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¿Es un error intentar predecir las crisis en los mercados?

06 diciembre de 2016

por Matías Daghero (*)

El 2016 será un año recordado por los inversores internacionales como el de las crisis que dispararían ciertos eventos en caso de concretarse, pero que una vez consumados los mismos no produjeron el efecto que gran cantidad de analistas estimaron. Con el triunfo del Brexit en Gran Bretaña y el de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos como grandes exponentes, pudimos notar como pese a estos “escenarios negativos” las acciones siguieron su curso alcista en el mundo. Muchos podrán sostener que esto se debe en gran medida a la política monetaria de los bancos centrales en el mundo que inundan de liquidez al mercado y que deben buscar retornos. Quienes se enlistan en este pensamiento, piensan que la suba en las tasas de interés que decidiría la Reserva Federal de Estados Unidos el próximo 14 de diciembre podría ser el siguiente disparador de la crisis.

Un consejo

Como inversores es importante tener presente que siempre habrá analistas que sostengan que se viene una crisis y que eventualmente acertarán. Ya pasó en 2008, con el caso de analistas que predijeron esa crisis. Sin embargo, también previeron la misma para 2004, 2005, 2006 y 2007 haciendo que, a pesar de haber evitado la pérdida en el momento de la crisis, el retorno por el período completo sea menor al que habrían conseguido si hubieran permanecidos invertidos durante ese tiempo.

En este sentido, un reciente estudio del departamento de acciones estadounidenses y estrategias cuantitativas del Bank of America Merril Lynch resulta revelador en materia de poner en perspectiva y con números sólidos cuál hubiera sido el impacto de encontrarse fuera del mercado esperando una crisis en los 24, 12 y 6 meses previos a que se produjera el punto máximo en la cotización de los activos (el pico de mercado). Para ello se analizaron los últimos ochenta años de historia, tal como puede observarse en la tabla.

Como observamos, es muy difícil “tomarle el tiempo” al mercado para poder salir del mismo antes de que se presente la crisis ya que gran parte de las subas del ciclo suelen presentarse en los meses previos a su pico.

Esto no significa que no se presenten burbujas en los mercados o que no se produzcan correcciones. Simplemente que es un error el creer que uno tiene la capacidad de predecir las mismas. Siendo conscientes de esta realidad, como inversores existen una serie de medidas que podemos tomar para no ser víctimas ni de las crisis financieras ni de la falta de ellas.

Invertir con cuidado

En primer término, un buen análisis respecto al valor intrínseco de los activos en los que invertimos puede ayudarnos a encontrar activos cuyos precios en el mercado no reflejen el valor real de los mismos. En esto, el análisis fundamental es una escuela de inversión ampliamente difundida que pregona principios para ser capaz de encontrar este tipo de inversiones. Mediante el del análisis fundamental, el inversor estudia los balances previos de la compañía, evalúa a su management y analiza el impacto del entorno económico futuro (entre otros) para determinar los beneficios esperados futuros de la compañía y el precio que debería tener la acción en el mercado en base a esto. Si el precio es menor en el mercado que al que se arriba con este análisis (previendo aquí un “margen de seguridad” adicional, como lo llamaba Benjamin Graham, padre de esta escuela), se invierte en dicha empresa.

Por otra parte, existen instrumentos financieros que sirven para cubrirse (o hedgearse, como se dice en la jerga financiera) ante posibles caídas en los precios: las opciones de venta (put). Los puts actúan como un seguro: uno paga una prima y a cambio de esto tiene el derecho a vender sus activos a un determinado valor por un período de tiempo. Si bien utilizar esta estrategia reduce la rentabilidad final, permite estar cubierto frente a posibles crisis. Es algo similar a tener un seguro de robo para los bienes del hogar. En caso de no sufrir un robo, usted pierde la prima del seguro que pagó pero, en caso de sufrirlo, no habrá perdido todos sus bienes gracias a haber sido previsor y haber pagado la prima.

Por último, siempre se debe ser consciente de que las inversiones en acciones conllevan un riesgo y que es importante como inversores conocer nuestra aversión al mismo y tener un plan de entrada y salida. Una medida protectora clave es no invertir en instrumentos de alto riesgo (como las acciones) un porcentaje elevado de nuestro portafolio si nuestro perfil de inversión, ya sea por aversión al riesgo o por horizonte de tiempo escaso para mantener la misma, no se condice con el activo que compramos. Adicionalmente, el fijar un punto de salida en caso de que las inversiones no estén obteniendo un rendimiento como esperábamos (también conocidos como stop-loss), puede ayudar a dejar las emociones de lado en momentos difíciles y evitar pérdidas mayores.

Como se observa, resulta importante como inversores que el temor por las crisis financieras no nos impida el poder invertir, sino simplemente tomar los recaudos necesarios para que cuando éstas se presenten no nos agarren desprotegidos. Como suele decir el que es considerado por muchos como el mejor inversor de todos los tiempos, Warren Buffet: “Sólo cuando baja la marea se sabe quién nadaba desnudo”.

(*) Autor del libro “Con los $ que tengo, ¿qué hago?” @medaghero

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