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“Putin es un asesino”: el mensaje de Biden dirigido a la sociedad rusa

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06 mayo de 2021

Por Federico Dall' Ongaro Profesor de Relaciones Internacionales de USAL

En marzo, Joe Biden calificó a Vladimir Putin de asesino. Dejó atónito a más de uno. Varios atribuyeron el insulto al mal asesoramiento de un presidente flamante o al desconocimiento de las costumbres de la alta diplomacia. Difícil: Biden no es un neófito en la política internacional y, como hombre de experiencia en el poder legislativo, sabe escoger las palabras.

Los documentos elaborados por el Departamento de Estado, el Pentágono, y agencias de seguridad sobre los objetivos de la nueva administración establecen que Rusia es una amenaza a la seguridad interior de Estados Unidos y responsable de fomentar la inestabilidad institucional de otras regiones del mundo. Si tan delicado es el equilibrio de las relaciones entre ambos países, entonces, ¿cuál fue el objetivo de Biden al realizar tal afirmación? Y, más importante, ¿estaba el mensaje dirigido solamente a Putin?

En la película “El Origen” o “Inception”, en inglés, Leonardo Di Caprio interpreta a un ladrón que se mete en los sueños de las personas para robarles utilizando el engaño. Las misiones que ejecuta tienen como propósito extraer información del objetivo, como por ejemplo combinaciones de números que dan acceso al interior de cajas fuertes. En una oportunidad tiene que diseñar la operación más difícil que le tocó: generar en la víctima el pensamiento y consecuente voluntad de otorgar aquello que conscientemente no haría. El recurso que decide usar es el de implantar una idea.

No hay nada más contagioso y revolucionario que una idea. Su naturaleza intangible le permite ocupar cada uno de los intersticios de la mente y cuanta más resistencia hacemos, más se arraiga. Convencidos de que actuamos libremente, es probable que nuestro comportamiento sea expresión de esa idea. Es que resulta muy difícil disociar ambas cosas.

Las ideas, así como los valores, forman parte de nuestra cultura. Hay valores universales, como el de la vida, y hay otros particulares acotados en tiempo y espacio. Lo que le da identidad a una cultura es la jerarquía que se establece entre ellos. Por ejemplo, los samuráis le daban más importancia al honor que a la propia vida. La idea de libertad provocó que en todo el continente americano en los siglos XVIII y XIX se desate la fiebre revolucionaria que hirió de muerte las monarquías europeas.

Actualmente, Putin observa esporádicamente desde el Kremlin las manifestaciones por la liberación del líder opositor Alex Navalny, preso por cargos políticamente construidos. Está produciéndose un cambio gradual en la sociedad rusa, que vivió mucho tiempo bajo regímenes no democráticos. La idea de libertad, en contraposición con el control y vigilancia, está recobrando vida. Como las plantas, necesita riego para que prolifere y arraigue.

En ese punto podemos arriesgar respuestas para las preguntas del principio. El mensaje de Biden está dirigido a la sociedad rusa: es un movimiento de precisión quirúrgica para sembrar una idea. Es la manifestación discursiva de una política exterior que tiene por objetivo modificar la pirámide de ideas y valores rusos y, de esa manera, alterar su comportamiento. Para ello tiene que actuar sobre la gente joven. Es que Estados Unidos sabe que para contrarrestar a Putin, primero tiene que meterse donde Di Caprio llegó: la mente de las personas.

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