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Para salir del cepo hay que modernizar el Estado

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Jorge Colina 29 julio de 2020

Por Jorge Colina Economista de Idesa

La vicejefa de Gabinete de la Nación afirmó que si se liberara el mercado de cambios se estropearía la producción y el empleo. Por lo tanto, las restricciones en el mercado cambiario (“cepo”) no deben ser tomadas como un castigo a la población sino como una condición para estabilizar la macroeconomía y así poder volver a producir, exportar y generar empleos de calidad. Para contextualizar la situación cambiaria puede ser de utilidad observar una serie larga del tipo de cambio oficial en términos reales.

Para ello se toma el valor del dólar oficial en las últimas dos décadas y se corrige por la inflación doméstica (en el entendido de que los aumentos de precios internos retrasan el tipo de cambio real) y la inflación de Estados Unidos (porque aumentos de precios externos mejoran el tipo de cambio real). Si bien la inflación de Estados Unidos es baja en términos anuales, cuando se toma un período largo el aumento es sensible. De hecho, según datos de la oficina de estadísticas de Estados Unidos, entre el 2000 y el 2020, la inflación promedio anual fue de 2% que en el acumulado de 20 años se hizo 50% de inflación.

El dólar oficial hoy está en $72. Este mismo valor en el año 2001 era equivalente a $56 y en 2002, luego de la megadevaluación, subió a $126 a precios actuales.

Estos datos muestran tres fenómenos. El primero es que el tipo de cambio oficial hoy no es tan bajo como el que había, por ejemplo, en 2001, recordado como un año de fuerte apreciación cambiaria. El segundo es que el tipo de cambio oficial a $72 está más cerca del que había en 2001 que el que hubo después de la megadevaluación en el 2002. El tercero es que los $140 del dólar paralelo están por encima del que había en términos reales en el 2002.

¿Esto qué significa? Que posiblemente la vicejefa de Gabinete nacional tenga razón. La liberación del tipo de cambio oficial puede ser tan o más traumática que la megadevaluación del 2002. De ocurrir, efectivamente se generaría destrucción de la producción y del empleo.

La siguiente pregunta es si es sostenible el “cepo” con un dólar oficial a $72 en el marco de que el dólar paralelo llegó a $140.

Aquí se puede apelar a otro dato que publica el Ministerio de Economía y refleja la situación de los precios internacionales para Argentina. Se trata de los términos del intercambio, que es la relación entre los precios de las exportaciones respecto de las importaciones de Argentina. Este indicador señala que los precios de las exportaciones argentinas son hoy 50% más altos, respecto a las importaciones, que lo que eran en el 2001.

Ciertamente que hoy hay retenciones a las exportaciones, que en el 2001 no existían. De todas formas, se puede pensar que la mejora de los términos del intercambio, compensa las retenciones a las exportaciones en buena medida.

Obviamente que con la crisis de la pandemia es aventurado hacer futurología respecto a lo que sucederá en el comercio internacional. Pero, en principio, los datos sugieren que con un dólar a $72 y la situación de los términos del intercambio, el contexto para Argentina no es tan adverso.

¿Entonces, qué es lo que falta para salir del “cepo”?

Lo que se necesita es una mejora genuina de la competitividad de la economía. Esto es, que las empresas sean capaces de exportar y competir con importaciones de manera rentable gracias a impuestos más razonables, regulaciones más racionales y servicios públicos e infraestructura de mucha mejor calidad.

El punto de partida es la modernización del Estado. Esto implica lograr un genuino equilibrio fiscal con un sistema tributario no distorsivo, un sistema previsional sustentable y un Estado nacional que no derroche recursos en estructuras administrativas y programas nacionales que se superponen con funciones que son de las provincias y los municipios. Estas intervenciones han hecho acumular una enorme estructura burocrática de ministerios, secretarías, subsecretarías y direcciones nacionales que se superponen con las mismas estructuras burocráticas que los gobiernos provinciales tienen creadas. El fracaso de esta megaestructura del sector público argentino queda en evidencia con los paupérrimos indicadores sociales que el país muestra.

Un punto fundamental para la generación de competitividad en las provincias es eliminar la coparticipación de impuestos. Cada Estado provincial debería financiarse más con sus propios tributos que con recursos que le “llueven” de la Nación. Esto será el incentivo para que los gobiernos provinciales y municipales se preocupen por la competitividad y el desarrollo local.

Para las provincias del norte, que son las más rezagadas, se puede prever un Fondo de Convergencia para el desarrollo, temporal y mucho más acotado que la actual coparticipación.

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