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El lado B de emigrar

Tres jóvenes argentinos en el exterior cuentan su experiencia emigrando y refutan las creencias más difundidas en la opinión pública sobre el tema

El lado B de emigrar
Ludmila Di Grande 18 enero de 2023

"Europa es otra cosa", "la única salida es Ezeiza", "Argentina es inviable" son las frases que se escuchan a diario seguidas de las razones por las que irse del país.

Pero no todo es color de rosa. Emigrar no es fácil y menos en un contexto mundial adverso tras una pandemia que puso en jaque a todas las economías y sistemas de salud del mundo, y una guerra que hizo disparar los precios de la energía y los alimentos.

Según un informe del Banco Mundial, el crecimiento mundial se está desacelerando marcadamente debido a la elevada inflación, el aumento de las tasas de interés, la reducción de las inversiones y las perturbaciones causadas por el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania.

La entidad afirma que el problema será generalizado: en las economías avanzadas el crecimiento se desacelerará del 2,5% en 2022 al 0,5% en 2023 y en los mercados emergentes y las economías en desarrollo, la actividad se contraerá desde el 3,8% al 2,7%, respectivamente.

En Estados Unidos, el crecimiento caerá al 0,5%, 1,9 puntos porcentuales por debajo de los pronósticos anteriores y el desempeño más deficiente fuera de las recesiones oficiales desde 1970.

En tanto, para la zona euro se espera que no registre crecimiento.

En lo que respecta al mercado laboral, según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se espera que el desempleo aumente levemente en 2023, en unos 3 millones, hasta alcanzar los 208 millones de desempleados (valor equiparable a una tasa de desempleo mundial del 5,8%).

"A raíz de la actual coyuntura de desaceleración, muchos trabajadores se verán obligados a aceptar empleos de peor calidad, con frecuencia insuficientemente remunerados, y, en ocasiones, sin contar con las horas de trabajo necesarias", dijo la OIT.

Por otro lado, teniendo en cuenta de que los precios aumentan a un ritmo más rápido que los ingresos nominales, la crisis asociada al costo de la vida podría aumentar el número de personas en situación de pobreza. Esto se suma a la amplia caída de ingresos registrada durante la pandemia.

Incluso en este contexto, muchos jóvenes deciden irse del país por distintos motivos y no solamente por la situación económica argentina como se suele pensar. Aunque sí es cierto que es uno de los factores que se tienen en cuenta.

En este sentido, tres jóvenes argentinos en el exterior cuentan en primera persona ante El Economista su experiencia emigrando.

Sofía Antonucci

Sofía Antonucci tiene 27 años, es community manager y emigró a Italia en noviembre del 2019. Ahí vivió mientras se hacía la ciudadanía y fue la primera vez que estuvo sola en un país. No conocía el idioma, no tenía amistades, estaba empezando completamente de cero

"Decidí emigrar luego de un viaje con amigas a México que se extendió más de lo pensado. Terminé formando nuevas amistades, trabajando y viviendo en el Caribe. La gente que me encontré en ese viaje me hizo sentir como en casa y le agarré el gusto a la libertad de no cumplir con rutinas", dijo en diálogo con El Economista.

"Mi experiencia desde el primer momento fue buena porque tuve el apoyo de mis padres, tanto emocional como económico. Me siento muy afortunada porque soy consciente que no es la realidad de muchas de las personas que emigran", agregó.

Acerca de cómo fue adaptarse e instalarse en un nuevo país, Sofía afirmó: "Me costó y me sigue costando hasta el día de hoy pero soy consciente de que es lo que yo elijo. Aunque cueste intento no bajar los brazos nunca".

Sofía también vivió en Estados Unidos, en España y actualmente se encuentra en México.

Respecto del costo de vida, habló sobre Barcelona, España, que fue el último lugar donde estuvo trabajando.

"Mi ingreso mensual era de 1.200 euros y trabajaba para una empresa del grupo Louis Vuitton. También tenía otro ingreso más de 600 euros por mes. Un total de 1.800 euros", detalló.

"Barcelona es caro. Yo pagaba aproximadamente 460 euros por mes de alquiler compartido además de 300 de comida y 100 de servicios. También gastaba 40 en el pase de transporte, que tiene viajes ilimitados; 15 en telefonía y 34 en obra social mensualmente", aseguró.

Cabe destacar que el conjunto de la Unión Europea cerró el 2022 con una inflación anual del 10,4% y la Eurozona con 9,2%.

Según la Eurostat, la energía se disparó 25% el año pasado y los precios de los alimentos, el alcohol y el tabaco se incrementaron 13,8%.

