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Una nueva Argentina

La entrada a la cancha del ex intendente de Tigre representa la propia clausura de la grieta

Argentina no es Venezuela, tampoco Chile y ni de cerca aquellos grandes principados petroleros de Medio Oriente.
Argentina no es Venezuela, tampoco Chile y ni de cerca aquellos grandes principados petroleros de Medio Oriente.
Daniel Montoya 04 agosto de 2022

El término Asamblea Legislativa venía sonando hace un tiempo. Era lógico. Gobernar Argentina es gobernar al dólar y eso no estaba ocurriendo. El oscuro objeto del deseo argentino tocó los $350 durante la última semana de julio, con una brecha superior al 100% con el dólar oficial. 

Tener a la divisa norteamericana en la primera plana de los medios es garantía de lápida para cualquier proyecto político nacional, sea del color político que fuera.

Vale aclarar: no se trata de un simple problema para quienes atesoran dólares por encima del cupo de los US$ 200 oficiales a través de las innumerables cuevas que proliferan por la City porteña, sino de una poderosa señal de devaluación futura que retrae desde la disponibilidad de departamentos en alquiler hasta la oferta de dólares originada por miles de productores agropecuarios atomizados a lo largo y a lo ancho del país. Un detalle que puede sonar pequeño pero que es el nudo gordiano del gran desencuentro del kirchnerismo con el campo que estalló en 2008 con la resolución 125.

Argentina no es Venezuela, tampoco Chile y ni de cerca aquellos grandes principados petroleros de Medio Oriente dónde la oferta de divisas emana de un puñados de compañías que explotan el negocio de los combustibles fósiles o de la minería y que pueden entenderse con el poder político de turno en el marco de una pequeña mesa redonda. 

Por cierto, una gran asignatura pendiente de nuestro país que, en un futuro cercano, podría aliviar nuestro balance cambiario y porqué no contribuir al postergado desarrollo de nuestra patria profunda mediante el estímulo a los negocios en áreas especialmente calientes tras la invasión rusa a Ucrania y, en particular, a causa de la transición energética hoy exigida por el proceso de cambio climático que azota a todo el planeta.

En ese juego, Vaca Muerta y el triángulo del litio recientemente mencionado por la Comandante del Comando de Sur de Estados Unidos, Laura Richardson, deberían ocupar el principal foco de atención de las presentes y futuras autoridades argentinas. 

Expresado en el marco de una simple fórmula, el cóctel  argentino ganador es agronegocios + energía + minería + industrias del conocimiento y sanseacabó. De yapa, que Messi nos traiga la copa Qatar 2022. 

En tal sentido, sacar al dólar de la tapa de los diarios contiene un enorme desafío implícito que las alquimias financieras que vienen de recorrer tanto la administración Macri como Fernández en su versión Guzmán y ¿ahora Massa? sólo lograron sortear por unos meses. 

Al final del día, la escasez de dólares y la devaluación de su valor oficial terminó siendo el hito que hermanó a nuestra clase política. Ahí no hay grieta alguna.

Inédita Asamblea Legislativa virtual

Lo original de toda esta historia relativa a la recurrente escasez de dólares que aqueja a nuestro país vino por el lado de la política. A diferencia de otras crisis cambiarias como el estallido de la convertibilidad en 2001 o la interrupción del financiamiento externo en 2018, ésta de 2022 encontró al peronismo en el poder. 

En tal aspecto, el histórico partido argentino de la crisis activó un mecanismo de asamblea legislativa exprés inédito que sorteó, al menos por ahora, el traumático proceso de transferencia del poder a Eduardo Duhalde en 2002.

Por otra parte, esta original unción de un presidente virtual, no de un ministro ni de un superministro, abre, también por ahora, un horizonte político incierto pero horizonte al fin para el actual oficialismo que Mauricio Macri prácticamente clausuró en 2018 con su acuerdo con el FMI y la certeza de una administración recorriendo un año electoral con una cabecera de fórmula sin futuro político. 

A diferencia de aquél, el actual proceso de sucesión anticipada no sólo tiene la virtud de activar el proceso de competencia interna en un peronismo groggy sino también de desacomodar a una oposición estructurada en modo grieta alrededor de Cristina Kirchner. “¿Y ahora de qué nos pintamos?”, debe ser el principal interrogante que corre gélido por el campamente opositor. A Cristina es fácil localizarla en el cuadrante ideológico. A Sergio Massa no tanto. Sus miles de memes que circulan en las redes sociales dan fe. Más aún, la entrada a la cancha del ex intendente de Tigre representa la propia clausura de la grieta. Es una nueva Argentina donde los liderazgos polarizantes pasan a segundo plano y emergen de un lado y del otro nuevos líderes. Massa, Sergio Uñac, Omar Perotti, Juan Schiaretti, Horacio Rodríguez Larreta, Facundo Manes y continúan las firmas.

No obstante, la suerte de esta operación política que vio la luz con unas pocas llamadas telefónicas y tuits dependerá, como en todas las crisis cambiarias anteriores, de la suerte de la primera gran actividad que Massa fijó en su agenda: Washington, Nueva York, París y Qatar. Por si queda alguna duda, no hay paradas previstas en La Habana, Caracas, Moscú ni Shangai.

En tal aspecto, lo ocurrido en las anteriores es conocido. Lo que sucederá ahora sólo Dios y Joe Biden lo saben. La puerta en el exterior que encontró Macri con Donald Trump en el poder en Estados Unidos y Christine Lagarde al frente del FMI no la consiguió Fernando De la Rúa con el tándem compuesto por el duro secretario del Tesoro norteamericano Jim O'Neill y el rigor germano que emanaba del alemán Horst Köhler al frente de ese organismo de crédito con pésima fama en Argentina.

Eran apenas US$ 1.200 millones que el difunto presidente radical necesitaba para seguir adelante pero los escombros del atentado a las torres gemelas le habían abierto la puerta a los halcones más bravos del partido republicano. Game over. En cualquier caso, la suerte de ambas administraciones de color opositor al peronismo se terminó definiendo en Washington, algo que vincula a aquellas dos crisis cambiarias con ésta en curso de desarrollo dónde parece haber algunos indicios a favor del tigrense por adopción. 

Vale decir: al igual que ocurrió con Macri, parece que en Washington hay amor con Massa. Lo que resta conocer son las pruebas de amor. Y si ellas traen aparejadas la exigencia de pruebas de amor que siempre se resistió a dar la actual madrina política del tigrense, aún siendo responsable de la peor jugada de su biografía pública. 

¿Se hará cargo Cristina de la jugada desastrosa de haber ungido como presidente a alguien que no pudo, no supo o no quiso encarar lo que el nuevo presidente virtual tiene como misión urgente por delante? Sea como fuere, si Massa la cumple será la gloria y la butaca 2023 para él. Si no la ejecuta, será el cadalso garantizado para todos.

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