas, es imperioso canalizar sus ideas a través de mecanismos participativos y transparentes como los pensados en la iniciativa Nuestra Agenda Común

De igual manera, es esencial aprovechar el momento de disrupción tecnológica actual para implementar procesos de recolección, análisis y comunicación de datos que aumenten la efectividad de las acciones por el desarrollo. Al conocer nuestras circunstancias y al contar con un andamiaje institucional consensuado, habrá condiciones más confiables para el financiamiento internacional y para obtener los resultados deseados por cada comunidad. 

En el centro de la integración de sectores y generaciones que debaten por una nueva lógica de política pública, podemos encontrar una serie de lecciones ciudadanas que nos sirven para renovar la misión de la sostenibilidad. Por una parte, podemos destacar la conformación y permanencia de coaliciones internacionales dedicadas a la rendición de cuentas dinámica sobre los compromisos gubernamentales. 

De forma ilustrativa, la plataforma Acción por el Desarrollo Sostenible (A4SD por sus siglas en inglés) ha estado realizando desde 2016 un trabajo de puntuación social de la acción del propio sector civil y utiliza sus resultados como insumos para instrumentar acciones personalizadas en distintos territorios. Por otra parte, se consolidan sinergias público-privadas para visibilizar el alineamiento de los proyectos ciudadanos con la Agenda 2030. 

Este es el caso de la Plataforma ODS, implementada por la Red Argentina para la Cooperación Internacional (RACI) a través de un portal interactivo que ilustra la permeabilidad y continuidad de las acciones de la sociedad civil en Argentina. 

Finalmente, florecen múltiples emprendimientos que aprovechan el fenómeno del big data para direccionar las políticas públicas hacia las soluciones más eficientes. Uno de los ejemplos más transversales actualmente es la iniciativa TReNDS de la SDSN que facilita evidencia para crear capacidades de innovación local. Conjuntamente, estas tendencias cimentan un camino a replicar y escalar colaborativamente. 

Llegados a este punto de la carrera por los ecosistemas, la equidad y la riqueza, urge reflexionar sobre las posibilidades de una misión global que encauce los diferentes esfuerzos de forma inspiradora. Esta tarea requiere movilizar crecientes recursos financieros hacia el desarrollo de tecnología e infraestructura, a la vez que implica lidiar con riesgos como lo son las decisiones autoritarias y los impactos sociales indeseados a largo plazo. 

Como hemos visto, es la propia sociedad organizada quién puede facilitar la regeneración del planeta haciendo uso extensivo de alianzas basadas en la tecnología y el monitoreo continuo. Con el horizonte en la próxima cumbre de alcaldes del C40 en Buenos Aires y la Semana de Acción por los ODS, las cartas están en posición para decidir la siguiente jugada hacia 2030. 

Seguí leyendo

Enterate primero

Economía + las noticias de Argentina y del mundo en tu correo

Indica tus temas de interés