Por su parte, Sofía afirmó que en Miami y California tuvo capacidad de ahorro, en España a medias y en Italia, directamente no.

Consultada sobre qué siente que dejó en Argentina, Sofía dijo: "Dejé muchas cosas atrás, desde mi zona de confort hasta el día a día con mi familia y amigos. Dejé a mi mascota, que quedó al cuidado de mis papas porque por su salud no tiene permitido viajar en avión. Todo esto aún me sigue pesando".

"Emigrar es encontrarse solo en cumpleaños, navidades, año nuevo y no estar presente en los momentos significativos. Pero todo es parte de un proceso, tanto espiritual como mental. El emigrar te quita, pero te da mucho", expresó.

"Nada es fácil ni color de rosa como nos hacen creer. Cuesta y siendo extranjero, cuesta el doble.Trabajas 4 veces más que lo que trabajabas en tu país pero cuando ves los frutos a corto plazo, sentís que todo vale la pena", agregó.

Actualmente, Sofía piensa que no volvería a Argentina: "La única vez que fui en estos 4 años me sentí sapo de otro pozo. Siento que ya no comparto los mismos pensamientos e ideas a futuro con mi gente y la libertad y seguridad económica que siento fuera de Argentina hacen que elija seguir yendo por este camino".

"Pero si en un futuro no lejano me gustaría poder invertir en mi país y tener algo propio allí", concluyó.

Manu Guija

Manu Guija, tiene 30 años, es licenciado en comunicación social de la UBA y actualmente se encuentra trabajando en Madrid, España, como creador de contenido.

"Yo estaba bien en Argentina, no me fui porque odiaba el país, porque estaba enojado con el gobierno de turno, el actual o con la realidad económica. Tampoco pasé por un episodio trágico que me haya motivado a irme", afirmó.

Emigró hace casi 4 años porque quería probar suerte, por una especie de aventura, en busca de experiencias nuevas.

Manu Guija en paracaídas (Madrid, 2019)

"Tenía 26 años cuando me fui y en ese momento ya trabajaba como creador de contenido para marcas y para medios de Argentina haciendo viajes y vídeos de lifestyle, por lo que me servía hacer base en Madrid para moverme y que fuese más viable poder viajar. Tengo a París, a Italia y a Inglaterra a dos horas y el costo es más barato", explicó

"Antes ahorraba todo el año para hacer un gran viaje y ahora hago mini viajes durante muchos momentos distintos. En mi caso, yo trabajo de esto por eso viajo mucho más", agregó al respecto.

Sin embargo, aseguró que para él las puertas de Argentina siempre están abiertas y que no las quiere cerrar.

Además, Manu manifestó: "Emigrar es muy complejo y hubiera sido más fácil si me hubiese ido enojado. Es como cuando te separás de una pareja, si te vas y está todo bien es más difícil porque estás todo el tiempo preguntándote si hiciste bien o mal. Para mi el lado B es ese, el estar constantemente replanteándote y dudando si la decisión fue la correcta".

"Yo soy de los que se fueron con la valija sin guardar como dice Casciari. Estoy convencido que quiero volver a vivir en Argentina, no quiero vivir en Europa para siempre, no me imagino teniendo hijos acá", aseguró.

Consultado por la situación económica de España, el entrevistado afirmó: "Económicamente estás más estable que en Argentina, no estable. Se romantiza un montón el emigrar, se dice que en Europa todo es mágico, no te roban, no hay inflación, te podés comprar un auto, pagás en cuotas, viajás. Sí, hay muchas de esas cosas que son ciertas pero hay algo muy concreto también que es que no hay chance que un pibe de 25 años viva solo, a menos que sea hijo de un millonario".

"Para el común denominador de los jóvenes, la emancipación de la casa de los padres se da alrededor de los 30 años y se comparte piso con desconocidos porque es muy duro. Yo pago 1.200 euros de alquiler y el sueldo promedio está entre los 1.000 y 2.000 euros. Creo que en Argentina el acceso a una vivienda de alquiler es más fácil. La mayoría de las personas que conozco ya tuvieron su casita, su departamento, chiquito, mediano, no importa", agregó.

Respecto de cómo se siente estando en el exterior, dijo: "Estar afuera implica estar muy solo, estar lejos de la gente que querés, de tu familia, de tus abuelos, de tus amigos de toda la vida, de tus lugares, de tus calles, de los lugares que te hicieron ser quien sos. Para mi, las calles de Madrid no tienen historia. Recién ahora que pasaron 4 años quizás sí, pero no la siento mi casa".

Katia Appelhans

Katia Appelhans, tiene 30 años, es periodista y en marzo del año pasado, cuando ya se empezaron a regularizar los vuelos y los viajes luego de la pandemia, emigró a Italia con su marido, quien fue su primer novio y se reencontró luego de 10 años.

A principios de diciembre voló a Perth, Australia, y es allí donde reside en la actualidad.

"Tomé la decisión de emigrar por un montón de cosas pero más que nada lo económico, me pesó mucho. Yo en Argentina no estaba mal y no tenía una mala posición económica en lo absoluto pero siempre por la ayuda de mi familia", afirmó Katia a este medio.

"Los trabajos que he tenido no eran muy bien pagos y si bien estaba trabajando en mi profesión, me frustraba no llegar a fin de mes. Me molestaba ir al supermercado y que no me alcance o estar viendo si podía pagar la luz o comprarme una remera", agregó.  

Por otro lado, la entrevistada señala que lo que más la motivó a irse es que siempre le gustó viajar y conocer culturas.

"En Argentina era difícil poder hacerlo con el sueldo que tenía y también era complicado tomarme vacaciones y planificar a largo plazo", aseguró.

Otro de los factores que la llevó a decidirse es que tenía la posibilidad de tramitar la ciudadanía italiana.

Respecto a su situación actual en Australia, Katia explicó: "Llegué hace un mes y medio y no sabía que en diciembre y enero es muy difícil conseguir trabajo ya que son vacaciones y no hay tanta demanda. Además, hay algunos trámites que hacer para poder trabajar y que te contraten en blanco, lo cual está parado por las vacaciones, y también es necesario abrirse una cuenta de banco".

"También hay varios lugares cerrados y como por lo general aumenta el turismo en esta época, requieren personal con experiencia. Por ejemplo, si piden un barista o mozo, le dan prioridad a la gente con experiencia porque, al haber tanto consumo, no tienen el tiempo para capacitarte", dijo.

"Por eso, tuve que recurrir a lo fácil y actualmente estoy cuidando animales. Es un trabajo bien pago y tengo un margen de ahorro bastante grande. En promedio, se gana entre 1.000 y 1.200 dólares australianos por semana, todo se paga semanalmente. El alquiler, por ejemplo, sale 550, serían 2.200 al mes. Actualmente, alquilamos una casa y vivimos con un amigo de mi marido, también argentino, y pagamos cada uno 185 dólares australianos por semana", agregó.

Consultada acerca de cómo es la relación entre el costo de vida y el salario, Katia precisó: "En general, el salario mínimo es de 21 dólares australianos la hora y puede variar hasta 50, dependiendo del trabajo que hagas. Un lavaplatos quizás gane entre 21 y 25 dólares australianos la hora. Se valora tu tiempo hagas lo que hagas y eso es lo que te motiva. Las posibilidades están para todos y se puede acceder a todos los trabajos". 

"Lo bueno de Australia es que cualquier empleo tiene una buena remuneración. Entonces, si bien el costo de vida es muy alto, no hay problemas en relación al salario. Aunque respecto a los precios, hay mucha diferencia con Argentina. A veces voy al supermercado y salgo espantada pero por semana gasto 200 dólares australianos como locura", señaló.

Sin embargo, expresó que su paso por Italia fue un bastante más duro: "Estuve trabajando en un McDonald's, lo cual me costó mucho porque tienen un ritmo de trabajo demasiado intenso. Fue difícil porque suponía un esfuerzo físico que yo hasta el momento no había tenido en otro trabajo y también fue un golpe en mi ego".

En relación a esto último, dijo: "Me pasaba que por ser extranjera me ninguneaban. Ellos se creen el centro del universo y eso se nota mucho en los trabajos. Te tiran a menos y te hacen sentir inútil, que no estás capacitado porque no sos italiano. Se creen superiores y te lo hacen notar. Hay mucho racismo también".

"El lado B real de emigrar es que no es para nada fácil salir de tu zona de confort, alejarte de tu familia, de tus afectos. Se extraña muchísimo. Emigrar no es para nada lo que se ve, por ejemplo, en Instagram donde todos se muestran felices y contentos. Hay mucho esfuerzo detrás. No todo es color de rosa", manifestó Katia.

"Hubo muchos días en los que he estado llorando tirada en el piso sin saber que hacer, de querer de repente volverme a Argentina. Hay gente que logra quedarse, cuesta pero no es imposible, y gente que no por este tipo de cosas y porque quizás no se banca malos tratos. No hay que romantizar el irse", concluyó.

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